Un mes y una semana despues.
Día antes al cumpleaños.
Tenía un mes de embarazo y estaba agotada. Las nauseas matutinas habían invadido su vida, y actualmente era dominada por ellas. Era un infierno, pero era el precio a pagar por albergar una pequeña vida en su interior. Tirada en la cama, con una compresa fría sobre la frente, rezaba para que las cosas se calmaran y pudiera finalmente comer algo, sin la necesidad de visitar el inodoro para ofrecérselo.
--¿Cómo vas, cariño?
Pregunto Alex, sentándose a su lado en la cama. Abriendo los ojos, respiro hondo.
--Algo mejor.
El sonrió y muy suavemente acaricio su mejilla con el dedo pulgar.
--Esto no dura siempre. Antes de que te des cuentas, has dejado atrás las nauseas.
--Por favor, que pase rápido.
Se quejo, cerrando los ojos nuevamente. Su chico se rio, levantándose despacio de la cama, para no moverla mucho. No duraba mucho, pero los ataques de nauseas por las mañanas la dejaban baldada durante un buen rato. Al menos hasta que su cuerpo se recuperaba con algo de rehidratación y comida suave.
Alex le dijo que saldría a comprar el pan y que regresaba. Agradecía tener a su chico en esos momentos, no solo por la oportunidad de compartir con él, cara a cara, la noticia del embarazo y si tenían la oportunidad, del crecimiento de la barriga, si no por esos momentos en los que ella no podía consigo misma y el estaba ahí para ayudarla. Era atento y cariñoso mientras la cuidaba en sus malos ratos mañaneros.
Intentando mantener la cabeza tan quieta como pudo, alargo su brazo y agarro el teléfono móvil que sonaba sin descanso. Deslizando el dedo sobre la pantalla, desbloqueo el aparato y descolgó.
--¿Hola?
Contesto, llevándose el teléfono móvil a la oreja.
--¡Hola, amorcito! ¿Cómo estas hoy?
Pregunto su madre con un alegre tono. Jenna Davis, era la mujer más feliz del mundo al enterarse que iba a ser abuela. Su padre en cambio, aunque estaba feliz, rumiaba sobre que no estaban casados y bla, bla, bla.
--¡Las nauseas son un asco!
Se quejo, consiguiendo una buena carcajada de su madre.
--Ah, hija, ese es un precio muy pequeño por el regalo que crece dentro de ti. Créeme, yo sé de lo que hablo.
Lo sabía, aun así, odiaba sentirse tan mal. Durante unas horas al día, era completa y absolutamente inútil. Tenía que quedarse quieta como una estatua, tirada en la cama, con una compresa fría sobre la frente.
--Solo tienes que tener paciencia, Itziar.
--Alex me dice lo mismo.
Murmuro, sabiendo que su madre tenía razón. Pero estaba celosa. Gloria, su amiga, no había pasado por lo mismo que ella cuando se que embarazada de Trey. Ella quería la oportunidad de disfrutar de su embarazo, y no podía hacerlo y se pasaba las mañanas tenida en la cama o con la cabeza medita dentro de la taza de inodoro.
Por ahora, aunque estaba feliz de estar esperando un bebe, las quejas predominaban su experiencia de un mes de gestación.
--Por cierto ¿Dónde está?
--Ha ido a por pan.
--El otro día me llamo, para pedirme que hablara contigo y te convenciera de tener una gran boda militar. Creo que aun cesa en su empeño de conseguirla.
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Mi Soldado; Esperando a...
Lãng mạnEsto es una mini temporada, que cuenta la historia de algo que, creo que la gran mayoría quería, y es la llegada del sueño y deseo de Alexander e Itziar. No se de cuantos capítulos constara, pero espero que lo disfrutéis.