Capítulo 12 Es hora.

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Katherine

Me despierto con una sonrisa en mi rostro al recordar lo de ayer por la noche y no puedo evitar darme vuelta para comprobar que no fue un sueño. Y no me equivocaba, ahí se encontraba el hombre más hermoso que he visto jamás.
-Buen día princesa.- Escucho que me habla con la voz ronca, haciendo de ese sonido una melodía para mis oídos.
-¿Cómo sabias que te estaba viendo?- Me recuesto en su pecho.
-Es un secreto.
-¿Cuantos secretos tienes?
-Muchos.
Escucho como su corazón palpita debajo de aquella piel tan suave, siento como aquel tambor en su pecho, logra llenar una parte de mi corazón vacío, logra hacerme sentir un cosquilleo en mi vientre que sube hasta mi pecho, haciendo que se me dificulte respirar por la felicidad que siento en este momento.
-¿Por qué te comportas tan lindo conmigo ahora cuando solo apenas ayer me despreciabas?
-No te despreciaba Katherine, solo te hacía sentir lo mismo que me hacías sentir vos. Prometo no hacerlo más preciosa.
-Si no te he hecho nada para que sientas eso.
-Si lo has hecho, bueno no tú como lo sos ahora en carne y hueso, si no que... ah déjalo, luego lo entenderás, ahora tienes que desayunar y te llevaré a la universidad.
Abre sus ojos por primera vez y con una hermosa sonrisa en su rostro se acerca a mis labios y me deja un casto beso en ellos.
-Eres preciosa por la mañana, ¿cómo lo haces?
-Es un secreto.- Suelta una sonora carcajada y posa su mano en mi rostro sin apartar la vista de mis ojos.
-Pues algún día vas a tener que revelármelo.
Se levanta y yo lo sigo hasta el baño, mientras admiro ese cuerpo tonificado y bien trabajado.
-Tú tampoco estás tan mal para ser sincera.- Lo observo de arriba abajo con una pícara sonrisa.
-Y eso que no viste todo.- Veo por el espejo como levanta una ceja.
-Ya estas insinuando demasiado, luego vamos a ver si eso de lo que tanto hablas de verdad es maravilloso.
-¿Estas admitiendo que lo vamos a hacer?
Me ruborizo y miro mis pies para no verlo a la cara.
-Bueno... yo, solo digo... no es que...- Siento sus manos levantando mi rostro.
-Todo a su debido tiempo pequeña.
Al irse me dirijo a ducharme mientras que Evans hace el desayuno.

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Una vez dentro del auto, un silencio algo incómodo recorre en el interior haciéndome sentir un poco nerviosa.
-¿Puedo prender la radio?- Afirma con un simple movimiento con la cabeza.
¿Y a este que le pasa?
Prendo la radio y comienzo a buscar mi estación favorita y como arte de magia en pocos segundos "I See Fire" de Ed Sheeran comienza a llenar el silencio.
Comencé a tararearla pero una pesada mirada hizo que me detuviera sonrojándome.
-Perdón.
-Solo te observaba, sigue.
-Ahora no puedo seguir, me intimidaste.
Llegamos al estacionamiento del instituto y me bajo del auto con rapidez para no tener que soportar más al mal humor de Evans.
-¿Te vas así sin más?- Afirmo y me voy a buscar a mis amigos, lo cual no fue muy difícil ya que estaban frente mío.
-¡Oh por dios Katherine! ¡¿Qué me perdí?!- Me encojo de hombros sosteniendo con fuerza mi bolso.
-Nada.
-Vamos te bajas de ese autaso con ese bombón y me dices nada. ¿Qué te sucede?
-¿Podemos caminar? Luego te cuento.
-¿Y a ti que te sucede?- Le dice Emily a Cody.
-¿Te interesa?
-Pues creo que sí.
-Pues sigue admirando a ese nariz respingada.
-¿Eso me huele a celos?- Le espeto con una gran sonrisa.
-¡Cállate Kath!
-Cody tiene celos, Cody tiene celos.- Le digo poniendo ese tono cantarín.
Nos adentramos al aula Emily y yo, y algo me deja en shock. Evans estaba sentado con una castaña de grandes bustos sonriéndole como si hubiera contado el chiste más gracioso que hubiera escuchado en su vida.
-Oye Emily, ¿Te molesta si me siento con Alec hoy?
-No, está bien.
Me siento con mi nuevo compañero y este me mira asombrado.
-Hola Alec.
-¿Hola?
-¿Te molesta que me siente aquí?
-No, ¿Paso algo?
-No solo quería sentarme contigo.- Veo por el rabillo de mi ojo que Evans me está mirando y suelto una risa muy sonora.- ¡Qué gracioso que sos Alec!
-¿Pero qué te sucede?- Me susurra este.
-Solo sígueme la corriente.- Le digo por lo bajo mirando a Evans, Alec mira para el mismo lado.
-Ah, ya entiendo todo.- Este pasa un brazo por encima de mis hombros y yo me tenso, creo que esto fue más de lo que tenía planeado.
De pronto dejo de sentir el brazo de Alec sobre mis hombros, para encontrarme con un Evans muy enojado.
-No la toques.
-¿Si no qué?- Evans se acerca más a su rostro desafiándolo.
-¿Seguro que quieres ver que es lo que te sucedera?- Lo mira fijo a los ojos.- Aléjate de ella.
Como por arte de magia Alec se levanta y se sienta en otro lado.
-¿Qué te sucede?- Lo miro con enojo.
-¿Qué hacías sentada con ese?
-A no, no voy a dejar que me hables de esa forma cuando eras TÚ el que estaba sentado con una chica riéndose juntos como si no hubiera un mañana.- Frunzo el ceño.
-Solo es una chica.
-Y él solo es un chico.- Lo fulmino con la mirada.- Ahora si me disculpas estaba sentada con otra persona.
Me levanto para irme con Alec pero unas fuertes manos me detienen.
-Eres mía, y no quiero que vallas con él.- Ruedo los ojos ante su comentario.
-¿Otra vez con eso de "Eres mía"? Para tu información, no soy de nadie y dudo mucho que en algún tiempo cercano lo sea.
-¿Y qué harás? ¿Te irás? Si sabes que no puedes estar lejos de mí.- Ahogo un grito por lo arrogante que sonó su comentario.
-Sí puedo y mira cómo lo hago.- Me suelto de su agarre con brusquedad y me siento con otro.
Pero quién se cree este lunático, ¿Cree que puede maltratarme, manipularme, seducirme y tratarme luego como si no pasó nada? Para después decirme que soy suya. No sé quién cree que soy, pero estoy segura que no soy lo que él piensa.
Un sentimiento de opresión en mi pecho hace que sienta... ¿Dolor? No, no puede ser.
Saco esa idea de mi cabeza y sin darme cuenta las horas ya pasaron y tocó el timbre. Me levanto con rapidez para no toparme con Evans y me dirijo al comedor.
-¿Qué le sucede a mi bella dama?- Me dice Cody haciendo que se me forme una sonrisa.
-Nada solo que no tuve un buen día.
-Pues yo tampoco, el idiota del profesor no dejo de molestarme hoy.
Mientras Cody y Emily comienzan a hablar entre ellos yo no puedo dejar de pensar en el comportamiento de Evans esta mañana.
Una fuerte mirada me distrae, miro para mi costado y ahí estaba, con su cara de pobrecito. Me giro para no verlo más y comienzo a comer.
-Disculpen ¿Puedo llevármela un segundo?- Levanto mi vista y ahí estaba.
-Claro.- Dijeron los dos.
-Pero yo no quiero irme.- Lo desafío con la mirada.
-Sí quieres.- Me agarra del brazo y para evitar una escena me dirijo a donde sea que me lleve.
Una vez lejos me estampa contra la pared y comienza a besarme con fuerza, sin poder resistirme le sigo el beso con la misma intensidad que él, echaba de menos esos labios, paso muchas horas desde el último beso. Pero un click en mi cabeza hace que me detenga, pongo mis manos en su firme pecho y lo empujo.
-¿Qué haces? No puedes tratarme así y luego besarme.
-Lo siento.- Agacha la cabeza.- No quise tratarte así, pero me dio muchos celos verte con otro mientras te abrazaba y no le decías nada.
-¿Y qué me dices tú? Se supone que nos sentaríamos juntos hoy, pero llego y me topo con una castaña tetona a tu lado.
-Te importo.- Eso no sonó para nada como a una pregunta, más bien sonó a una afirmación.
-¿Qué?
-Te importo.- Vuelve a afirmar con un brillo en los ojos.
-E-em, no.- Dirijo mi mano a mi cabeza nerviosa y lo tiro para atrás.
-Sí, te importo.- Me dice con una gran sonrisa mientras me agarra de la cintura y me alza girándome.
-¡Ya bájame!- Grito entre risas.
Este me baja y sin apartar las manos de mí cintura me mira esbozando una tierna sonrisa.
-No sabes lo que me alegra saber eso.
-Bueno, tampoco digamos que yo he dicho algo al respecto.- Me pongo nerviosa.
-Puedo oír tu corazón y sé que te importo.- Me sonrojo.- Ya sabes, vampiro.- Se encoje de hombros.
-Por cierto, esa chica que viste hoy no es nadie, solo vino a pedirme una tarea y comenzó a coquetearme, pero yo no hice nada. Esa chica es un asco a tu lado, tú, tú eres perfecta Katherine.- Me acaricia el rostro.
-Deja de decirme esas cosas bonitas que corres el riesgo a que me acostumbre a ellas.
-Pues acostúmbrate porque te las diré más seguido.- Me da un beso casto dejándome con ganas de más.- Ven, te quiero llevar a un lugar.
-Pero aún tenemos clases.- Me apresuro a decir.
-Ya le pedirás a alguien los apuntes, ahora ven.
Nos adentramos en el auto y Evans comienza a conducir.
-¿Puedo saber dónde es?
-Es sorpresa.- Me dedica una tierna mirada y yo le hago puchero.
-Vaaamos, dime.- Se ríe ante mi gesto.
-Ya verás preciosa, no te desesperes.
-Está bien.- Digo cruzándome de brazos ofendida.
Miro por la ventana viendo los árboles pasar con prisa. De pequeña siempre me gustaba mirar por la ventana cuando íbamos de viaje en familia, admiraba el paisaje junto a mi hermanito. Siento una punzada al recordar a Matt, él está en Irlanda con nuestros padrinos, ya que al morir nuestros padres, mi tío Alaric nos adoptó, pero Matt no soportaba seguir en la misma ciudad viendo a las mismas personas como seguían su vida, cuando él no podía seguir con la suya con la terrible pérdida que sufrimos. Por eso decidió irse con Marta y Luis que siempre nos decían que vallamos con ellos.
-Ya llegamos.- Me saca de mi ensoñación.
Me abre la puerta y comienzo a admirar el lugar al cual me trajo. Es precioso, es un pastizal con un arroyo corriendo por las verdes tierras.
-¿Te gusta?
-Me encanta.- Digo con fascinación.
-Acá venía con mi padre cuando era pequeño.- Sus ojos destellaban tristeza la cual hizo que un nudo en mi garganta me dificultara tragar saliva.
Lo abrazo y hago que me mire.
-¿Ya no están no es cierto?- El niega con la cabeza.
-Tengo 164 años Katherine, ningún humano vive tanto tiempo. Aunque, ojalá hubiera sido su muerte a causa de la vejez.- Dirige su mirada al arrollo y yo hago lo mismo.- Eran épocas difíciles, ya sabes las brujas y los vampiros eran asesinados por los cazadores y yo para ese entonces ya era uno, mi padre ya lo sabía, tuve que decirle para que me ayude a superar mi transformación. Al decirle pensé que me iba a odiar.- Sus ojos se llenan de lágrimas.
-Y no lo hizo, él me apoyó, sabía que me habían transformado para hacerle un mal a mi padre. Él estaba en el gobierno y por lo tanto estaba en contra de ese tipo de mutaciones. Solo imagínatelo, alguien tan importante como mi padre tenía un hijo vampiro, no era aceptable, lo iban a desterrar. Un día estábamos cenando charlando de un viaje que teníamos planeado hacer juntos.- Una lágrima recorre su rostro y yo no puedo evitar llorar con él.- En eso entran unas quince personas con sus armas a la casa, mi padre me dice que me escape que él se encargaría, yo obviamente no lo permití. Una vez que entraron esos asesinos, mi padre quiso protegerme y por tratar de hacerlo, una...una bala le llegó al pecho. Sabía que no podía hacer más nada por mi padre, así que me escapé, me escondí durante años y nunca volví a ese pueblo hasta el día de hoy, dónde te encontré a ti.
Para cuando termina de contarme esa triste historia yo ya estaba hecha un mar de lágrimas.
-No, no llores hermosa.- Me estrecha entre su pecho.
- No te merecías algo así.- Digo tratando de controlar el llanto.
-Nadie se merece ver morir a su padre de esa manera.- Me quedo callada mirándolo.
-Yo tampoco tengo a mis padres.
-Ya lo sé.- Me sorprende con esa respuesta y me quedo callada.- Te conozco desde hace mucho tiempo Katherine, sólo que no podía encontrarte.
-¿Me-me buscabas?
-Creo que ya es hora de que te diga la verdad.
-¿Qué verdad Evans?

Eternamente MÍADonde viven las historias. Descúbrelo ahora