Ocho

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"Abro mis ojos, mirando alrededor, tratando de ver dónde estoy. Estoy sentada, inclinada hacia atrás contra la pared de piedra de la cueva, y miro alrededor y veo que todos están acostados alrededor de la fogata, bien dormidos. Algo anda mal.
Siento que algo se arrastra en mi pierna, miro hacia abajo y veo una enorme tarántula, subiendo por mi pantorrilla. Me levanto de un salto, quitándomela, con un sobresalto. Siento más de ellas, por todo"mi cuerpo y giro y doy vueltas tratando frenéticamente de retirarlas.
Volteo hacia abajo y veo docenas de ellas, arrastrándose por todo el suelo. Las tarántulas cubren las paredes, montones de ellas, haciendo parecer que las paredes estuvieran vivas.
Volteo a ver la entrada de la cueva. Al hacerlo, de repente entra una docena de tratantes de esclavos. Usan máscaras y traen armas, mientras van a atacarnos. Ellos son demasiados, y se acercan muy rápido, con las armas abajo. Estoy desarmada y no hay nada que yo pueda hacer. Nos encontraron.
Se acercan directamente a mí, y el más cercano eleva su arma hacia mi cabeza. Mi garganta se seca, un momento antes escucho un disparo.
Despierto jadeante, golpeando con fuerza mis brazos y piernas, tratando de quitar las arañas. Veo alrededor y me doy cuenta, lentamente, de que solamente fue una pesadilla.
Estoy en la cueva, apoyada contra la pared de piedra, ante las brasas de la fogata que se está consumiendo. Todos están bien dormidos—excepto Logan, por lo que veo, quien está sentado en la entrada, impasible mirando hacia afuera, haciendo guardia. Es el amanecer.
Estoy ahí sentada, hiperventilando, tratando de calmarme. Fue tan vívido.
"¿Estás bien se oye una voz suave."Echo una ojeada a Logan, quien me mira consternado. Detrás de él, la nieve se ha acumulado muy alto, al menos cuarenta y cinco centímetros, y sigue nevando. No puedo creerlo. La tormenta no ha parado.
Respiro profundamente y asiento con la cabeza.
"Solamente fue una pesadilla", le digo.
Él asiente y regresa a vigilar afuera.
"Sé lo que es eso", dice él.
Me levanto, teniendo que sacudir las telarañas y me acerco a él. Estoy a la entrada de la cueva, y miro hacia afuera. La luz del amanecer es hermosa, con vetas rojas en el horizonte, contra las gruesas nubes grises. El río Hudson se ha congelado en algunos lugares. El rocío y la niebla se instalan en todo, y me siento como en una postal surrealista de invierno.
Es muy tranquilo. Me siento cobijada aquí, segura. Echo una ojeada a nuestra lancha, cubierta de nieve, meciéndose en el agua todavía. Sí, allá afuera es engañoso, pero al mismo tiempo, eso significa que nadie puede atraparnos. Parece que tenemos otro día sin problemas, no podemos ir a ninguna parte con esto.
"Parece que hoy no iremos a ninguna parte", le digo.
"Así parece".
Volteo a ver a"Rose, mi corazón se acelera. Será imposible para nosotros ir allá afuera a buscar medicina para ella con este clima, que es el único inconveniente."Me apresuro y la examino. Su respiración es dificultosa, acelerada. Se ve más pálida que la noche anterior, y su vendaje se ha puesto verde y marrón, la pus rezuma por los costados. Puedo olerlo a metros de distancia, y mi corazón se retuerce al verlo.
Me arrodillo y poco a poco lo desenvuelvo. Al hacerlo, ella se retuerce y se estremece, gimiendo suavemente. Lo desenredo, chorreando pus. Su herida se ha puesto totalmente negra, ulcerada, y tengo arcadas. Mi corazón se parte en pedazos. Me cuesta trabajo imaginar el dolor y el sufrimiento que está pasando en este momento. Parece incurable. Tengo ganas de llorar, sabiendo qué es lo que le espera. Daría cualquier cosa por ser doctora, por tener un médico aquí, ahora. Es como si viera morir a mi hermanita, sin poder hacer nada.
Quiero sentir que estoy haciendo algo, así que me apresuro a la entrada de la cueva, tomo un poco de nieve fresca, y suavemente la coloco en su herida. Ella hace una mueca cuando lo hago. Pongo una de las vendas frescas que me quedan a secar cerca de la fogata y la envuelvo a su alrededor, haciendo lo mejor que puedo"Giro y me acerco a Logan. Me siento junto a él, mirando la nieve, y mis ojos se llenan de lágrimas.
"Está mal, ¿verdad?", pregunta él.
Asiento con la cabeza, sin verlo.
"Estás haciendo todo lo que puedes", dice él."No, no es así", le digo.
Él no responde.
Hago memoria, preguntándome cómo lo podríamos haber evitado. Debí haber estado más vigilante esa noche, cuando los mutantes nos atacaron. Nunca debí haber dejado a Ben montando guardia. Sabía que era frágil, que estaba demasiado inestable. No puedo evitar pensar que todo es por mi culpa.
"No es culpa tuya", dice Logan, surprendentemente, como si leyera mi mente. "Es su culpa", dice él, señalando con la cabeza a Ben, durmiendo a lo largo de la pared trasera.
Logan se negó a permitir que Ben montara guardia la noche anterior, todavía no confiando en él. Siento su ira y resentimiento hacia él, pero sé que no sirve de nada. Sí, Ben se quedó dormido. Pero incluso si hubiera estado despierto, quién sabe si las cosas hubieran sido diferentes.
"No deberías ser tan duro con él", le digo. "Acaba de perder a su hermano".
"Esa no es excusa. Debería haberse quedado despierto, o si no podía, debió habernos despertado a uno de nosotros. Es culpa de él que la hayan mordido".
"Tienes razón. Él debió haberse quedado despierto. Pero aún cuando hubiera estado despierto, ¿realmente crees que las cosas habrían sido distintas"¿Crees que Ben los habría detenido?"
"Sí lo creo", dice él. "Al menos debió habernos despertado. Yo podría haberme"encargado antes".
"Nos superaban en número. Fueron rápidos. Aunque nos hubiera despertado, no creo que hubiera habido diferencia".
Logan se encoge de hombros.
"En fin, la ira y la culpa no servirán de nada ahora", le digo. "Ben lo lamenta. Necesitamos permanecer juntos. Necesitan superar sus problemas y llevarse bien".
"No necesito llevarme bien con nadie", dice Logan.
Lo miro, preguntándome si toda su vida es una isla.
"Sigue repitiéndo eso".
*
La niebla viene rodando del río Hudson mientras camino con Ben; nuestras botas crujen en la nieve, que atraviesa la isla en la tarde, buscando comida. La ventisca continúa, peor que antes, el viento nos azota en ráfagas ocasionales. Es increíble. Siento que no ha dejado de nevar durante muchos días. La nieve me llega a las rodillas, haciendo que cada paso que doy sea un esfuerzo. Cuando el viento sopla, puedo ver a noventa metros de distancia, cuando no es así, la niebla se apila, y apenas puedo ver a tres metros de distancia. Entre la niebla y la nieve, siento que nuestra cacería de hoy es un esfuerzo inútil. Creo que Ben también lo cree.
Pero tenemos que intentarlo. Sabemos que hay otros ciervos, y no"tienen a dónde ir. Tenemos que encontrarlos, conseguir al"menos una buena comida para todos nosotros antes de que nos vayamos. Bree necesita la proteína con desesperación, y Rose... Bueno, mi corazón se parte cuando pienso en ella.
El clima es horrible aquí, mis pies y la cara están entumecidos—pero en cierto modo, es mejor que estar en esa cueva. Puesto que Rose está muriendo, la cueva se ha hecho pequeña, tensa, claustrofóbica, llena del hedor de la muerte. Tenía que salir. Y creo que lo mismo pensó Ben. Logan, por supuesto, quería quedarse y permanecer en guardia, vigilando la lancha. No creo que vuelva a confiar en Ben para hacer guardia de nuevo.
Ben tiene el arco y las flechas colgados al hombro, y yo solamente tengo mi cuchillo para cazar. Si vemos al ciervo, desde luego que Ben es nuestra mejor esperanza. Pero aún con su habilidad, no veo cómo pueda atinarle. Quizá sea una causa perdida—sin embargo, es una distracción agradable.
Ben y yo caminamos en silencio, sin hablarnos. Pero es un silencio cómodo. Siento que salió de su caparazón desde ayer. Tal vez se sienta más seguro de sí mismo, después de haber atrapado a ese ciervo. Ahora se da cuenta de"que no es un inútil.
"¿Dónde aprendiste a disparar así?", le pregunto."Él me mira asustado; son las primeras palabras que hemos hablado, rompiendo un largo silencio.
Damos varios pasos más, antes de que él responda.
"Cuando era más jóven", dice él, "antes de la guerra. En el campamento diurno. El tiro con arco era lo mío. Me quedaba en el campo de tiro durante horas y horas, mucho después de que todos se habían ido. No sé por qué, simplemente me encantó. Sé que es tonto", dice él, y hace una pausa, pareciendo avergonzado, "pero mi sueño era competir en las Olimpiadas. Antes de la guerra, a eso me dedicaba".
Estoy sorprendida por esto; no lo esperaba de él, menos que nadie. Pero recuerdo su disparo y fue extraordinario.
"Me gustaría aprender", le digo.
Me mira, arqueando las cejas por la sorpresa.
"Te enseñaré", dice él.
Lo miro y sonrío. "Creo que es un poco tarde para eso".
"No, no lo es", dice él con firmeza. "Nunca es tarde".
Escucho seriedad en su voz, y me sorprende ver lo decidido que es.
"Quiero enseñarte", insiste.
Lo miro, sorprendida. "¿Ahora?", le pregunto.
"¿Por qué no? Llevamos horas aquí, y no hay rastro del ciervo. No vamos a perderlo si tomamos unos cuantos minutos""Supongo que tiene razón.
"Pero no tenemos un campo de prácticas aquí", le digo. "No tenemos dianas ni nada de eso".
"Estás muy equivocada", dice él sonriendo. "Mira alrededor. Todo lo que tienes delante de ti, es un blanco de arquero. En realidad, los árboles son uno de los mejores objetivos".
Miro a mi alrededor y tengo una nueva apreciación por el bosque.
"Además", dice él, "estoy cansado de caminar. No me molestaría tomar un descanso durante unos minutos. Ven aquí", dice él, haciendo un ademán.
Mis piernas se están cansando también, y me encantaría aprender. Odio tener que depender de otras personas, y me gusta aprender todo lo que pueda hacerme autosuficiente. Dudo que pueda lograr tener la habilidad, en especial en estas condiciones, pero estoy dispuesta a intentarlo. Además, es la primera vez que Ben está cariñoso conmigo, y siento que está empezando a salir del trauma. Si esto le ayuda, estoy dispuesta a hacerlo.
Me acerco a él, y se quita el arco del hombro y me lo entrega.
Sostengo el arco con mi mano izquierda y sujeto la cuerda con la derecha, probándolo. Es más pesado de lo que pensé, su gran marco de madera"pesa sobre mi brazo.
Ben se acerca por detrás de mí, pone su mano izquierda sobre la mía, sobre el tirador del arco. Al hacerlo, siento un"escalofrío. Me atrapó con la guardia baja. No esperaba que se acercara tanto, ni que pusiera su mano sobre la mía. Sentir su tacto es como una descarga eléctrica.
Él extiende la mano derecha y la pone sobre mi otra mano, en la cuerda. Siento que su pecho roza mi espalda.
"Sostenlo así", dice él. "Apoya tus hombros. Si tu agarre es demasiado alto, nunca darás en el blanco. Y sostenlo más cerca", dice, tirando de él más cerca de mi pecho. "Alinea tus ojos en el punto. Estás muy tensa. Relájate".
"¿Cómo se supone que me relaje si estoy tirando de la cuerda?", le pregunto.
Pero no me puedo relajar por otro motivo. Estoy nerviosa. No he tenido a un chico así de cerca desde hace años. Y me doy cuenta de que Ben tiene algo que me gusta en realidad. Que siempre me ha gustado desde que lo conocí.
"Es la paradoja del tiro con arco", dice él. "Uno tiene que estar tenso y relajado al mismo tiempo. Estás tirando de una cuerda atada a un trozo de madera, y esa tensión es la que hará que la flecha vuele. Al mismo tiempo, los músculos tienen que"que ser flexibles para dirigirla. Si te pones tensa, fallarás la marca. Deja que tus hombros, manos, muñecas y cuello se relajen. No te centres en el arco, sino en el objetivo. Inténtalo. ¿Ves ese árbol, el que está torcido?"
Viene una ráfaga y la niebla se levanta por un momento, y a la distancia veo un"árbol grande, torcido, detenido por sí solo, a unos veintisiete metros de distancia.
Ben da un paso atrás, soltándome y me encuentro extrañando la sensación de su tacto. Tiro de la cuerda y apunto. Cierro un ojo y trato de concentrarme en la ranura, al final de la madera, tratando de alinear la flecha.
"Baja un poco el arco", dice él.
Lo hago.
"Ahora, respira profundo, después suéltalo poco a poco".
Respiro hondo y al exhalar, suelto el aire. La cuerda salta hacia adelante y la flecha sale volando.
Pero estoy decepcionada de ver que no cae en el árbol. Fallo por varios centímetros.
"Te dije que esto era una pérdida de tiempo", le digo, molesta.
"Te equivocas", contesta. "Estuvo bien. El problema fue que no pusiste los pies en el suelo. Dejaste que el arco te llevara. Tu fuerza está en tus pies y en tus caderas. Tienes que estar inmovilizada. Plantarte. Inténtalo otra vez", dice él, pasándome otra flecha.
Lo miro, preocupada.
"¿Y si fallo?", le digo.
Él sonríe. "Descuida. Encontraré las flechas. No pueden ir lejos".
Tomo otra flecha y la pongo en la cuerda.
"No tires de ella hacia atrás a la vez", dice él, amablemente"Eso es todo", añade, mientras empiezo a tirar de ella."La cuerda está más tensa esta vez—tal vez porque estoy nerviosa, tal vez porque me siento más en riesgo. Al tirar hacia atrás, siento que el arco tiembla, y es difícil detenerlo.
"Es difícil estabilizarlo", le digo. "Mi objetivo está por todos lados".
"Eso es porque no estás respirando", dice él. "Relaja tus hombros, bájalos, y tira de ella más cerca de tu pecho".
Él viene detrás de mí y pone sus manos sobre las mías. Siento su pecho contra mi espalda, y lentamente, dejo de temblar un poco menos.
"Bien", dice él, dando un paso atrás. "De acuerdo, respira profundo y exhala".
Respiro y suelto.
Es emocionante ver que la flecha vuela por el aire, hacia la espesa ventisca, y ver cómo cae en el árbol. No cae en el centro, como esperaba, sino en el borde. Aún así, cayó en él.
"¡Estupendo!", grita Ben, genuinamente emocionado.
No sé si está siendo amable, o si lo dice en serio, pero de cualquier manera, estoy agradecida por su entusiasmo.
"No fue para tanto", le digo. "Si hubiera sido un ciervo—especialmente un venado en movimiento—nunca le habría atinado".
"No seas tan dura contigo misma", dice él. "Fue tu primer tiro. Inténtalo de nuevo"."Él se acerca y me da otra flecha. Esta vez, la coloco en el arco, con más confianza, y tiro de ella. Esta vez, la jalo hacia atrás con más facilidad, de manera constante, recordando todo lo que él me enseñó. Planto los pies, y bajo el arco. Apunto al centro del árbol y jalo, respiro profundamente al soltarla.
Antes de que se vaya, de alguna manera sé que es un buen tiro. Es extraño, pero incluso antes de que caiga, sé que atinaré.
Y así es. Escucho el sonido de la flecha cayendo en la madera, incluso desde aquí—pero se acerca la niebla y no puedo saber dónde cayó.
"Vamos", dice Ben, trotando con entusiasmo hacia el árbol. Lo sigo, con la misma curiosidad por saber el resultado.
Llegamos al árbol y no puedo creerlo. Es un tiro perfecto. En el mero centro.
"¡Lotería!" grita él, aplaudiendo. "¿Lo ves? ¡Tienes talento nato! ¡Yo no podría haber hecho eso la primera vez!"
Por primera vez en mucho tiempo, siento que tengo valía, que soy buena para algo. Se siente real, genuino. Tal vez sí soy buena para el tiro con arco—al menos lo suficiente como para atrapar"la cena de vez en cuando. Ese tiro pudo haber sido una casualidad, pero de cualquier manera, siento que puedo lograrlo con el tiempo. Es una habilidad que sé que puedo usar. Especialmente ahí afuera.
"Gracias", le digo, con sentido profundo, mientras le regreso el arco."Él lo toma, mientras saca las flechas del árbol y las pone de nuevo en su aljaba.
"'¿Quieres quedarte con ellas?", pregunta él. "¿Quieres disparar al ciervo si alguna vez lo encontramos?"
"De ninguna manera. Si lo encontramos, tendremos una oportunidad. No quiero perder la cena para todos".
Giramos y continuamos avanzando, yendo cada vez más lejos en la isla.
Caminamos en silencio durante varios minutos, pero ahora es un silencio diferente. Algo en el aire ha cambiado y ahora estamos más cerca uno del otro que antes. Pareciera que el silencio ha cambiado de confortable a íntimo. Empiezo a ver cosas en Ben que me gustan, cosas que no había notado antes. Y siento que es hora de darle una segunda oportunidad.
Seguimos caminando, atajando el bosque, cuando de repente, para mi sorpresa, termina la isla. Hemos llegado a una pequeña playa de arena, que ahora está cubierta de nieve. Estamos ahí parados y vemos el Hudson, que ahora es un enorme muro blanco. Es como ver una pared de niebla. Como fijar la mirada en la nada.
Y ahí, para mi sorpresa, de pie en la playa, inclinado bebiendo agua del Hudson, está el ciervo. No está"más allá de seis metros de nosotros, ni siquiera se da cuenta de nuestra presencia. Está a la intemperie, es un tiro demasiado fácil. Una parte de mí no quiere matarlo."Pero Ben ya tiene el arco en la mano, la flecha en su lugar, y antes de que pueda decir algo, él tira la flecha.
Al menor ruido, el ciervo levanta la cabeza y voltea, y siento que me mira directamente.
"¡NO!", le grito a Ben, a pesar de mí misma.
Pero es demasiado tarde. El ciervo corre cuando oye mi grito, pero la flecha ya está volando. Va a velocidad del rayo y cae en su cuello. El venado da unos pasos adelante, se tambalea y se derrumba, la nieve blanca y pura, de inmediato se pone roja.
Ben voltea a verme, sorprendido.
"¿Qué fue eso?", me pregunta.
Me mira fijamente, con sus grandes ojos azul claro, llenos de asombro. La nieve los ilumina, son cautivantes.
No tengo idea de qué responder. Estoy avergonzada. Alejo la mirada avergonzada, no queriendo verlo a los ojos.
"No sé", le digo. "Fue una tontería. Discúlpame".
Espero que Ben me diga que soy una tonta, que casi hago que nos quedemos sin cena, que debí haber mantenido la boca cerrada. Y tendría razón.
En cambio, toma mi mano y la pone en la suya. Levanto la vista hacia él, y él me mira con sus ojos grandes ojos expresivos y dice:
"Entiendo"."El estado de ánimo es sombrío cuando nos sentamos alrededor del fuego, con la mirada fija en las llamas, después de la cena. Ya es de noche; increíblemente, sigue nevando. Ya debe haber crecido tres pies allá afuera, y creo que todos nos preguntamos si alguna vez dejaremos este lugar.
Desde lluego, no debemos quejarnos: por primera vez en mucho tiempo, tenemos un refugio verdadero, una hoguera, calor, no tememos un ataque, y tenemos comida de verdad. Incluso Logan ha relajado la guardia finalmente, al darse cuenta de que nadie podría llegar a esta isla en estas condiciones. Finalmente ha dejado de montar guardia, y se sienta con nosotros, mirando las llamas.
Y sin embargo, todos estamos tristes. Porque a nuestro lado, ahí tendida, gimiendo, está Rose. Es obvio que ha llegado al punto sin retorno, que podría morir en cualquier momento. Todo el color ha salido de su piel, el negro de la infección se ha extendido a su hombro y pecho, y ella está ahí acostada, sudando y retorciéndose del dolor. Los ojos de Bree están rojos de tanto llorar. Penélope está sentada en el pecho de Rose, llorando de manera intermitente, negándose a ir a otro"lugar. Siento que estoy en vigilia en pie de muerte.
Normalmente, me atiborraría de carne fresca, pero esta noche, voy a comer con"poco entusiasmo, al igual que los demás. Bree ni siquiera probó su comida. Ni Penélope, cuando le entregué un pedazo, se negó a aceptarlo. Por supuesto, Rose no probó bocado.
Me rompe el corazón verla sufrir así. No sé qué más hacer. Le di el resto de las pastillas para dormir, tres juntas, esperando que eso la pusiera fuera de combate, para aliviar su dolor. Pero ahora está tan adolorida, que no le está sirviendo de nada. Ella llora y gime y se retuerce de dolor. Me siento ahí, acariciando su cabello, mirando las llamas, preguntándome cuándo acabará todo esto. Siento como si todos estuviéramos atrapados en un sufrimiento interminable que no tiene final a la vista.
"Léeme un cuento", dice Bree.
Me doy vuelta y noto que me mira con los ojos rojos.
"Por favor", me suplica.
Pongo mi brazo alrededor de ella y la abrazo con fuerza; ella apoya su cabeza en mi hombro, llorando en silencio.
Cierro los ojos y trato de recordar las palabras de El Árbol Generoso. Generalmente vienen a mí de inmediato—pero esta noche, estoy teniendo dificultad para acordarme. Mi mente está hecha un embrollo.
"Yo..." Empiezo, después me voy apagando. No puedo creerlo, pero mi mente está en blanco. "Discúlpame. No me acuerdo"."Entonces, cuéntame una historia", dice ella. "Lo que sea. Por favor. Algo de antes de la guerra".
Vuelvo a pensar, tratando de recordar algo, lo que sea. Pero estoy tan cansada y tan agotada, que tengo la mente en blanco. Después, de repente, me acuerdo.
"Recuerdo una noche, cuando estabas más joven", empiezo. "Tendrías unos cuatro años. Yo tenía once. Estábamos con mamá y papá. Era una noche de verano, la noche más perfecta, la más hermosa, tan tranquila, que no había brisa, y el cielo estaba lleno de estrellas. Mamá y papá nos llevaron a una feria al aire libre, no recuerdo a qué lugar. Era una especie de área rural, porque recuerdo que caminamos por los campos de maíz. Parecía que habíamos caminado toda la noche, ese paseo mágico por las granjas para visitantes, subiendo y bajando suaves colinas. Recuerdo que miré hacia arriba y quedé sorpredida con todas las estrellas. Había tantas y tan brillantes. El universo se sentía vivo. Y yo no me sentía sola.
"Y entonces, después de caminar enmedio de la nada, ahí, al centro de esos campos había un carnaval de pueblo. Iluminó la noche. Había juegos, palomitas de maíz y algodón"de azúcar y manzanas de caramelo y todo tipo de cosas divertidas. Recuerdo que te encantaron las manzanas de caramelo. Había un puesto donde las manzanas flotaban y tenías que meter la cabeza en el agua y tratar de"morder una. Debes haberlo intentado unas cien veces".
Bajo la mirada y veo que Bree está sonriendo.
"¿Papá y mamá se enojaron?"
"Sabes cómo es papá", le digo. "Se impacienta. Pero tú insistías tanto, que ellos esperaron. No estaban enojados. Al final, hasta papá terminó animándote. Diciéndote cómo hacerlo, dándote instrucciones. Ya sabes cómo es él".
"Como si estuviéramos en el ejército", dice ella.
"Exactamente".
Suspiro y pienso, tatando de recordar más.
"Recuerdo que compraron entradas para la Rueda de la Fortuna, y los cuatro nos sentamos juntos, en la parte delantera. Te encantó. No te querías bajar. Más que nada, te encantaron las estrellas. Realmente deseabas que se detuviera mientras estábamos hasta arriba, para poder estar más cerca del cielo cuando miraras. Hiciste que mamá y papá se subieran una y otra vez, hasta que finalmente, obtuviste lo que querías. Estabas tan feliz. Conoces bien el cielo. Has señalado la Vía Láctea y la Osa Mayor y todo. Cosas que yo no conocía. Nunca te había visto tan feliz".
Bree ahora tiene una verdadera sonrisa en su cara, mientras apoya su cabeza en mi hombro. Empiezo a sentir que su cuerpo se relaja."Cuéntame más", dice ella, pero ahora su voz es un suave susurro, pues se está durmiendo.
"Después fuimos al salón de los espejos. Y luego a un espectáculo de terror. Estaba la señora barbuda, y un hombre de 272 kilos, y un hombre que medía cuarenta y cinco centímetros de alto. Le tuviste miedo.
"El juego favorito de papá eran las armas. Nos hizo detenernos en las pistolas de aire comprimido y él disparó una y otra vez. Si fallaba el objetivo, se enojaba, y culpaba a la gerencia por la pistola defectuosa. Él insistía en que nunca fallaba un tiro, que la pistola estaba mal, y que quería que le devolvieran su dinero. Ya conoces a papá".
Ahora que lo pienso, sonrío de acordarme. Qué poco importaría algo como eso ahora, en este época y tiempo.
Bajo la mirada, esperando ver a Bree devolverme la sonrisa, pero la encuentro profundamente dormida.
Rose refunfuña y se retuerce de nuevo, acostada junto al fuego, y esta vez parece molestar mucho a Logan. Él se levanta, camina a la entrada de la cueva y mira la nieve, aparentemente a nuestra lancha. Pero sé que no está mirando; no hay nada que"ver allá afuera. Simplemente no soporta el dolor y el sufrimiento. Lo está alterando, quizá más que a los demás.
Ben está sentado frente a mí, mirando las llamas también. Parece que se está recuperando más y más. Estoy segura de"que debe tener un sentido de autoestima por alimentarnos estas dos noches.
Me siento en silencio, mirando al fuego durante un tiempo que parecen muchas horas. Bree está dormida en mis brazos. No sé cuánto tiempo ha pasado, cuando Ben dice:
"Lo que pasó en Nueva York fue horrible".
Levanto la mirada para verlo, sorprendida. Él me mira, con sus grandes ojos expresivos, y puedo ver que quiere hablar, que quiere que yo lo sepa. Que está listo. Él quiere contarme todo.

Arena dos la Trilogía de la supervivenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora