Cap.7

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Él frunció el ceño y yo me di la vuelta para ir a mi clase, pero, sin embargo, no pude irme porque de nuevo me había cogido del brazo. Gruñí y me solté de su agarre para volver a girarme y a mirarlo con mala cara esta vez.

- Escúchame, podre ser gilipollas, tener mala suerte, que no se me den bien los estudios, malo con las personas, pero lo que nunca y quiero que me escuches, nunca seré malo con una mujer. Ayer domingo estuve con mi novia, eso sí es cierto, pero cuando la deje en su casa ya no era mi novia. Lo dejamos. Le expliqué que en la fiesta conocí a alguien y ella lo entendió, bueno no lo entendió, pero el cao es que se lo dije porque me sentía como una mierda. Nuestra relación no era lo mismo y yo te había besado. -me miro y soltó un suspiro- Venía a hablar contigo para quedar o algo pero no me esperaba esto. No me esperaba que fueras de las típicas niñas celosas sin pedir una explicación antes.

- Alex... hablamos en otro momento. -me acerqué a él y le di un beso en la mejilla.

Le creía. No porque me gustara, sino porque de verdad veía sinceridad en sus ojos al decírmelo, en la forma en la que le había decepcionado que le tratara así. La gente buena no puede mentir mirando a la cara, en este caso a los ojos y él me miró a los ojos diciéndomelo. No lo pensé mucho más y fui a la clase que me tocaba ahora con quince minutos de retraso. No me podía permitir perderla o pensar en otras cosas que no fueran los estudios.

***

Llegue a mi casa después del largo día en el instituto. Había ruido, lo cual era muy raro así que en silencio cerré la puerta de la entrada y me dirigí hacia el salón. En cuanto entre al salón vi una cabellera castaña que conocía desde que nací. Me tire encima suyo en el sofá. Él soltó una gran carcajada.

- Yo también me alegro de verte hermanita. -dice abrazándome tirado en el sofá mi hermano Nico.

- ¿Sabes cuánto te he echado de menos? Dios mío, mírate. Estás super bueno hermanito. ¿Cuántas suecas tengo como cuñadas? -le abrazó, no lo veía desde hace muchísimo tiempo y la casa no era lo mismo sin él.

- No las suficientes aún, pero... ¡Tengo una sorpresa! -me dice sonriendo. Esa sonrisa que contagiaba a todo el mundo.

- ¿Cuál?

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