Narrado por Mangel
Al abrir los ojos me encontré sentando en la esquina de una amplia y blanca habitación. No entendía en donde me encontraba, de hecho, ni siquiera podía recordar nada.
Palpé toda la extensión de mis piernas y parte de mi torso buscando encontrar algo fuera de lugar, porque a pesar de que la habitación brillará como un faro gigantesco, no podía ver absolutamente nada.
Era tan extraño.
Pensándolo bien, la sensación era como la de estar viendo una película: Lo ves todo y lo sientes de igual forma, pero la realidad es que no estás viviendo lo que ves en la pantalla. Justamente eso.
Podía sentir mi cuerpo ¡hasta lo estaba tocando! Pero era ajeno a mi persona.Me incorporé usando toda la energía que mi mente poseía, ya que mi cuerpo estaba más rígido que un tronco. Me costaba mucho tomar bocados de aire, aún más sintiendo la pesadez de este mismo. Era similar a respirar estando en la playa.
Busqué a tientas un soporte para poder caminar y dirigirme a la salida de la habitación que, aunque no la veía por ninguna parte, algo me impulsaba a ir hacia lo desconocido.
Cuando pude dar un paso al frente, la sensación de pesadez se esfumó al instante y me vi a mi mismo flotar como si mi cuerpo fuese tan lívido como una pluma.
Lo que era la habitación se transformó en un "nada". Las paredes desaparecieron y no podía entender cuál era el inicio o el fin del lugar.Era como ver hacia el horizonte en el océano.
Y aquí estaba yo... Flotando en ninguna parte sin siquiera inmutarme, como si fuese lo más normal del mundo.
—Cierra los ojos Mangel...
Al instante de escuchar esa voz mis ojos se cerraron como si de un comando automático se tratase. Mi cuerpo dejó de ser un objeto ingrávido y la única imagen que se presentó en mi mente fue la de un millón de plumas a mi alrededor, siendo yo parte de ellas.
La sensación consumió todo mi interior y para cuando mis ojos exigieron abrirse, me encontré en mi propia habitación con la cama bien hecha causándome una extraña impresión.De pronto mi atención fue puesta hacia dos chavales que se adentraron a la habitación, sorprendiéndome en demasía que mi presencia no les causará sorpresa.
—Ya te lo dije Ricitos, no tengo permiso ni para salir a tu casa —Bufó el azabache sentándose de mala gana en la silla frente al escritorio de la PC, mientras que el rubio se cruzaba de brazos viéndole con mala cara. —Podemos quedarnos y jugar por fin con cal...
—¡¡No, prometiste ir conmigo joder!!
El azabache se levantó de un salto de su asiento, dirigiéndose hacia la puerta para cerrarla con cuidado.
—¿Quieres callarte? Te escuchara mi mamá —Susurró poniendo cara de pocos amigos. —Además, si tantas ganas tienes de ir... Ve sin mí. No tengo ganas de aguantar a tus amigos del club. Son un montón de gilipollas.
Para cuando terminó la oración, el rubio estaba a punto de desmayarse por lo tan ofendido que lucía. Dio varios pasos hacia atrás como si acabara de recibir un puñetazo.
Yo trataba de no respirar para seguir siendo invisible ante sus ojos.
—¿Cómo te atreves a decir eso Miguel Angel? —Refunfuñó el más alto haciendo hincapié en el nombre mencionado.
El azabache rodó los ojos al notar la sobre-reacción del contrario. Giró sobre el respaldo de su asiento y comenzó a prestarle más atención a la partícula de polvo de sobre su escritorio que a la persona que le reprochaba con exageración.
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Ángel de papel - Rubelangel
FanfictionRubén y Miguel Angel han sido mejores amigos desde los 6 años. Han compartido los momentos más felices de su vida... como también los más frustrantes y dolorosos. Cuando Rubén comienza a percibir un pequeño cambio en su forma de mirar a su mejor ami...