Siete

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"Doy la vuelta en dirección del chasquido y veo movimiento. Me congelo, se me seca la garganta al darme cuenta de lo que es.
No puedo creerlo. Ahí, a la vista, ni siquiera a dieciocho metros de distancia, hay dos venados. Se detienen y levantan sus cabezas y me miran fijamente.
Mi corazón late de emoción. Eso sería suficiente comida para alimentarnos durante varios días. No puedo creer la suerte que tenemos."Sin pensarlo, sujeto mi cuchillo, doy un paso adelante y lo arrojo, recordando la última vez que funcionó.
Pero esta vez, mis manos están muy frías y fallo. Salen corriendo a toda velocidad.
Rápidamente saco el arco de mi espalda, coloco una flecha entre mis dedos y disparo al ciervo que huye. Pero soy más torpe con el arco y la fecla cae en un árbol, lejos del ciervo.
"¡Maldición!", grito. Esta es una isla pequeña, pero ellos son muy rápidos. Sin un arma, que nunca dispararía por miedo a llamar la atención, y sin trampas profesionales, no veo cómo podamos atraparlos.
De repente, Ben avanza, toma el arco de mi mano, y una flecha. Da tres pasos adelante de mí, sostiene el arco de manera experta, ensarta la flecha, saca el pecho y espera su momento, siguiendo al ciervo que estará a unos cuarenta y cinco metros y saltando. También corren en zigzag entre los árboles. Es un tiro imposible.
Ben libera la flecha y sale volando por el aire.
Y después, para mi sorpresa, se oye el sonido lejano de la flecha perforando la carne. Estoy totalmente asombrada, cuando veo caer a uno de los ciervos.
Me"doy vuelta y miro a Ben, con la boca abierta. Él está ahí parado, sin moverse, y lentamente baja el arco. Él se"ve triste, como si lamentara lo que ha hecho.
"No me dijiste", comento en voz baja, "que eras un tirador experto".
Se vuelve y se encoge de hombros, mientras me entrega el arco.
"No me lo preguntaste", dice con indiferencia.
Ben gira y se aleja, rumbo al ciervo. Me quedo ahí parada, congelada por la sorpresa como para saber qué decir.
Lo sigo, todavía tratando de comprender lo que acaba de suceder. No tenía ni idea de que Ben tuviera alguna habilidad—mucho menos, la de la cacería. Eso fue increíble, un tiro sin igual. Yo lo había descartado, pero ahora me doy cuenta de lo valioso que es Ben. Y mientras lo veo caminar con un nuevo ritmo en su paso, me doy cuenta de que este episodio ocasionó algo en él. Parece que le ayudó a espabilarse, dándole un sentido de orgullo, de propósito. Por primera vez, siento que está de regreso con nosotros, que finalmente está presente, que es un miembro del equipo.
Ambos alcanzamos al ciervo, y nos detenemos sobre él. Está acostado de lado, sangrando sobre la nieve. Sus piernas siguen temblando. Fue un tiro perfecto, justo en su cuello.
Después de varios"segundos, deja de temblar, está muerto.
Ben se agacha, arroja al animal sobre su hombro. Él se vuelve y juntos caminamos de regreso a la cueva. A"medida que avanzamos, tomo la leña, ramas secas de todas partes, llenando mis brazos. Después sujeto ramas anchas de pino, juntando lo que será una enorme manta y almohada para Rose.
Mi corazón se llena de optimismo. El cielo se oscurece y la nieve es más gruesa y el viento azota con toda su fuerza, pero no me importa. Tenemos un refugio—un refugio verdadero—con comida fresca para todos, y madera para una hoguera. Por una vez, siento que las cosas están de nuestro lado.
*
Finalmente, un sentimiento de paz se ha apoderado de nosotros. Todos nos sentamos apiñados, en el fondo de la cueva, extendidos alrededor de una avivada fogata. Resulta que los fósforos que rescaté de la casa de papá fueron invaluables, así como la leña que traje de afuera. Todo contribuyó para encender el fuego, y y una vez encendido, todos salimos por turnos a buscar pequeños troncos, lo más secos posible, y arrojarlos a la hoguera para avivarla. Las herramientas de papá también fueron útiles, ya que utilicé el martillo y el destornillador para quitar la corteza húmeda, y dejar la madera lo más seca posible. Ahora el fuego está rugiendo, dándonos todo el"calor que necesitamos desesperadamente desde hace días.
Mientras, estoy ahí sentada, poniendo mis manos cerca del fuego, frotando mis palmas. Poco a poco siento que mis"piernas empiezar a relajarse. No me di cuenta de lo tensas que estaban, lo congelada que yo estaba. Me estoy descongelando, volviendo a ser yo misma. Es increíble lo caliente que se está poniendo aquí. Con la hoguera crepitante y refugiados del viento y de la nueve, es casi como estar adentro.
Cuando miro afuera, en la entrada de la cueva, veo que está oscuro. La tormenta ha empeorado, mucho más, y continúa cayendo con fuerza, en silencio, se acumula ominosamente fuera de la cueva, y ahora mide casi treinta centímetros de alto. El viento sopla, y ocasionalmente, una ráfaga particularmente fuerte envía algunos copos de nieve a la cueva. Pero más que nada, estamos bien protegidos. Este lugar es un regalo del Cielo. No sé cómo habríamos sebrevivido si no fuera así.
Logan se queda a la entrada de la cueva, mirando la tormenta, observando el cielo oscuro, y sobre todo, mirando fijamente la lancha. Yo misma me acerqué a verla varias veces. Siempre fue lo mismo: balanceando salvajemente en el agua turbulenta, pero atada fijamente, lo más protegida posible de la tormenta. La lancha no irá a ninguna parte. No hay nadie a la  vista hasta donde podemos notar. Y con el viento y la nieve en su apogeo, y la lancha oculta en los dos lados, no imagino quién podría verla. Creo que Logan está siendo paranoico. Pero si lo hace sentir mejor sentarse a verla, que"lo haga. En algún momento tendrá que regresar a la fogata para calentarse.
Junto a mí, inclinado sobre el fuego, está Ben. Me ha impresionado con sus habilidades: él tomó mi cuchillo de caza y fue a matar al ciervo, y en cuestión de minutos, lo tenía perfectamente despellejado. Después lo cortó en trozos perfectos, sabiendo exactamente qué partes desechar. Después cortó la carne en cinco grandes porciones, ensartando cada una en un palo afilado, y las puso sobre la lumbre. Él voltea la carne de vez en cuando, y el olor ha estado llenando mis sentidos desde hace una hora, haciendo que gruña mi estómago. Huele delicioso y estoy salivando ante la idea de saborear una comida verdadera.
Miro de nuevo a Rose. La acerqué al fuego, debajo de una gruesa capa de aguja de pinos, y noto que todavía tiene un sueño intranquilo, y el ceño fruncido. Volví a cambiar su vendaje hace un par de horas y al hacerlo, retrocedí ante su color. Peor aún, su herida está sumamente inflamada, extendiéndose por el brazo en ambas direcciones, y empieza a oler mal. Se ha convertido en gangrena. No me gusta lo rápido que sus vendajes "siguen absorbiendo la sangre.
Rose parece delirante. Le doy una pastilla para dormir después de algunas horas, pero no sé cuánto tiempo durarán. No sé qué más hacer por ella. Me siento impotente."Lo que ella necesita realmente es el medicamento. Medicamento especializado. Y no tengo idea de dónde empezar siquiera a mirar. Incluso si de alguna manera pudiera desafiar este clima y sacarla en la ventisca, con lo que queda de combustible, aún cuando pudiera encontrar una ciudad en alguún lugar, no encontraríamos una farmacia funcionando. Sé que sería una causa perdida—y solamente nos pondría en riesgo a los demás.
Así que hago lo mejor que puedo para mantenerla cómoda, y rezo para que todo salga bien. Me acerco, me inclino y lentamente desato su último vendaje, que está lleno de sangre.
Rose gime de dolor mientras se lo quito. Una vez más, maldigo al loco que la mordió.
Quito el vendaje, dejando ventilar la herida, y voy a la entrada de la cueva, y tomo un puñado de nieve, como lo he estado haciendo varias veces. Regreso con eso y me arrodillo junto a ella y lo pongo en la herida de Rose. Ella se estremece y gime cuando lo hago. Espero que la nieve tenga un efecto limpiador y refrescante. Tomo un vendaje nuevo, secado en la fogata y delicadamente lo envuelo en su herida.
Rose abre los"ojos y me mira. Son muy pequeños y temerosos.
"Gracias", dice."Mi corazón se parte al oír su voz. Es tan linda, tan valiente. Si yo tuviera su edad, dudo que sería tan valiente. Cualquier otra chica estaría gritando y gimiendo.
Me inclino y beso su frente y me asusto al sentir lo húmeda que está. Mi corazón se parte en mil pedazos; sé que esto no puede terminar bien. No veo cómo sea posible.
Quiero gritar al mundo, ante la injustica de todo. No es justo. Cómo una chica tan dulce, hermosa y sorprendente como ésta, sea arrebatada de nuestro lado. Ya no tengo palabras, y hago lo mejor que puedo para no llorar y parecer fuerte por ella.
"Vas a estar bien", le digo, armándome de valor para hacer la voz más segura que puedo.
Ella sonríe débilmente, como si viera a través de mí. Me hace pensar en algo que me dijeron una vez: a los moribundos se les concede el don de ver a través de nuestras mentiras.
Bree, sentada al otro lado de Rose, se acerca y jala su cabello hacia atrás. Bree se ve más atormentada que Rose. Nunca la había visto tan alterada en la vida. Es casi como si la hubieran "lesionado a ella.
Penélope se inclina sobre el pecho de Rose, y lame su rostro de vez en cuando.
"¿Quieres comer?", le pregunto a Rose."Puedo intentarlo", dice débilmente. "Pero no tengo mucha hambre".
Busco la bolsa y saco un frasco de mermelada y la desenrosco.  Puedo olerla desde aquí: es de cereza.  Huele deliciosa.
"¿Te gusta la cereza?", le pregunto.
"Es mi favorita", contesta.
Meto el dedo, saco una pequeña bola, y la pongo en sus labios.  Ella la lame, cierra los ojos y sonríe.  Acerco la mano con otra, pero niega con la cabeza. "Ya fue suficiente", dice ella.
Le entrego el frasco a Bree, pero ella niega con la cabeza.
"Por favor, Bree, necesitas comer".
"Dale mi parte a Rose", dice ella, mirando hacia abajo con tristeza.
Acerco el dedo a Penélope, y ella lo devora sin vacilar.
"Ya está listo", dice una voz.
Volteo a ver a Ben que ha quitado los trozos de carne cocida del fuego.  Él sostiene los palillos y tomo uno y se lo doy a Bree. Tomo otro y lo sostengo para Rose. Me inclino, levanto su cabeza, y suavemente acerco el alimento a su boca.
"Por favor, Rose", le digo. "Tienes que comer un poco.  Esto te ayudará a sentirte mejor".
"No tengo hambre", dice ella. "En serio".
"Por favor.  Hazlo por mí"."Veo que no quiere hacerlo, pero Rose me hace el favor y toma una pequeña"porción de carne. Mastica débilmente, mirándome.
"Me recuerdas a mi mamá", dice ella.
Mis ojos se humedecen y hago acopio de toda mi fuerza para contener las lágrimas.
"La amaba", dice Rose.
"¿Qué le sucedió?", le pregunto. Sé que no debería hacerlo. No importa cuál sea la respuesta, no será bueno.
"No sé", contesta. "Me alejaron de ella. Intentó salvarme. Pero ellos eran muchos. Nunca volví a verla. ¿Crees que esté bien?", pregunta.
Me esfuerzo por sonreír.
"Creo que está bien", le miento. "¿Y sabes qué más?"
Rose sacude lentamente la cabeza.
"Sé que si estuviera aquí, ahora, estaría muy orgullosa de ti".
Ella sonríe.
Bajo la comida hacia ella nuevamente, pero esta vez, niega con la cabeza con vehemencia. "No puedo", dice. "Me duele demasiado", dice ella, entrecerrando los ojos de dolor.
Trato de pensar en qué más puedo hacer por ella. En lo único que puedo pensar es en mantenerla cómoda. Quizá deba darle otra pastilla para dormir.
Corro hacia el fuego y agarro la botella de cristal con la nieve derretida en él, que ahora se convirtió en agua. Se la llevo a Rose. "Bebe", le digo, mientras pongo la pastilla en su lengua. Ella la bebe."Estoy sentada junto a ella y acaricio su cabello. Veo que sus ojos se están cerrando y creo que en pocos minutos ya estará dormida.
Veo a Bree y noto que no ha tocado su comida.
"Come, Bree", le digo. "Por favor".
"Tú no estás comiendo", dice ella.
Ella tiene razón.
"Si tu comes, yo comeré también", le digo. "Necesitamos hacerlo. El que no comamos no ayudará a Rose a sanar".
Me acerco al fuego, agarro mi palillo de carne, y tomo un bocado. La carne está dura y sin sazón, pero no me quejo. No estará muy rica, pero en cuanto entra en mi boca, me doy cuenta de lo famléica que estoy. Tomo un bocado tras otro, apenas capaz de reducir la velocidad. Siento los nutrientes propagándose en mi cuerpo y no puedo recordar cuánto tiempo hacía que no comía una carne de verdad, recién cocinada.
El hambre de Bree saca lo mejor de ella, también, y finalmente come. Después de algunos bocados se detiene y corta una tira para Penélope, que arrebata de sus manos. Antes, Bree se habría reído, pero ahora, sigue estando seria.
Ben se sienta en la pared del fondo, frente a mí"y come en silencio. Miro el palillo que queda en el fuego y veo a Logan, quien sigue sentado haciendo guardia en la entrada de la cueva. Miro hacia abajo y noto que Rose está dormida"junto a mí, así que me levanto, tomo su palillo y se lo llevo.
"Ven a sentarte cerca de la fogata", le digo. "Mirar en la oscuridad no ayudará de nada. No hay nadie en la isla y nadie tocará la lancha. Apenas si podemos ver a sesenta centímetros por delante de nosotros. Vamos. No estás comiendo y no dormir no nos ayudará a ninguno de nosotros. Necesitamos que estés fuerte".
De mala gana, cae en la tentación, de pie, tomando la tira de carne, y siguiéndome hacia la fogata.
Me siento junto a Rose y a Bree, con nuestros pies hacia la fogata, mientras Logan se une a nosotras. Él se sienta y come.
Todos nos acomodamos y nos sentamos ahí durante largo tiempo, en silencio, el único sonido que se oye es el de la madera que cruje y cómo azota el viento afuera. Por primera vez en mucho tiempo, me siento relajada, mientras nos sentamos ahí, viendo las llamas, cada uno perdido en su propio mundo. No puedo evitar sentir que cada uno quisiera morir, cada uno a su manera.
Rose de repente refunfuña y llora mientras está dormida. Bree corre hacia ella y toma sumano, mientras Penélope lloriquea.
"Tranquila, Rose", Bree trata de calmarla, acariciando su cabello.
No soporto mirar, no soporto verla sufrir."Si no hacemos algo, ella morirá", le digo en voz baja a Logan.
Él hace una mueca. "Lo sé", dice. "¿Pero qué podemos hacer?"
"No lo sé", le digo, sintiéndome desesperada e impotente.
"Porque no hay nada que podamos hacer. Hemos recorriendo cientos de millas y lo único que hay son escombros. ¿Crees que si fueramos allá ahora, en la noche, en la ventisca, encontraríamos una ciudad en los siguientes kilómetros, antes de que se nos acabe el combustible? ¿Una ciudad que tenga el medicamento que ella necesita?" Él mueve lentamente su cabeza, negando. "Si vamos allá ahora, nos quedaremos varados. Si supiera que tenemos una oportunidad de encontrar lo que ella necesita, lo haría. Pero tú sabes tan bien como yo, que no es así. Ella está muriendo. Tienes razón. Pero si vamos allá, todos moriremos también".
Escucho sus palabras, indignada, pero al mismo tiempo, he tenido los mismos pensamientos. Sé que él tiene razón. Solamente está diciendo lo que todos pensamos. Estamos en una situación imposible. No hay nada que podamos hacer, excepto verla morir. Eso me hace querer gritar.
"No es que quiera sentarme aquí", dice él. "Necesitamos seguir adelante. Necesitamos armas. Necesitamos municiones. Y comida Mucha comida. Necesitamos provisiones. Y combustible."Pero no tenemos elección. Necesitamos esperar a que pase la tormenta".
Lo miro.
"¿Estás seguro de que encontraremos ese lugar que buscas en Canadá?", le pregunto. "¿Y si no existe?"
Frunce el ceño, en el fuego.
"Encuentra una mejor alternativa a lo que estamos buscando, dime. Encuentra un lugar seguro con suficiente comida y suministros, y me detendré. Rayos, hasta podría quedarme. No lo he visto. ¿Tú sí?"
Lentamente, de mala gala, niego con la cabeza.
"Hasta entonces, seguiremos adelante. Así es como yo lo veo. No necesito encontrar el paraíso", dice. "Pero tampoco me voy a plantar en un páramo".
De repente, siento curiosidad por Logan, por saber de dónde viene su instinto de supervivencia. Acerca de dónde vino él. ¿Cómo fue que terminó donde estaba?
"¿Dónde estabas antes de todo esto?", le pregunto en voz baja.
Él levanta la vista de la fogata, por primera vez, y me mira directamente a los ojos. Después, mira hacia otro lado. Una parte de mí quiere estar más cerca de él, pero otra parte no está segura de querer hacerlo. Todavía no estoy segura de qué pensar de él. Obviamente, estoy en deuda con él. Y él está en deuda conmigo. Eso es un hecho. Nos necesitamos mutuamente"para sobrevivir. Pero si nos gustaría estar juntos de otra manera, es algo distinto. Me pregunto si lo haríamos.
"¿Por qué?", me pregunta.
Así es él. Siempre reservado.
"Solamente quiero saberlo".
Él mira hacia la fogata, y los minutos pasan. El fuego hace un chasquido y estalla, y empiezo a preguntarme si me responderá en algún momento. Y después, habla:
"Jersey".
Respira profundamente.
"Cuando la guerra civil estalló, me uní al ejército. Como todos los demás. Fui al campo de entrenamiento, a capacitación, toda la cosa. Tardé años en darme cuenta de que estaba luchando en la guerra de otra persona. La guerra de algunos políticos. No quería ser parte de ella. Nos matábamos unos a otros. Era una tontería. Por nada".
Hace una pausa.
"Lanzaron las bombas y todo mi equipo fue eliminado. Yo tuve suerte—estaba en el subterráneao cuando atacaron. Salí, regresé con mi familia. Yo sabía que tenía que volver y protegerlos".
Él hace una pausa, y respira profundamente.
"Cuando llegué a casa, mis padres estaban muertos".
Hace una larga pausa.
"Dejaron una nota", dice, haciendo una pausa. "Se mataron uno al otro".
Él me mira, con los ojos húmedos."Creo que vieron cómo iba a quedar el mundo—y no querían formar parte de ello".
Estoy sorprendida por su historia. Siento una pesadez en mi pecho. No puedo imaginar por lo que pasó. No es de extrañar que por eso sea tan reservado.
"Lo siento mucho", le digo. Ahora lamento haberle preguntado. Siento que estuve husmeando.
"Sentí más pena por mi hermano menor que por mí", dice. "Él tenía 10 años. Lo encontré en casa, escondido. Traumatizado. Pero sobreviviendo. No sé cómo. Me lo iba a llevar a algún lado, cuando llegaron los tratantes de esclavos. Nos rodearon y nos superaban en números. Luché, maté a algunos de ellos. Pero no había nada que yo pudiera hacer. Eran demasiados.
"Me ofrecieron un trato: dejar ir a mi hermano si me unía a ellos. Me dijeron que nunca tendría que capturar a nadie—solamente hacer guardia en la arena".
Hace una pausa muy larga.
"Me justifiqué a mí mismo. Yo quería que mi hermano viviera. Y después de todo, me enteré de que había peores arenas que la Arena Uno".
Pensar en ello me llena de pánico. Nunca había imaginado que existiera algo peor.
"¿Cómo es posible?", le pregunto.Él niega con la cabeza. "Hay todo tipo de cosas horribles por ahí", dice él. "Pandillas. Caníbales. Mutantes. Y otras""arenas que hacen que la Uno, no signifique nada".
Él suspira.
"En fin, le di a mi hermanito dos pistolas cargadas, le dejé comida para dos semanas, mi moto y lo hice marcharse, hacia la Ruta 80, rumbo al oeste. Le dije que fuera a casa de nuestro tío Jack, en Ohio, si es que todavía se mantenía en pie. Por lo menos, era un destino. Me aseguré de que fuera a la carretera y que fuera en la dirección correcta. Esa fue la última vez que lo vi".
Suspira.
"Los tratantes de esclavos me llevaron, me hicieron ser uno de ellos, y yo hacía guardia en la arena. Durante meses, cada noche, yo miraba los juegos. Me daba asco. Veía llegar e irse a nuevas personas, cada noche. Pero nunca vi que nadie saliera de ahí con vida. Nunca. Hasta que llegaste tú".
Me mira.
"Tú fuiste la única".
Lo miro, sorprendida.
"Cuando te vi luchando, supe que había llegado mi momento. Tenía que dejar ese lugar. Y tenía que hacer lo que fuera para ayudarte".
Pienso y recuerdo cuando lo conocí por primera vez, en lo agradecida que estaba con él por ayudarnos. Recuerdo nuestro viaje al centro, cómo me atendió cuando estuve enferma, lo agradecida que estaba con él otra vez."Me dijiste algo una vez", le digo. "Te pregunté por qué lo habías hecho. Por qué me habías ayudado. Y dijiste que porque te recordaba a alguien". Lo miro, mi corazón se acelera. He querido preguntarle eso desde hace mucho tiempo. "¿A quién?"
Él mira nuevamente al fuego. Se queda callado mucho tiempo, me pregunto si me va a responder.
Finalmente, en voz baja, dice: "A mi novia".
Eso me deja pasmada. De alguna manera, no puedo imaginar a Logan con una novia. Lo imagino en el cuartel militar. También me sorprende que yo le recuerde a ella. Esto me hace preguntarme, ¿quién era ella? ¿Se parecía a mí? ¿Fue por eso que lo hizo? ¿El la ve a ella cuando me mira? ¿O realmente le gusto?
En vez de eso, solamente puedo reunir el valor para preguntar: ¿Qué pasó con ella?"
Lentamente, él niega con la cabeza. "Murió".
He preguntado demasiado. En otro momento y lugar, serían preguntas inofensivas; pero la época en la que vivimos, no es inofensia, y aquí y ahora, incluso la pregunta más inofensiva conduce a respuestas letales. Debí haber recordado lo que aprendí hace años: más vale no preguntar nada a nadie. Es mejor vivir en el silencio, en el páramo. Es mejor no hablar para nada.

Arena dos la Trilogía de la supervivenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora