Capítulo 9 Es mía.

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Evans

Salgo de la habitación que le di a Katherine y la cierro con llave. Escuchó como grita y golpea la puerta con fuerza pero hago caso omiso.
Me topo con Aaron y este mira la puerta horrorizado.
-Estará bien, sólo se dará un baño.- Sigo mi camino.
-Pero que te sucede Evans Collinwood. Dejala salir, no es tu prisionera.
-Pero si es mía, y yo decido si la dejó salir o no.- Le dedico una mirada asesina.
-No te hagas el que no te importa, los dos sabemos muy bien lo que sientes.- Mis músculos se tencionan y aprieto con fuerza mis puños.
-Mira, deja de meterte en mis problemas, esto es cosa sólo de ella y mía. Que no te importe.- Digo con tono amenazador y me alejó de allí dejándolo sólo.
Ella es mía y nadie tiene que porque meterse en el medio.
Largo un gruñido de frustración y me dirijo a la cocina a preparar la cena.
Luego de un rato cuando deje de oír los gritos de Kath, me dirijo a buscar alguna ropa mía para dársela, ya que obviamente no tengo ropa de mujer, y como tampoco uso vestidos le tengo que dar una remera algo grande para ella y bueno mi bóxer.
Largo una pequeña risa al imaginarme su rostro al ver eso.
Salgo de la habitación y voy a su cuarto intentando de no hacer ningúna ruido, me adentro y la cierro, acomodo bien la ropa y se la dejó en su cama pero algo me llama la atención.
La puerta del baño esta entreabierta y puedo ver su espalda.
No puedo evitar asomarme un poco y contemplarla por completo. Su cuerpo es hermoso, es la criatura más bella que vi, cada curva de su cuerpo es hermoso.
Me detengo al ver su marca y instintivamente toco la mía.
-Es mía.- Susurro.
Siento como se esta por dar la vuelta y me alejó rápidamente. No quiero que me vea observándola y mucho menos quiero que piense que soy un pervertido que la acosa.
Aunque la idea no es tan mala.
No, basta, nada de ser pervertido.
Por ahora.
Me doy una cachetada mental y cierro la puerta con delicadeza. Es mejor que me valla antes que mi lado pervertido salga.
-Observando a la bella damisela eh.- Veo a Aaron que me sonríe pícaramente.
-No la observe.- Levanta una ceja.- ¡Que no!
-Esta bien, haré de cuenta que no lo hiciste.- Comienza a reírse
-Idiota. Ve a llamarla para la cena, ya debe estar vestida.
-Claro.- Lo veo reírse y le pegó en el hombro con fuerza haciéndole doler.
-Por idiota.
-Por lo menos no soy pervertido.
-¡Que no la mire!- Miento descaradamente.
Lo oigo largar una carcajada y se marcha.
Tengo que decirle la verdad, pero ¿cómo?

La parte interesante esta en el capítulo anterior no se lo salteen!

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