2.4. Muriendo lentamente

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Fui a buscar mi cargador en la sala y las luces ya estaban apagadas. Creí que lo vería pero es mejor así. Me siento avergonzada por lo que ha pasado y no quiero más dramas.

[...]

Desperté y no gracias a alarma que tengo programada, ¡ya el reloj está en mi cuerpo! Aún así no me fiaré y dejaré la alarma disponible.

Ando de buen humor y con mucha energía. Quiero ser feliz, ir a clases, natación, tener un día tranquilo sin Liam y sin dramas. Me duché y cambié para arreglar el bolso con las cosas que llevaría a la escuela, después salí a la cocina por agua y volví al cuarto. Ordené mi cama y hasta un pequeño desorden que tenía en la silla del desorden, que productiva ando.

Tenía todo listo y hasta me senté a esperar a que ni madre se levantara. Normalmente se levanta a las 6:30 a.m y eran las 6:26 a.m. no faltaba nada para que se escuchara su alarma así que salí.

Fui a la piscina y pude ver a Fernando, el encargado de limpiarla. Me acerqué para saludarlo.

—Buen día —dije con una sonrisa.

—Buen día ¿cómo amaneció? —preguntó devolviéndome la sonrisa, su familia es de México, él mismo ha hecho platos de allá, muy buenos la verdad.

—Muy bien ¿y usted?

—Bien también —sonrió.

—Esta piscina casi no la usan, no entiendo como puede ensuciarse tanto —dije para hacer conversación, sería feo ir, saludarlo y salir.

—Bueno además de limpiarla le estamos dando mantenimiento, y sabe que algunas hojas pueden volar y caer aquí —dijo alzando los hombros.

—Ya veo —hice una pausa—. Te dejo continuar, nos vemos —dije y él hizo un gesto de despido con la mano.

Me sorprende los ánimos que tengo, es bueno, si siempre me levanto molesta o pensando que tendré un mal día, definitivamente tendré un mal día. Es momento de pensar diferente, de hacer las cosas diferentes. Además me emociona empezar con la natación, y pues como tengo piscina aquí en casa, podré practicar cuando no vaya al centro.

Vi la hora un momento, eran las 6:32 a.m y entraba al instituto a las 7, tenía tiempo de sobra. En el camino hacia mi cuarto me encuentro con la mamá de Alice en la cocina tomando una taza de té o café.

—Buenos días —saludé.

—Oh, hola Taylor ¿cómo has estado? Tengo mucho sin verte —pregunta dejando la taza sobre la encimera. 

—Todo bien la verdad, ¿y usted? —dije ella siempre fue amable conmigo.

—Magnífico —sonríe—, no hay nada de que quejarse —hace una pausa—. Oí que te inscribiste en clases de natación, es un muy buen deporte, me encantaba nadar, no profesionalmente pero el agua y yo éramos muy buenas amigas.

—Pues sí, es un lindo deporte —estaba sorprendida de lo mucho que sabía de mi vida, digo no era la gran cosa, tal vez Alice se lo comentó en algún momento, no es algo de que preocuparse.

—Que bueno, igualmente me alegra que salgas y te desenvuelvas con tu alrededor —dijo riendo. Me parecía que era una mujer muy espiritual o que se llevaba de la energía que trasmiten las cosas y las personas.

—Sí, a mí igual, no todo es trabajo en la vida —reí y ella conmigo. Ya se me hacía tarde así que me despedí e iba caminando a por mis cosas y ella igualmente se despidió.

Qué agradable mujer.

Entré al cuarto y vi a mi madre tendiendo su cama.

—Buenos días —saludé.

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