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La noche finalmente abrazó la ciudad... Se sentía bien, como si finalmente hubiese podido controlar aquella caída libre, aunque quizá no haya terminado esa caída. Si la montaña es alta, es ella quién decide cuándo habrás terminado de caer.

*  *  *  *

Han estado compartiendo anécdotas e historias graciosas sobre sus familias, que a lo mejor no son tan graciosas, pero evidentemente ninguno quería caer en un momento incómodo... Y mucho menos ahora.

—Entonces, ¿Jamás tuviste que soplar las velas en ninguno de tus cumpleaños?

—Jamás, ya era demasiado el trauma... Es decir, es obvio, a ningún niño de siete años le quedan ganas de volver a soplar las velas de su cumpleaños después de haberse quemado su adorado flequillo infantil.

Solo han pasado un par de horas y esta segura... al menos casi segura; ¿Cuándo fue la última vez que lo estuvo? Bien, a menudo lo está, pero particularmente con este sujeto no había alcanzado a estarlo.

Sí, engañó a su mejor amiga. Eligió estar con él antes que con ella. Fue difícil decidir, claro, pero las consecuencias de una decisión no te preguntan si te fue difícil decidir.

—Vaya— Ríe con fuerza mientras trata de caminar más o menos bien sin que las carcajadas descordinen sus piernas—. Eso es demasiado cruel.

—Y eso explica porqué casi siempre estoy rapado—. Concluyó Chris de manera más o menos graciosa.

—Para tu fortuna... No se ve tan mal.

—Eso decía mi madre— Añadió sonriente —. Quizá eso explique porqué me fui de casa joven.

Después de darle vueltas a la plaza y sus alrededores durante casi una hora, de nuevo deciden sentarse, frente al carmesí de un BMW deportivo.

—No creí que tuvieses tantas cosas que contar— Agregó Reyna, que dudaba si recostarse en su hombro o no... A veces parecía como si fuese su primer novio, su primera cita, su primer absurdo anhelado, quizá todo en su vida ameritaba en ella ser como la primera vez.

—Bueno, si no sacudes un árbol, éste jamás dejará caer sus hojas.

—Vale, te seguiré sacudiendo más seguido.

Lo hizo. Finalmente lo hizo. Como la primera vez... Tomó de su mano, puso su cabeza en su hombro, sin importar la textura de la T- Shirt que él traía.

Basta de seguir con historias, ya era hora de seguir escribiendo la suya.

—Oye...

—Está bien. Estamos bien.

El chico suspiró aliviado...La quiere, realmente la quiere y ambos lo saben.

—Vale... ¿Quieres ir a mi casa?

*  *  *  *

—¿Quién hace estás descripciones para las fotos?

Hizo un gesto casi indescriptible hacía el mural completo.

—Tu servidora aquí presente— Bett le sonríe—. Tengo que sacar partido de tantas cosas cursis que escribo.

Anahí sigue expectante ante cada mural, ante cada fotografía. ¿Cuándo fue la última vez que una simple foto le transmitió sensaciones, e incluso le hizo querer gritar o llorar eufórica?

—Mantienes toda tu vida en una fotografía, en una simple fotografía... No hay nada más. ¿Es como un súper poder, sabes? Congelas momentos, para que de alguna forma puedas volver a vivirlos después, ésta vez con solo una mirada.

Recién han llegado al estudio, bueno, a la casa estudio de Bett. Casi seis docenas de imágenes a lo largo del pasillo principal y la sala de estar, que básicamente es sala de estar para cámaras, carretes, postes, pergaminos, baterías y demás. Está claro que tiene su vida plenamente dedicada a la fotografía.

—Es impresionante— Añadió Ana —. Causa un poco de miedo, pero es impresionante.

—Lo aprecio, creo que esta es toda mi vida.

—Me sorprenden las personas que se dedican a una sola cosa en toda su vida— Esbozó Anahí mientras observaba una fotografía un poco particular.

—Te das cuenta tarde de lo que quieres, sin embargo jamás habías estado más seguro de ello— Sonrió—. Es por eso quizá que no lo dejas jamás, supongo que es mi caso.

—¿Qué es?— Preguntó señalando el cuadro.

—Oh... Esa, la hice hace mucho— Accedió y bajó el cuadro de la pared—. Es una especie de alce.

—Se ve un poco extraño.

—Porque está muerto.

Anahí se gesta de manera desconcertada. —Pero... está de píe, y mirando a la cámara.

—Lee el revés.

—"Tu cuerpo no necesita verse mal para que estés muriendo. Se muere de muchas formas; despierto, dormido, riendo, te mueres mientras estás viviendo. La muerte no es tu cuerpo descompuesto, es tu alma vacía... Mirame, se nota en tus ojos."

Después de leer, Ana tardó un poco en entender, pero automáticamente se vio ahí, en aquella imagen, en lugar del alce, estaba ella. Ella. Junto con ella. Parece una maldición de película de terror sentirse así. ¿Estaba muriendo en vida?

—¿Todo bien? —Bett buscaba su mirada.

Anahí seguía enganchada a la fotografía.

—Ana... Anahí—. Insistió.

—¿Eh? Sí, me parece muy guay— Reaccionó a los tropezones.

Bett puso el cuadro en su lugar. —Traeré algo para tomar y hablamos un poco ¿Te parece?

—Eh...—Dudó un poco, pero a estás alturas solo quería seguir en caída libre — Seguro.

Nube gris en el cielo azul.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora