Sentí una brisa bastante cálida, y al abrir los ojos estaba allí, en el infierno junto a Josh. Perfecto.
- ¿Has traído la Euphorbia contigo? - no me dejó ni cinco segundos para asimilar donde estaba, y ya empezaba con las preguntas.
- Si, Josh, si no, ¿para qué vendría al infierno sin ella? - hacía unas preguntas un tanto estúpidas. No sé como antes podía llegar a pensar que era un amor de persona.
Caminamos varios minutos, siempre en dirección recta. El infierno no era como me lo esperaba, no era todo rojo y lleno de llamas, que era lo que mi mente me dejaba imaginarme.
Era como una especie de cementerio, solo que encima de las tumbas los cuerpos de los Gladers, algunos Hijos de Luna infieles a su raza, y a saber que más había allí, estaban encadenados al suelo. Era un poco deprimente saber que nunca te podrás mover de allí. Bueno, en este caso Clerúm no se debería preocupar mucho, ya que en unos minutos estaría vivito y coleando.
- Oye, llevamos andando como media hora. Además parece que ya hemos pasado por aquí, ¿estás seguro que sabes donde está tu padre? - le pregunté ya cansada de tanto andar.
- Ya no queda nada, y no te quejes tanto.
- Es que aquí todo me parece igual - dije mientras me miraba las uñas, ya ni me molestaba en mirar por donde iba.
De repente me choqué con la espalda de Josh.
- Eh, ya hemos llegado, y levanta la cabeza, hay alguien que quiere verte - me señalo a un hombre de mediana edad.
Me quedé de piedra, no sabía si reír o llorar. Tenía a un hombre igual que mi padre en apariencia, pero su mirada era tan fría, eres imposible que fuera él.
- ¿Qué te pasa hija? ¿No vas a venir a abrazar a tu padre? - me preguntó con una sonrisa que lo único que me transmitió fue maldad.
- Tú no eres mi padre, él nunca estaría en el infierno atado con unas cadenas de hierro al suelo, él era fiel. Así que ya, dime quien eres - no me gustaban nada estos juegecitos.
- Vaya, nos ha salido la chiquilla con carácter - este cambió la apariencia. Sería un hombre de 40 poco de años, tenía el pelo castaño con alguna que otra cana, y al instante le reconocí del recuerdo cuando mataron a papá. Clerúm. Estupendo, tenía a padre e hijo al lado, en mejor compañía imposible.
- Bueno, os dejo solos para que Lesley haga lo que tenga que hacer. Yo tengo que visitar a un amigo. Y tú, ten cuidado de lo que haces - me señaló y se fue por donde habíamos venido.
Claro, tengo que tener cuidado, vaya que vuelva con mi madre teniendo a Clerúm delante. Espero que después de resucitarlo y todo ese rollo de la profecía Owen y Lesley hayan llegado ya al departamento donde están Ámber y mamá. Rezo porque hayan visto el mensaje.
- Bueno, y ¿qué tengo que hacer? ¿Solo meterme en tu cuerpo y clavarte la daga? - le pregunté.
- Sí, no es un procedimiento muy difícil - dijo como si estuviera cansado de tanto esperar. Y creo que era así, pero no me llegaría a dar pena, no después de todo lo que hizo.
- Está bien - dije. No recordaba muy bien como era eso de meterme en cuerpos ajenos. La otra vez fue muy fácil, solo lo desee con todas mis fuerzas, ya que Owen se moría por momentos.
Lo intenté varias veces pero no pude.
- Vaya, para ser una princesa y tan poderosa como dicen, no sabes controlar ni tus poderes, que vergüenza de raza... - este viejo cascarrabias.
- Si sigues hablando voy a tardar más, y tú vas a estar más tiempo aquí, así que te conviene callarte - lo intenté una vez más. Cogía aire y lo expulsaba lentamente. Decidí concentrarme en la idea de que tenían a mi madre. Era obvio que si pensaba en Clerúm nunca lo conseguiría, porque no deseaba en absoluto resucitarlo. Pero al pensar en como tenían a mi madre, atada, como me tuvieron a mi, me cayó una lágrima por la mejilla, y eso que tenía los ojos cerrados, ya que intentaba concentrarme.

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Euphorbia.
Teen FictionDebe ser frustrante no recordar mucho de tu pasado. También, que vengan un chico y una chica totalmente desconocidos diciendo que son Hijos de Luna y personas de aquel pasado que juras haber olvidado. Eso, le pasó a Lesley Vraie.