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-Minho, ¿qué vamos a hacer con el dinero de Jonghyun? -le preguntó Key, en el asiento del copiloto del jeep.

Por si acaso los paraban, Minho le había indicado que volviera a ponerse lo que llevaba antes.

-¿Qué quieres hacer con él?

Key lo miró mientras se quitaba las botas.

-Donarlo a la beneficiencia -respondió, y tiró las botas detrás del asiento-. Quizá deberíamos meterlo en el buzón de alguna iglesia. -Key se desabrochó los téjanos, que fueron a parar al mismo sitio que las botas.

Key echó un vistazo rápido al perfil de Minho mientras se embutía en el short de piel de pitón. Minho, en actitud profesional, mantenía la vista clavada en la carretera.

Él todavía tenía la piel de gallina, y el corazón le latía deprisa. Recuperar esas fotos le había producido una descarga de adrenalina, y era una experiencia que a Key no le apetecía en absoluto repetir. A diferencia de Minho, él no tenía madera para embarcarse en misiones secretas y operaciones clandestinas. Moverse en la sombra y hacer estallar cajas fuertes no era lo suyo. Lo único que quería era recuperar el aliento.

Cuando se quitó el jersey vio que el sudor le bajaba por el pecho.

-¿Cuánto había en la caja? -le preguntó a Minho mientras introducía los brazos por la camisa y se la ajustaba.

Al no recibir respuesta, Key levantó la vista hacia él. A través de la oscuridad del jeep, Minho lo estaba mirando.

Lo examinó rápidamente, fijándose en la cabeza, en el pecho y el short que le llegaba a la parte superior de los muslos, peligrosamente cerca de la entrepierna y del tanga.

-No estoy seguro -respondió en tono distraído, como intentando distinguir el color exacto de su ropa interior-. Quizás unos mil.

-Seguro que ha ganado ese dinero con mis fotos -dijo Key alisándose la ropa.

Se puso de rodillas encima del asiento y, mostrándole el trasero cubierto con la piel de pitón, se inclinó sobre la parte trasera y guardó su ropa en la maleta. Luego la cerró, se giró y volvió a arreglarse la ropa, aunque no había gran cosa que arreglar. Se calzó los zapatos y bajó la visera del copiloto para mirarse en el espejo.

-Creo que de todo esto tiene que salir algo bueno -comentó mientras se atusaba el pelo con los dedos.

-¿Llevas un tanga?

-¿Has estado mirando?

-¿Mirando? Hablas como si no hubieses hecho todo lo posible por enseñármelo.

Key colocó la visera en su lugar y se volvió hacia él.

-Yo no te he enseñado nada.

Por supuesto, tampoco había hecho el menor esfuerzo por no enseñarle nada.

-Prácticamente me lo has restregado por la cara.

-Eres un retorcido.

-Y tú un provocador.

Ninguno de los dos volvió a decir nada hasta que Minho aparcó el jeep delante de un edificio de piedra viejo con una pared recubierta de hiedra. Key lo observó mientras él se ponía de nuevo los guantes de piel, sacaba el dinero de la mochila y se encaminaba a la puerta. Minho introdujo el dinero en el buzón.

-¿Qué lugar era ése? -le preguntó Key cuando estuvieron en la carretera de nuevo.

-La organización benéfica Light House -respondió Minho al tiempo que dejaba caer los guantes al suelo, junto a sus pies-. Ofrecen a los chicos de la ciudad material escolar y tutoría. Tienen un estupendo programa de orientación.

Key lo revela todo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora