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Los contundentes bajos de la música rock llenaban el Foggy Bottom, golpeaban las paredes y resonaban en las plantas de los pies de Key, calzados en unos zapatos de piel de serpiente de color lavanda, como si fueran los latidos de su corazón. El aire en el interior del bar de Gyeonggi era denso y estaba cargado de humo de tabaco y del olor de la cerveza. En la habitación del fondo, una lámpara de techo iluminaba directamente la mesa de billar, y cuando Key se inclinó lentamente para preparar el tiro, una parte de él entró en el círculo de luz. Key miró al hombre que se encontraba en el extremo opuesto de la mesa, medio oculto entre el humo y las sombras. Tenía los brazos cruzados sobre el pecho de su camiseta de marine, y los músculos se le marcaban. Sostenía el taco con una mano. A la luz de la lámpara, lo único que Key alcanzaba a distinguir era que tenía las cejas fruncidas por encima de los ojos cafés.

Key se mordió el labio y sintió como si unas mariposas le revolotearan en el estómago. Se dispuso a tirar e intentó no pensar en lo que él y Minho iban a hacer más tarde esa misma noche. Aunque le habría encantado zumbar a Jonghyun con una pistola de descargas, lo último que necesitaba era que lo pillaran allanando su casa. Tenía los nervios de punta, y el malhumor de Minho empeoraba la situación.

-Bola seis en el agujero de la esquina -anunció Key, aunque dudaba que alguien pudiera oírlo. Las bolas chocaron y la bola seis entró limpiamente en la tronera más próxima a la pierna derecha de Minho. Key se incorporó, frunció los labios como si estuviera posando para un anuncio de pintalabios y sopló la punta del taco. Tal como había supuesto, la expresión de Minho se volvió un poco más ceñuda. Key tomó la tiza y se dirigió hacia él, pisando cáscaras de cacahuetes.

-Ya te avisé que soy un crack -le dijo mientras se detenía a su lado-. Puedes pagarme ahora.

-Tienes que dejar de inclinarte sobre la mesa de esa forma -respondió Minho-. Todo el mundo te está mirando.

-Creí que en eso consistía nuestro plan de operaciones -le recordó-. En llamar la atención. En escondernos a la vista de todo el mundo, ¿recuerdas?

-Pero nunca hablamos de que enseñaras el culo.

Key se miró. Observó la camisa de color púrpura que le llegaba al ombligo, así como el minishort de pitón. Debajo del minishort, llevaba un tanga de color púrpura para que no se le marcara.

-Dijiste que tenía que asegurarme que todo el mundo me viera. Creo que me han visto.

-Se suponía que tenías que venir aquí y sacudir la cabellera, como hacen todos los modelos de moda. -Lo miró y suspiró, desesperado-. Pero esto es otra cosa. ¿A qué viene ese peinado? Parece como si acabaras de acostarte con alguien.

Key sonrió y se pasó los dedos entre el cabello.

-Pensé que también se trataba de eso. De que la gente pensara que estamos juntos. ¿Es que soy el único que recuerda el plan?

-No, yo lo recuerdo. Es sólo que no tenía ni idea de que bajarías del avión vestido solamente con una diminuta piel de serpiente.

-Es de Dolce & Gabbana.

-Pues parece una pitón púrpura enrollada alrededor de tu culo. -Minho sacudió la cabeza-. Nunca debí dejarte bajar del coche vestido así.

-Minho -resopló Key, ahora tan exasperado como él-, tú no eres nadie para decirme cómo tengo que ir vestido. Así que ni lo intentes.

Minho dirigió la vista más allá de Key, hacia el bar.

-Pues tendré que partir algunas cabezas antes de que podamos irnos de aquí esta noche, y no estoy ansioso por hacerlo.

Key lo revela todo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora