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Key llegó al Hospital Central de los Cayos de Florida aproximadamente a las dos de la madrugada. Era la primera vez en muchos días que sabía qué hora era. Le asignaron una habitación individual para que estuviera en observación durante la noche. Sentía los brazos y las piernas muy pesados y no podía levantarlos. Se preguntó por qué no se moría de ganas de saltar de alegría. Había estado esperando ese momento desde el sábado por la noche. Había pasado un infierno, había tenido que luchar para sobrevivir, y ahora no sentía más que aturdimiento. En esos momentos, tenía insensible algo más que las puntas de los dedos de las manos y de los pies.

Un estado letárgico se había apoderado de él desde el momento en que él y Minho habían empezado a alejarse de la isla, y ese estado había ido empeorando cada hora. Pensó que debía de estar relacionado con la adrenalina que había consumido todas sus energías. Además, sólo había disfrutado de una comida decente en varios días.

No estaba seguro de cuánto tiempo habían estado a bordo de la lancha de los traficantes de droga, pero cuando él y Minho subieron al bote de los guardacostas, el médico de a bordo lo había examinado y le había diagnosticado hipotermia, deshidratación y agotamiento. El agotamiento era algo que él mismo podría haberse diagnosticado. Eso era fácil de detectar, pero la hipotermia y la deshidratación lo habían sorprendido. En especial la deshidratación, porque todavía los boxers empapados.

Le habían puesto el gota a gota y la habían obligado a quedarse tumbado en la enfermería. Mientras, Minho había estado charlando con el comandante en algún lugar del puente. Se había quedado solo, pero por lo menos tenía a Baby consigo.

Cuando llegaron al puesto de guardacostas, Key se sentía peor. Estaba tan cansado que le costaba pensar. Una ambulancia lo esperaba, y lo trasladaron hasta allí en una camilla, todavía envuelto en la manta que Minho le había dado.

Alguien le quitó a Baby de los brazos y Key rogó que lo dejaran con él, pero fue en vano. Le aseguraron que le darían comida, bebida y una excelente atención médica en el centro de acogida de animales local.

Minho habría podido hacer algo para que no se llevasen a Baby de su lado. Podría haberlos intimidado con la mirada, simplemente, pero Key no veía a Minho por ninguna parte. Se sentía extremadamente débil y desorientado y, aunque veía todo la que ocurría alrededor, era incapaz de encontrarle sentido.

Se fijó en el personal militar y médico, pero nada de lo que veía le resultaba familiar. Dirigió la vista más allá de las luces que iluminaban las instalaciones buscando a Minho, ya que no podía controlar nada de la que le sucedía. Estaba segura de que si lo encontraba, él lo arreglaría todo. Pero no lo veía por ninguna parte.

Al fin, mientras lo subían a la ambulancia, Key distinguió a Minho. Este le dirigió un rápido gesto de despedida y subió a un coche que le estaba esperando. Desapareció tras unas ventanillas oscuras y, luego, se marchó. Key sintió un pánico inesperado en la boca del estómago y se dijo a sí mismo que todo iba bien. Ahora se encontraba a salvo y no dependía de Minho. Ya no lo necesitaba.

Entonces ¿por qué se sentía así? Incluso ahora, que estaba en un cómodo hospital y en una cálida cama, ¿por qué sentía que lo necesitaba tanto?

-¿Cómo se encuentra? -Una enfermera con una bata malva y turquesa le tomó el pulso.

«Confundido», pensó.

-Cansado -respondió y, mientras se rascaba el cuello añadió-: Y devorado por los bichos.

-Le traeré un poco de calamina -le dijo la enfermera y le soltó la muñeca.

Poco después de su llegada al hospital, habían avisado a sus padres y le habían comunicado que éstos se encontraban ya en camino hacia Florida.

Key lo revela todo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora