Capítulo 3 Eres mía.

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-¡Deja de seguirme!- Grito a todo pulmón.
  El miedo recorría todo mi cuerpo, mi corazón iba a mil por hora, y el pánico estaba consumiendo cada parte de mi.
  Me escondo detrás de un árbol, pensando que aquel extraño no me veía. Escucho el crujido de unas ramas rompiéndose y salgo disparada a donde quiera que dios me guíe.
  Corro tan rápido que no puedo ver por dónde voy, salto algunas piedras y esquivo árboles, pero yo y mi maldita suerte haciéndome las cosas mucho más difíciles hace que me tropiece y caiga sobre el duro suelo de tierra. Miro para todos lados verificando que aquel extraño no esté cerca, pero a los pocos segundos siento que alguien me agarra con fuerza, empiezo a gritar hasta desgarrar mi garganta pero este me tapa la boca y todo de repente se vuelve negro, tan negro como la noche y no puedo oír ningún sonido, simplemente oigo un pitido.
-Eres tú.- Escucho una voz muy a lo lejos pero a la vez la siento susurrar en mi cuello haciendo que se me erice la piel.
  Me estremezco al escuchar esa ronca voz, esa voz ya la he oído antes, esa voz es de...
-Buen día preciosa.- Me sobresalto al escuchar esa voz, la misma que la de mi sueño.
-Pero...- Miro para todos lados y no logro distinguir en donde me encuentro.
-¿Cómo dormiste?- Lo veo sonreír con malicia. 

Lo empujo de la cama levantándome rápidamente y puedo notar que este no es mi cuarto, este lugar ni si quiera lo conozco. Corro deprisa hacia la puerta pero el extraño se para como una flecha fugaz en frente mío impidiéndome el paso. 

-¿Quién eres? - Digo con el corazón en la boca.
-¿Ya me olvidaste? Soy tu compañero de banco.
-No me refiero a eso me refiero a quién eres tú.- Creo que eso tampoco fue claro.
-Evans Collinwood, y tú eres Katherine Becher.- No me digas, chocolate por la noticia. Basta no es para bromas Kath.
-Quiero irme.- Lo empujo para poder abrir la puerta pero es inútil.
-Temo que no te dejaré ir.- Se acerca a un más a mi haciendo que su aliento mentolado choque contra mi rostro.- Eres mía.
Veo asomarse una radiante sonrisa de sus labios, pero una sonrisa que da terror, de esas que ponen los psicópatas cuando te quieren matar.
-No lo soy y ya para, me estas asustando quiero irme.- Trato de que mis ojos no derramen ni una miserable lagrima.
-Sí lo eres, y desde hace mucho tiempo preciosa.
-¿Quién lo dice? ¿Tú?- Suelto una risa irónica mientras una lagrima corre por mi rostro.
-Tu marca de nacimiento lo dice, esa luna que tienes en tu piel es la misma que tengo yo.- Me muestra su deslumbrante cuello y la puedo notar, es idéntica.
-Es una puta coincidencia, eso no quiere decir nada.- Lo empujo con fuerza para que se corra.- ¡Déjame salir!
-Me perteneces y no voy a permitirte salir hasta que yo lo diga.- Me empuja contra la puerta agarrándome ambas muñecas mientras se queda a unos escasos centímetros de mi rostro. Su mirada esta fija en mí, y se siente como si me penetrara la mente, como si viera todos y cada uno de mis secretos, haciéndome sentir completamente vulnerable ante él.
  Me suelta con brusquedad y aprovecho para abrir la puerta y salir corriendo lo más rápido que pueda.
  Mierda, esta casa es gigante, no encuentro la puta salida. Doblo en uno de los pasillos y cuando puedo divisar una salida unos fuertes brazos me agarran por la cintura y me tiran contra él haciendo que me caiga y Evans quede enzima mío.
Me quedo paralizada mirando sus azules ojos, son hermosos al igual que todo su rostro, jamás vi a alguien tan perfecto, pero es un maldito psicópata y no dejaré que me encierre.
-Eres hermosa.- Me susurra mientras me acaricia el rostro.
-Déjame ir por favor.- Le suplico con las últimas esperanzas que me quedan.
-Te irás cuando yo lo diga.- Se levanta y me deja tirada en el suelo.- Si desobedeces a mis órdenes, vas a sufrir y dudo mucho que alguien pueda hacer algo por vos.
-¿Me estas amenazando?- Lo miro fijo sin apartar ni un segundo la mirada de él.
-¿Me vas a desobedecer?- Levanta una ceja.
En cuanto se voltea agarro la manija de la puerta y salgo corriendo lo más rápido que puedo, mi respiración se va haciendo más agitada y siento que mi corazón late con todas sus fuerzas. Me detengo y observo en dónde me encuentro.
Mierda, estoy en un maldito bosque, genial Katherine ahora solo falta que te atropelle un camión y estas convocada para un premio de la más suertuda.
Maldigo una y otra vez mientras que busco la carretera o lo que sea que me haga salir de aquí.
-¿Pensabas que ibas a poder escaparte tan fácil?- Me sobresalto ante esa voz y el pánico me recorre por todo el cuerpo.
Trato de correr pero caigo como toda una atleta al suelo y veo como se acerca con paso lento hacia mí.
-Por favor no me hagas nada.- Comienzo a llorar como una niña mientras sigo tirada en el suelo.
Para mi sorpresa unas manos me levantan del suelo y yo sigo sin abrir mis ojos para no ver lo que me va a hacer, como no siento ningún movimiento abro mis ojos y no veo a nadie. Estoy sola en el bosque, Evans no está. Por un momento pensé que fue mi imaginación pero estoy segura que él estuvo aquí, podía sentir su agarre y escuchar su voz junto a mí.

 

Eternamente MÍADonde viven las historias. Descúbrelo ahora