16 de Enero

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La chica de las cuerdas flojas.

Y de la vida, también.

Lo que ella quería era a un chico 

que le escuchase de la misma forma

en que escucha su canción favorita.

Es triste, deprimente y corta-venas,

pero es un puente precioso para cualquier suicida.

Quería que la mirase como quien mira las estrellas

cuando ha perdido la fe en todo,

hasta en sí misma.

Que creyera en ella como lo hace la magia

con las estrellas fugaces.

Siempre fue un cero a la izquierda,

pero quería que alguien la pusiese

como

la número

uno

en su vida,

en sus insomnios,

en sus mejores planes,

en sus peores pesadillas

y en sus más oscuras fantasías.

También buscaba que la sacaran de sus casillas

y que la pusiesen en las suyas.

Odiaba la soledad, 

pero amaba estar sola. 

Se contradecía siempre,

amaba lo que odiaba

y odiaba lo que amaba. 

Complicada, pero preciosa.

Soñaba con ir a Francia,

con una cena en una habitación con vista a la Torre Eiffel,

con un paseo en Venecia,

con nadar en California Beach, 

con una noche desenfrenada en Las Vegas,

con un atardecer en el rascacielos más alto de Manhattan

y Los Ángeles soñaba con que pisase suelo americano

algún día.

Cómo dejar de escribir sobre ella,

si tiene unas ojeras preciosas.

Las más preciosas de la ciudad

y hay muchas chicas por acá, 

pero ninguna como ella.

Tendrías que verla

para dejar de pensar en la perfección

y concentrarte en el punto infinito

que es quererla.

Rompe las rutinas 

y el vidrio de las ventanas

y baila sobre los cristales rotos.

Y le sangran los pies

y ella ríe fuerte


Todo lo que no dijeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora