Capítulo 4

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Narrado por Rubius

Para mí despertar pronto es sinónimo de "recordar", y eso es porque me gusta recordar el pasado ¿Por qué? Ni puta idea, es complicado explicar... mi madre siempre me lo ha repetido: "Eres una persona demasiado complicada", y ahora que lo pienso solo me he complicado la existencia con ello.

De pequeño recuerdo darle muchas vueltas a las cosas, tantas vueltas que terminaba agobiado y cerrándome por completo. Por ejemplo, como cuando conocí a Mangel. Acababa de mudarme permanentemente a Madrid, tenía recién cumplido los 6 años y era un mundo completamente diferente, un mundo que no entendía al igual que el mundo no me entendía a mí.

Escuchaba a mi madre repetir tantas veces que teníamos mucha suerte de vivir en aquel vecindario, que era precioso y que lo mejor de todo eran las fantásticas personas que vivían en él. Sin embargo, seguía sin entender la situación que afrontaba, y la odiaba sin ser consciente de ello, odiaba tener que ser paciente, odiaba tener que adaptarme y no entendía que había hecho mal para tener que lidiar con ello... Y entonces apareció él.

Mangel siempre ha sido una persona bondadosa, amable y prefiere dar que recibir. Nuestro primer contacto directo se basó en miradas confusas de mi parte, y un entusiasmo agobiante por su parte. No le importó no ser correspondido, no le importó que yo me alejase. Tuvo tanta paciencia afrontando la barrera del idioma ya que, a pesar de mi nulo manejo del español, nos entendíamos con acciones... con simples risas y miradas.

Todo eso y más logró Mangel por sí mismo con tan solo 6 años de edad, sin mi ayuda ya que como lo ha repetido mi madre; "Soy una persona tan malditamente complicada". Quizás el ser "complicado" o el negarme a conocer a Mangel era por simple miedo a que me rechazase, y es algo que nadie logra entender, ni siquiera yo lo tengo aún claro. Me alejo de las personas por miedo a que no me acepten o no les guste el cómo soy, por lo tanto, me cierro para que no puedan herirme, es cuando sale a flote mi faceta tímida y cohibida.

Y claro que tengo mis teorías respecto a mi inseguridad. Quizás por el trauma del divorcio de mis padres, quizás por las idas y venidas a Madrid, quizás porque simplemente fui y siempre seré una persona reservada, miedosa e incluso cobarde, quizás me da alergia el contacto con otros seres humanos.

Y sí mamá, si soy complicado... pero deje de serlo <<tan solo un poco>> con ayuda de Mangel, y aunque a veces no recuerdo lo que desayuné por la mañana, no puedo olvidar aquel día...

Habían pasado 3 días de habernos instalado en la nueva casa a las orillas de Madrid, mi madre me había insistido en salir a dar una vuelta al vecindario con la promesa de quedarnos en un parque cercano a comer helado, y claro que ningún niño en su sano juicio rechaza eso.

Recuerdo salir de mi nueva "casa" y sentir aquella brisa cálida que me derritió por completo, la sensación sobre mi piel no era molesta ni mucho menos, pero era algo tan nuevo que me asustó y que hizo que me aferrase fuertemente a las piernas de mi madre. Aquello fue todo lo que necesité y he necesitado durante toda mi vida para afrontar los cambios. Su presencia.

Me apartó de sus piernas tomando mi mano con la mayor suavidad posible y me prometió dos helados en lugar de uno, me explicó que lo cálido no es peor ni mejor que el frío, y que viviendo aquí podríamos ir a una piscina cada finde. En ese momento por primera vez estando en España, relaje los músculos y deje que mi madre me quitará la chaqueta que traía puesta durante un Madrid veraniego. De esa forma comencé a aceptar el cambio.

Apenas habíamos salido del pórtico cuando alguien llamó mi atención; Una cabeza morena de cabellos ondulados pasó corriendo entre arbustos y rosales. Recuerdo que vino a mi mente aquel niño que vivía enfrente de mi casa de Noruega y por un momento me sentí en mi hogar.

Ángel de papel - RubelangelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora