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La lluvia siempre ha sido su espectáculo favorito. Cielo nublado, el antagonista del cielo azul que odia. Aunque tampoco despreciaba un buen día de verano.

Hace meses no se sentía tan plácidamente feliz, la vida de una extranjera no es tan sencilla. No hay nada como casa, no hay nada como el hogar. Sin embargo, ahora parecen que las cosas mejoran en su entorno... Al menos desde que la conoció, esa tarde el cielo también estaba vestido de nubes grises, y ahí estaba ella. Por pura casualidad... O no.

-Sí, perfecto... No, no, no, no se preocupe por eso- Atendía una de las varias llamadas que últimamente había estado recibiendo para ser contratada en eventos y talleres-. No hay costos adicionales por eso, no se preocupe.

Hace mucho que no recibía una llamada de trabajo, ya había dejado muchas de sus tarjetas y volantes promocionando su trabajo por toda la ciudad y haciendo fotos y marcos gratuitos, sin embargo si conseguía algo un par de veces en el mes era demasiado. Ahora todo está mejorando, después de tanto tiempo todo está mejorando. Era hora de desempolvar sus cámaras, sombrillas y trípodes.

Abrió el armario fotográfico, como lo llamó Ana después de remodelar y acomodar todo por rincones y nombres. Sacó su Polaroid y le hizo una foto a la ventana empapada del rocío de la lluvia que ya disminuía. Una foto perfecta, como todas las que hacía. Tenía consigo fotos de todo y toda clase, excepto fotos de ella misma, amaba retratar el mundo, pero no retratarse a si misma.

-Con doble t. Sí, exacto... Muy bien, nos vemos pronto. Un gusto hablar con usted- Despidió la llamada luego de deletrear su nombre a su cliente. Tercera llamada para anotar en los registros, estaba teniendo una semana redonda.

Se sentía bien empezar a tener algo de éxito después de que nadie creyó en ella. Después de que su familia dudara de ella.

-¡Perfecto!- Celebró para si misma con euforia. A la celebración le faltaba algo... Bueno, alguien.

Tomó una taza de té y asomó por la ventana empañada -¿Donde estás ahora?- Susurró para si misma.

Ya lo había hecho en ocasiones anteriores, pero cada vez que lo hizo pareció como la primera vez. Esa chica era rara. Su chica era rara. Wow... "Su chica", no dejaba de escucharse tan genial en su cabeza. Esa extraña pelirroja con tez misteriosa y voz tenue, lucía cansada, lucía tan humana cuándo la vio por primera vez. Anahí. Había pasado poco tiempo, pero se había llenado suficiente de ella... Cosa que nunca osaba hacer con alguien. Pero se sentía bien, demasiado bien. Aunque en su mente ya sabía que en algún momento terminaría, siempre tuvo claro que todo buen momento no dura demasiado, pero pueden ser las mejores horas que hayas tenido.

En común tienen el misterio en sus pasados, y ahora ambas solamente cuenta con la otra. Bett y Anahí. Anahí y Bett.

-Debería salir a buscarla...o no... Yo creo que sí - Dijo para si misma. Otra de sus manías, extrañas al menos para ella. Hablar consigo misma en voz alta ya era algo totalmente natural en ella.

-No. Quizá se enfade conmigo. Pero...- Suspiró- Esperar.







Nube gris en el cielo azul.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora