Me miré al espejo mientras acomodaba la cadena en mi cuello, si tuviera el cabello negro azabache luciría idéntica a Katherine, pero yo prefería mi color cobre natural.
Cuando niñas éramos como dos gotas de agua, a mamá le encantaba vestirnos igual y que lleváramos el mismo peinado, parecíamos el reflejo de la otra. De adolescentes, tomamos estilos diferentes y nuestras personalidades se hicieron cada vez más opuestas, éramos la misma por fuera, pero por dentro ella era Katherine y yo Natalie. Pese a estas diferencias éramos muy unidas y confiábamos la una en la otra, no nos ocultábamos secretos, nos apoyábamos y nos consolamos mutuamente cuando nuestro padre falleció, algo difícil para dos niñas de doce años.
Las lágrimas recorrieron mis mejillas y lograron que mi reflejo luciera triste, sin esperanza, sin su otro yo, sin su hermana.
Toqué la K de la cadena y comencé a recordar: << Te tengo un regalo. ─dijo Katherine mientras entraba a mi habitación con las manos en su espalda. ─ Si piensas bien nuestros apodos sólo difieren en una letra, así que compre esto. ─me mostró las cadenas, una con una N y la otra con una K. ─ Si las dos tenemos nuestras diferencias fuera, entonces somos iguales. ─Rio por su enredado acertijo. >>
Teníamos dieciséis años, su regalo nos unió más e hizo que nuestra relación fuera indestructible.
En su mesita de noche se encontraba la foto que nos habíamos tomado ese día del paseo a la playa: Ambas con una sonrisa radiante y el mar de fondo. Recordé el sonido de las olas y nuestras risas en una guerra de agua, éramos felices, Katherine aún era feliz.
''Tengo psicosis paranoica''. Escuché como su voz hacía eco en mi cabeza con esa frase.
─Naty. ─Jocelyn estaba en el umbral de la puerta, no me había percatado de su presencia.
Le sonreí y le hice un gesto para que entrara, pero no se movió. Estaba muy asustada, pálida y con los ojos llorosos. Llevó su mirada a un punto del techo, donde se encontraba un gancho, entonces lo entendí todo.
─Lo vamos a sacar ¿sí? ─me acerqué a ella y la abracé.
─Ese día fuimos donde mis abuelos, le rogué a Katy que nos acompañara, pero ni siquiera abrió la puerta. ─explotó en un llanto desconsolado que incluía gritos de rabia.
Acaricié su cabello para intentar calmarla y que se relajara un poco, contuve las lágrimas para mostrarme fuerte y asegurarle que todo estaría bien. Mi madre nos observaba desde las escaleras, sus ojos estaban llenos de lágrimas y en sus manos sostenía el juego de llaves de nuestra casa.
Llevé a Jocy a su habitación para que durmiera un poco, eran las cuatro de la tarde, pero le haría bien descansar y soñar con cosas de niñas. Cuando salí, mi madre me esperaba, aún tenía los ojos llorosos e intentó fingir una sonrisa.
─Es mejor que la habitación de Katherine permanezca cerrada. ─dijo mientras guardaba las llaves en su bolsillo. ─No quiero que sea más duro para tu hermanita.
Asentí sin mirarla a los ojos. Quería revisar todas las cosas de mi hermana para sentirme cerca de ella, pero mi madre tenía razón.
─ ¿Ella la encontró? ─dije en voz baja, pero en un tono suficiente para que mi madre escuchara.
─Cuando llegamos subió corriendo las escaleras para ver a Katy, abrió su puerta y... ─respiró profundo y empuñó la mano para controlar su enfado. ─No debí dejar que ella viera eso.
Me acerqué y la abracé con fuerza, le dije que no podía controlar el destino, que las cosas ya habían sido así y que ahora debíamos preocuparnos por Jocelyn que sólo era una niña.
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Desobediente
General Fiction''Quiero que te resistas, que rompas mis reglas, que me digas ''No''. Aunque no lo creas, Natalie, quiero que me desobedezcas.'' Entra para leer el resumen. Portada original para su publicación diseñada por @TylerEvelynRood. Novela destacada oct...