Capítulo 3

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Narrado por Rubius


"Sus brillantes ojos azabache me observaban con una intensidad descomunal mientras sus labios se separaban levemente para emitir un suave suspiro, sus dedos largos y fríos presionaban mi cadera por cada pequeño movimiento de mi parte. El temor se sentía tan vivo que podía sentirlo en cada poro de mi piel, sin embargo no era capaz de alejarme, de detener sus intenciones, iba a besarme..."

Una fuerte punzada en la parte posterior de mi cabeza me hizo cerrar los ojos con fuerza, me mantuve inmóvil por unos segundos intentando amenguar el dolor o que al menos fuese soportable. Esto era un maldito coñazo. Palpe a mí alrededor intentando reconocer el lugar donde me encontraba y al segundo lo reconocí. 

-¿Mi habitación?- ¿Cómo había terminado aquí? Recuerdo bajar del taxi tan cansado como un muerto, y luego el dilema de subir la maleta. -Mierda...- Intente estirar los músculos de la espalda pero al instante otra ola de dolor apareció en esa parte, definitivamente había subido los diez pisos con la maleta en brazos, maldigo a mi edificio y su falta de elevador. Abrí los ojos poco a poco y en efecto, estaba oscuro, pero era mi habitación al fin y al cabo. Me percate que traía puesto la misma ropa del vuelo y que no me había quitado ni las zapatillas al dormir, estaba en una posición asquerosamente incomoda y había babeado mi almohada. Me urgía una ducha decente.

Con toda la fuerza de voluntad me erguí lo suficiente para sentarme en la orilla de mi cama y poner todos los huesos de mi espalda en su lugar correspondiente. Vi estrellas por el dolor que me causo. Estaba demasiado desorientado por lo tanto deduje que había dormido mucho. Esperé un corto lapso de tiempo para sentirme seguro y ponerme de pie. Lo primero que hice fue ir a la ventana para correr las cortinas y así terminar con todas mis dudas; Estaba oscuro, pero por las calles vacías o era bastante tarde o demasiado temprano. Comencé a quitarme todo lo que traía encima sin importar andar en pelotas por la casa, me sentía muy incomodo como para seguir con mi ropa, además lo más seguro es que Mangel está durmiendo... Y de repente un recuerdo me dejo petrificado; "Sin embargo no era capaz de alejarme, de detener sus intenciones, iba a besarme..." Un golpe en la puerta y un par de pasos terminaron por sacarme el corazón.

-¿Ya dehpertahte? Joeh macho, te creía muerto- El tono de su voz salió gangosa y ronca, como si no hubiese articulado palabra alguna en horas. Me observo de arriba abajo con los brazos cruzados desviando luego un poco la mirada a otra parte de la habitación, recordé que estaba desvistiéndome antes de que él apareciera pero por suerte mía aún tenía los boxers puestos. Yo seguí petrificado, sólo sentía el rostro arder y las piernas temblar. -¿Ehtás bien?- El cambio radical de su voz me hizo despabilar, se acerco a mí con cara de preocupación total importándole una mierda que yo estuviese casi en pelotas. 

-¿Qué-é has hecho Mangel?- Seguía estático, con la cabeza completamente en blanco sin poder mover ni un musculo, peor aún teniendo a Mangel a escasos centímetros. Me dedico la mirada más confusa que jamás había visto mientras seguía observando mi torso desnudo. Mierda...

-¿De qué hablah tío? Ehtás blanco coño, sabía que no debía dejahte dormih tanto...- Deje de escuchar lo que salía de sus labios pero observaba con mucha atención... ¡Un momento!.

-¿Qué horas son?- Mis piernas por fin reaccionaron moviéndose solas con destino a la cama donde recordaba haber palpado mi móvil. Sentí que se me iba la respiración del movimiento tan repentino.

-Son las 5 de la mañana, dormihte máh...-

-¡¿Dormí casi 24 hrs?!- Me senté de golpe sobre el colchón intentando relajar mi respiración. Esto era demasiado hasta para una persona tan vaga como yo. Vi la hora que me marcaba el móvil y en efecto, Mangel me decía la verdad, eran las 5:10 a.m. Tuve que parpadear como loco para aclarar la vista, aún miraba borroso y la luz de la pantalla del móvil no me había ayudado mucho que digamos. 

-Así es- Mangel se rasco el cuello caminando con lentitud hacia donde yo me encontraba sentado, tenía aún en su rostro la preocupación palpable y eso me enterneció, no sé por qué. –Llamo tu madre y me dijo que te dejara descansar, quizáh fue mucho tiempo pero intente dehpertarte y no reaccionabah, hace unas horas ehtuvo aquí Cheeto y nos aseguramoh que seguías rehpirando.- Sonrió divertido observándome detenidamente mientras tomaba asiento a un lado mío, una de sus manos se apoyo sobre mi hombro izquierdo frotando despacio tratando de reconfortarme, luego subió poco a poco pasando sus dedos superficialmente sobre mi mejilla terminando su recorrido al llegar a mi frente. Se sentía tan fría que me hizo tiritar.

-¿Qué haces?- Susurré cerrando mis ojos por inercia soltando al mismo tiempo uno de los suspiros más largos y cansados en mi vida.

-Me cercioro que no ehtés muriendo, ehtás demasiaoh pálido.-

-Me siento mal Mangel, no siento mi cuerpo y me duele todo...- Mi voz se escuchaba tan baja y cansada, ni siquiera podría decirse que era un susurro.

-Recuehtate, anda- Su mano que seguía en mi frente, bajo hasta posarse en mi pecho y ejerciendo un mínimo de fuerza termine tumbado de nuevo sobre mi colchón. –No has bebido ni comido naáh en todo un día, normal que te sientas así.- Su ceño se frunció sin dejar de observarme detenidamente; Otra vez esa mirada, comenzaba a fastidiarme de una manera poco normal, más que fastidiarme estaba exageradamente incomodo, me cohibía, era tan parecida a la mirada del sueño...

-Quita Mangel, voy a la ducha- De un casi salto estuve de pie en menos de lo que canta un gallo, me maree un poco y casi tropiezo con mis propios pies, pero la mano de Mangel evito que me estampara contra el suelo. Le observé perplejo mientras de un fuerte jalón deshice el agarre sobre mi antebrazo, estaba demasiado alterado, confundido y mareado como para razonar conmigo mismo. Mangel sólo observo en completo silencio como giraba en mis propios talones y salía de mi habitación yendo directamente a la ducha. 

Estando dentro del baño no hice más que concentrarme en que el agua estuviese lo suficientemente caliente para no contraer una gripe de las de aquellas, el clima no estaba como para darse una ducha a las 5 de la mañana. Luego de 10 minutos en completo silencio ha excepción del sonido que hacia el agua de la regadera, escuche como tocaban a la puerta. Suspiré. 

-¿Qué ocurre?.- Cerré de la llave para poder escuchar con claridad la voz de quien sabía se encontraba del otro lado de la puerta.

-¿Ehtás bien?.- Musitó de manera un poco lastimosa. Me sentí estúpido y culpable, era como la quinta vez que me hacía la pregunta y no dejaba de comportarme como un imbécil. Salí por completo de la ducha enredando una toalla alrededor de mi cintura antes de abrir la puerta del cuarto de baño. Mangel estaba frente la puerta con las manos resguardadas dentro de sus bolsillos y con la mirada perdida sobre sus calcetines, siempre iba así por la vida. Me observo algo sorprendido en el momento que me vio salir.

-Si lo estoy Mangel, lo que pasa es que dormí 24 horas, me muero de hambre y estoy más irritado que una tía con la regla.- Me acerque a él riendo por mi propia explicación, era urgente quitarle tensión al momento, y tenía que hacerlo yo. Respondió de la manera que yo esperaba que lo hiciera, soltó una carcajada y en ese momento su rostro se relajo por completo. Por supuesto suspiré de alivio.

-Anda, ve a abrigahte, prepararé el desayuno.- Me dio un pequeño empujoncito para luego girarse en sentido contrario hacia la cocina. Me quede un segundo observándole hasta que se perdió de mi visión. El frió me calo los huesos así que corrí hacia mi habitación. No podía estar del todo tranquilo, me rallaba la situación a la que últimamente me enfrentaba. Comencé a ponerme lo que sería mi mejor pijama: unos pantalones de chándal y el buzo más viejo que tenía en el armario. Me di un segundo para respirar y calmar mi cabeza... Instintivamente me lleve dos de mis dedos a mis labios rozándolos superficialmente; Ese puto sueño me estaba tocando la moral, precisamente porque era un recuerdo disfrazado de sueño.

Ángel de papel - RubelangelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora