Capítulo 15 Lunático.

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Katherine

Dos semanas después.

No volví a hablar con Evans estas dos últimas semanas, sí me lo he cruzado en la universidad, pero nada más, no le dirigí la palabra, aunque él en varias ocasiones intento de hablarme.

*Flashback*

Voy de camino a mi clase por los pasillos, pero me detengo al toparme con Evans.
-Kath, ¿Podemos hablar?
-No puedo, estoy ocupada, llego tarde a clases.
-Por favor Kath, escúchame, necesito explicarte.
-No Evans, tú escúchame, entiende que necesito mi tiempo todavía, aún no he podido terminar de asumirlo.
-Esta bien.- Me mira con tristeza en sus ojos.- Pero, ¿vas a volver no es cierto?
-No lo sé, quizá sí, y ahora permiso, tengo que irme.- Sin apartar la vista del suelo me dirijo al aula.
-No te olvides de lo que te dije, es verdad Kath, me enamore de ti.
Con dificultad trago saliva y con todo el coraje del mundo trato de no lanzarme a sus brazos y decirle a gritos que yo también. Pero sin embargo, sigo mi camino.

*Fin de flashback*

Me recuesto en mi cama tratando de conciliar el sueño mientras leo algo en la Tablet, pero nada me entretiene.
Un fuerte ruido en mi ventana hace que me sobresalte y me haga parar en la cama. Un segundo ruido aún más fuerte vuelve a sonar, y decido agarrar unas tijeras y me dirijo hasta la ventana que es de donde proviene el sonido.
Me asomo con cuidado y un rostro aparece de golpe en ella haciendo que mi corazón de un vuelco y sin pensarlo dos veces salgo corriendo. Pero al detenerme me doy cuenta que era Evans.
Hijo de puta casi me hace dar un puto infarto.
Me agarro con fuerza mi pecho y con cuidado abro la ventana.
-¿A caso estás loco? Sabes el susto que me acabas de dar.- Largo un suspiro al contemplarlo.
-Si te refieres que estoy loco por ti, entonces es un sí y si te refieres a que estoy loco de remate, pues nuevamente te digo que sí.
-¿Qué haces acá?
-Te diría pero antes me tienes que dejar pasar.
-No, ni loca, ¿acaso no viste en las películas que cuando dejas entrar a un lunático a tu casa te asesina? Deberías aprender de las locas. Dicen que ellos siempre tienen la razón.- Lo miro obvia.
-Vaaamos, déjame entrar, te prometo que no seré un lunático que te quiere asesinar, ni que fuera un vampiro aparte...- Me hace un puchero que me derrite el corazón.
-Está bien, pasa.- Digo con los dientes entrecerrados y ruedo los ojos.
Lo miro de arriba abajo mordiéndome el cachete para no hacer notorio mi orgasmo mental.
Sí que esta bueno este cabrón.
-Estas preciosa.- Me miro mi piyama, que es un short y una remera básica y frunzo el ceño.
-Si tú lo dices.- Me encojo de hombros.- ¿A qué vienes?
Se acerca hasta mí, hasta dejar una distancia muy amenazadora entre los dos cuerpos haciendo que pueda inhalar ese rico aroma a vainilla, dejándome desconcentrada por unos segundos.
-Te extraño Kath...- Agarra mi rostro entre sus grandes manos.- Por favor, créeme.
A la mierda, a quien quiero engañar.
-Yo también te extraño Evans.- Bajo la vista por la vergüenza.
-Perdóname nena.- Se acerca aún más a mí haciendo que su aliento mentolado choque contra mi rostro.
-Mírame.- Me ordena.- Te prometo que nunca te haré daño y te protegeré pase lo que pase.- Asiento mirándolo.- ¿Me perdonas?
-Te perdono, pero si antes me prometes una cosa...- Me mira extrañado entreabriendo sus labios.
-¿Qué?
-Me prometes ayudarme a encontrar a los que asesinaron a mis padres para que pueda matarlos con mis propias manos.- Se lleva una manos a su cabello negro jalándolo hacia atrás, símbolo de nerviosismo.
-Mira Kath, no puedo prometerte eso, yo...- Lo interrumpo.
-Entonces no te perdono.- Doy un paso hacia atrás.- Y vete antes de que me arrepienta de haberte conocido.
Este se vuelve a acercar a mi más que la vez anterior, haciendo que nuestras narices se rosen.
-No es eso Kath, llevarte con ellos es sinónimo de tu muerte. Eres una humana, ellos son vampiros, te matarán con total facilidad.
-Entonces quiero ser una de ustedes.- Digo con total decisión.
-No, no, no, no. Eso jamás. ¿Sabes lo que es ser este monstruo sediento de sangre? ¿Incapaz de controlar sus impulsos? Manchando su alma todos los días.
-No me interesa. Solo conviérteme.
-Ven.- Me estrecha entre sus brazos, trato de forcejear pero al instante me rindo, extrañaba sentirme así junto a él.
-Mira, piénsalo bien, y luego toma una decisión. ¿De acuerdo?- Pienso un poco y asiento. Dirijo mi mirada a sus ojos azules.
Acerca su cabeza hasta la mía y me planta un dulce beso en la mejilla, recorre mi mandíbula y planta un ligero beso en el cuello, vuelve a subir y se dirige a mis labios, comienza a acariciarlos con los suyos con suma delicadeza. Le sigo el beso haciéndome paso entre sus labios para juntar mi lengua con la de él y saborear cada centímetro de ese manjar. El beso se hace cada más intenso despertando la pasión entre los dos cuerpos.
Con ferocidad me sube arriba de él y entrelazo mis piernas alrededor de su cintura. Tiro de su pelo negro, y oigo un satisfactorio gemido. Me lanza contra la cama y al instante se coloca encima de mí provocando que los jadeos sean más intensos.
Comienzo a sacarle la remera acariciando cada parte de su torso desnudo. Me levanto un poco para que pueda sacar mi remera pero se detiene.
-¿Qué sucede?- Digo besándole la mandíbula.
-No...- Cierra los ojos mordiéndose el labio agarrando con más fuerza mis caderas.- Mierda Kath, deja de hacer eso no puedo controlarme.
-¿Soy yo?- Digo con un poco de miedo a la respuesta.
-No mierda, claro que no.- Besa mis labios una vez más.- Solo que... no quiero que nuestra primera vez sea así.
Me despego unos centímetros de él y lo miro con ternura mientras mis labios esbozan una sonrisa.
-Te juro que me encantaría sentir cada parte de tu cálida piel sobre la mía y saborear cada gemido que me dedicas mientras te hago mía. Sólo que no quiero que creas que soy un pervertido además de lunático, que lo único que quiere es sexo. Quiero que nunca te olvides de nuestra primera vez juntos, que sea especial y distinta a cualquier otra.
Beso sus labios con delicadeza ante las hermosas palabras que dijo y me detengo a mirarlo.
-Está bien, tienes razón.
-Gracias preciosa.- Le sonrío y me recuesto en la cama.
-¿Te quedas conmigo?- Hago espacio para que se recueste a mi lado.
-Claro, si no me hechas.
Se desviste quedándose solo en bóxer y se adentra en las sábanas acurrucando mi cuerpo contra su pecho . Una vez acomodados apago la luz.
-¿Evans?- Me lanza un gruñido dándome a entender que me oye.- Yo... también te amo.

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