Taylor pov:
Por suerte sabía nadar, no recordaba que estas piscinas fueran tan profundas. Pensé que esto sería relajante pero con los ruidos, todo lo que había que hacer y tratar de no ahogarme en el proceso, me agotó. Tal vez tenía muchas expectativas sobre este deporte o lo qué pasó con Liam me desvió.
Traté de no pensar en eso pero cuando me sumergía varios recuerdos llegaron a mi mente. Sentía culpa y autocompasión por todo lo qué pasó, situaciones que pasaron que ya no deben estar presentes en el ahora. Supongo que todos tendemos a repetir en nuestras mentes momentos de alta sensación emocional.
Volviendo al ahora, Liam tuvo un poco de razón, me di unos buenos tragos de agua con un "ligero" sabor a cloro, si alguien me pregunta, fui la mejor de la clase.
Hablé con el entrenador, le conté sobre mi situación que estudio y trabajo, y el mismo me asignó los martes y los jueves, es que en verdad son mis únicos días libres y los fines de semana el centro no labora.
Me sequé lo más que pude, obvio me duché para bajar un poco los químicos que tenía la piscina, pero ya era tarde y me iría caminando, el sol aún estaba afuera, poco pero me basta para ver.
Al salir me dio hambre y tenía un fuerte antojo de helado, de pistacho para ser más precisa. Por suerte cerca de la casa hay una heladería a la cual voy seguido con mi madre.
Vi el puesto, al llegar saludé a quien me atendía y ordené el helado, a mamá le gustan las paletas de sabores así que le llevé una de coco. Pagué todo y salí.
Salí de la tienda caminé un poco hasta la casa, falta poco y por cosas de la vida miré hacia la izquierda y me paralicé. Tenía al frente el hombre que me atacó sexualmente. La ira que traía por él la tenía almacenada porque si no enloquecería, pero teniéndolo aquí de frente solo tenía ganas de vomitar de la ansiedad y el miedo.
Quería pedir ayuda pero mi voz parecía no escucharse, tampoco habían más personas a mi alrededor. La mente a veces juega sucio, es probable que esté rodeada de gente como en un estadio. Solo quería llegar a casa. Continué caminando pero más apresurado, no quería llamar la atención de ese animal.
Sentía que me seguía, miraba hacia atrás y lo veía más cerca. No podía ver al frente por lo que choqué con un hombre alto, castaño, ha de tener unos 40 años y estaba paseando con su perro. Estaba muy asustada, ya no sabía quién era quién.
—Señorita ¿se encuentra bien? —pregunta tomándome por los hombros, estaba muy agitada.
—No, necesito ayuda —dije y miré a mi alrededor pero el animal ya no estaba.
—Claro que sí pero primero debe sentarse y respirar un poco —dijo e intentó que me sentara en la banca que estaba a un costado de nosotros.
—Debo llegar a mi casa —le dije y me levanté, no quería estar más en la calle.
—Está bien, vamos, soy Francisco y este es Jarvis —dijo presentándose y al lindo golden que lo acompañaba—, ¿cómo te llamas?
—Taylor —dije, estaba regulando mis nervios.
—Ok Taylor es tarde, una chica no debería andar por estas calles sola, ¿es lejos donde vives? —pregunta, sí que se tarda este señor.
—No mucho, solo quiero que me acompañe, un hombre estuvo siguiéndome muy de cerca y tengo miedo de que me ataque —le expliqué.
—Vámonos entonces —dijo y le dio la señal a Jarvis para que andara.
Por suerte no estaba tan lejos, caminamos en silencio la mayor parte del tiempo. El señor me contaba sobre él, tal vez para que le tomara más confianza, yo mientras jugaba con Jarvis. Por un instante pensé que ese animal nos estaría siguiendo y varias veces miraba detrás mío, ojalá que no.
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¿Sirviéndote?
Teen FictionMi madre tiene muchos problemas financieros y los ayuda a pagar trabajando como sirviente en la casa de unos ricos que gracias a dios son muy amables y humildes. El caso es que mi madre no tiene el dinero necesario para pagar mis estudios por lo que...