Capítulo 10

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Narrado por Rubius


Por segunda ocasión en mi larga y alcoholizada noche, por arte de magia la borrachera se esfumó de mi sistema en menos de un segundo. Y por instinto de supervivencia, mi puño salió disparado a quién se había abalanzado sobre mi como un animal hambriento.

Todo ocurrió tan de prisa que tropecé con mis propios pies cayendo de espaldas, al mismo tiempo que mi atacante caí sobre sus pies gracias al puñetazo que acaba de propinarle.

Un chillido se escuchó de inmediato.

—Joder tío... me has reventado... ¡JODER! —Entre la penumbra podía distinguir a un Mangel cubriéndose parte del rostro, específicamente sobre la nariz, mientras chillaba y soltaba improperios hacia mi persona. Yo me encontraba muy desorientado como para reaccionar.

La rabia que se había instalado en mi cabeza por las acciones de mi mejor amigo me sobrepasaba. Me sentía idiota y utilizado, y no sabía exactamente por qué.

—¡Deja de ser un idiota por una jodida vez en tu vida Mangel! —Dije rabioso. Tomé la almohada que se encontraba tirada a un lado mío, y con saña la tiré directamente a su cara. Tenía tantas ganas de volver a darle un puñetazo, que las manos me temblaban.

Observé con la vista nublada hacia su posición, y por un microsegundo me preocupé. Estaba sangrando.

—Joder Rubius... —Dijo con la voz quebrada y dolida. —Cálmate...

—¡Como coño quieres que me calmé! —Le interrumpí colérico. —¡Deja de hacer las cosas impulsivamente! —Me levanté de un salto de mi lugar, provocando que me diera vueltas todo mi alrededor durante unos segundos. Al fin y al cabo, seguía bajo efectos de la droga/bebidas.

Mangel se alejó de mi como pudo permitírselo su situación. Aún chillaba cada que rozaban sus dedos sobre su nariz intentado retirar la sangre que esta emanaba. Al ser consciente de eso, mi rabia fue remplazada por arrepentimiento.

<<MIERDA>>

Se levantó de donde se había desplomado luego del puñetazo y tomó una camiseta del suelo, colocándosela sobre su nariz intentando parar la hemorragia.

—A mi me vienes a decir que no sea impulsivo, y tú eres quién me revienta la nariz. ¿Quién es el idiota? —Dijo con tono sarcástico. Entendía que el golpe lo hubiese desorientado, ya que lo único que hizo fue pasar a mi lado y sentarse sobre la cama.

Yo estaba completamente inmóvil y sepulcralmente callado, esperando a que la situación se calmará. Mangel no tenía derecho a reclamarme nada. Mi reacción había sido de lo más natural en mí, y es por eso que lo único que se escuchaba en la habitación, eran los pequeños jadeos de dolor por su parte.

No sé cuanto tiempo pasó cuando se volvió a escuchar la voz de Mangel.

—Lo siento... —Dijo en un hilo de voz. —Creo esto es demasiado para ambos...

—No lo sientas Mangel... —Le interrumpí. Mi tono era un completo y rotundo reproche. —Tampoco te arrepientas de las cosas que haces, pero por Dios... —Dije girándome sobre mis talones mirándolo de frente. —Tienes que dejar de hacer las cosas porque sí, me tienes hecho un lío macho. —Me acerqué lentamente hacia él, observando cuidadosamente su nariz dañada. Me aterré al pensar en que probablemente se la habría roto. Mi camiseta estaba empapada de su sangre, y esa no era una buena señal.

—Quita esa cara... no me duele tanto —Dijo divertido, quitándose la camiseta de sobre su nariz para poder hablar bien. La forma natural de esta aún seguía intacta, y eso me relajó un poco. —Recuerda que pegas como niña, apenas y me has rozado —Dijo comenzando a reír. 

Ángel de papel - RubelangelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora