Capítulo 1

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—¿Taylor? Taylor... —escucho como dicen mi nombre con una dulce voz —, Taylor despierta.

Con pereza abrí los ojos de apoco, acostumbrándome a la luz ya que mi mamá había abierto todas las cortinas.

—¿Qué horas es? —pregunté estrujándome los ojos.

—Las seis. Iré al super a comprar los víveres —dice parada entre medio de la puerta—. Ah, casi se me olvida, los hijos de los señores Evans vienen hoy ¿te importaría limpiar sus cuartos?.

—Mamá...

—Sí, gracias te amo —sale por la puerta. Pero al segundo se devuelve, ¿habrá dejado algo?—. Sus nombres, casi lo olvido, Liam y Alice, diviértete adivinando cuál es cuál —sonrió y salió cerrando la puerta, tan sarcástica como siempre

No entiendo, mi mamá fue a la universidad y se graduó de abogada ¿por qué trabaja como sirvienta en una casa?.

Mejor me alisto rápido y organizo sus habitaciones antes de que vengan... no quiero toparme con unos engreídos que no soportan ver una pelusa en el suelo. De igual forma, me levanté y arreglé lo más que pude, no tardé tanto ya que como verán... si te la pasas limpiando, no creo que ir maquillada a la guerra sea la mejor opción, y me gusta no usar.

No tuve tanta suerte, justo cuando salía del cuarto de servicio, me los encontré ya en el vestíbulo. No supe que hacer ni que decir, solo me quedé ahí, estática, observando a la chica quien miraba la decoración de la casa con asombro, supongo que ha cambiado bastante desde su última vez aquí, y pues al chico, quien al parecer no le importaba el ambiente. Posaron su mirada en mí por algunos 3 segundos e hicieron como que nada.

Ni un saludo o gesto, ¿será qué estoy sucia? Pero si no he empezado. A de ser por el uniforme...

Sé que tengo que ir a darles la bienvenida, no puedo hacer como que no llegó nadie, y menos si se trata de los hijos del dueño. Por cómo se ven, tal vez solo se limiten a sonreírme, y la verdad, me basta con eso.

–Hola, bienvenidos nuevamente –saludé amablemente.

No recibí más que una mirada, no sé ustedes pero yo me siento más que saludada. Tal vez piensen que soy una odiosa pero pues, no suelo interactuar muy a menudo con la alta sociedad y siempre creo que haré el ridículo.

Dejando mis ironías de lado, dos trabajadores llegaron con sus maletas. Maldición, por estar siendo cortés dejé de lado mis obligaciones, me levanté temprano pensando que llegarían como a medio día, supongo que su jet privado estuvo listo mucho antes.

—Mamá, quiero descansar, el viaje estuvo muy largo y molesto, más a la hora en que alguien —dijo mirando al chico a su lado—, me levantó.

—Quería llegar antes —dijo encogiéndose de hombros. Debe ser Liam, a menos de que sus padres sean creativos y le hayan puesto nombre de mujer, nunca se sabe.

—Está emocionado —dice Alice quien miró a su mamá sonriendo.

—Y me parece muy tierno —dijo Eleanor, su madre, quien le da un beso en la mejilla—. Pero me temo que los cuartos no están listos —me miró arqueando una ceja, no en forma de reprocho, ella no es así con sus empleados.

Me pasa por quedarme a escuchar, solo debí saludarles y empezar con la limpieza. Pero no lo sé, ¿no se vería mal que me fuese?

Bastó con esa mirada, me disculpé y subí las escaleras. Pero estoy algo sorprendida, me di cuenta que no traje mis armas, genial, bajar 24 escalones, ya estoy haciendo el ridículo inconscientemente. Me asomé por la baranda y vi que pasaron al salón, bien, no quiero parecer torpe.

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