Capítulo 7

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No podía creer lo que me estaba pidiendo.

De seguro ser sádico, o como él le decía ''ser un amo'', tenía sus reglas. Pero esto iba contra todo eso, el significado de sumisa ya no encajaba para lo que Daniel me pedía, entonces...

─No sería una sumisa. ─Susurré como conclusión.

─No exactamente.

Lo miré esperando a que me explicara todo porque cada frase me confundía aún más.

─Una sumisa obedece en todo, por lo tanto, no necesita...contención.

Seguía confundida. Daniel dio unas carcajadas por mi expresión y se acercó lentamente, evaluando mi reacción. Dejé que caminara hasta invadir mi metro cuadrado y sentir su respiración en mi frente.

─Voy a amarrarte con una cuerda, a darte duro e intentaré someterte, porque eso me excita demasiado. ─Acarició mi mejilla con la yema de sus dedos. ─Serás mi sumisa que no se quiere someter.

─No soy buena actriz. ─dije nerviosa, me sentía intimidada por el calor que emanaba su cuerpo.

─ ¿Te suena a una obra de teatro? ─Se rio de manera natural. En ese momento, vi a un Daniel más guapo.

─Pues sí, como a una planificación de pareja para salir de la rutina

Volvió a reír y esta vez me contagie, los nervios me carcomían por dentro.

─No tienes que actuar, la idea es que seas tú. Compláceme. ─Nunca le había escuchado ese tono de voz, parecía que me suplicaba.

─No puedo.

─ ¿Por qué? ─Sus palabras pisaron a las mías.

─Te acostaste con mi hermana. ─me aparté de él y adopté una posición más formal. ─Primera ley de hermandad: ''Nunca te acostarás con el mismo hombre que tu hermana'' ¿Qué acaso eso no se cumple para el sexo masculino?

─No lo sé, no tengo hermanos.

Nos miramos en silencio. Creí ver algo en sus ojos, como si recordara algo triste.

─Bueno, esa es mi razón. Para mí es suficiente.

Me acerqué a la puerta y esta vez no me detuvo cuando la abrí.

Mientras conducía a mi hogar entendí porque Katherine había quedado cautivada. Daniel sabía manipular mentes, además de tener sus encantos. La manera en que me había acorralado y tocado me paralizaba. Una parte de mí lo odiaba, pero la otra había despertado y estaba intrigada, quería saber lo que se sentía estar sometida a sus acciones y que él fuera mi amo.

Me detuve en seco frente al semáforo con luz roja, ¿Qué estaba pensando? No me podía acostar con Daniel, estaba prohibido para mí desde que Katherine se había enredado en sus sábanas. Pero... Había estado con bastantes hombres como para llegar a la conclusión de que él me calentaba sólo con un susurró, con una mirada, con un roce...

No podía dejar de pensar en él, ni siquiera cuando estaba al fondo de la piscina casi sin oxígeno. Mi cerebro prefería morir que dejar de pensar en Daniel tocando mi cuerpo. Luego de unos minutos intentando sacarlo de mi cabeza sin éxito, tuve que salir del agua por el cansancio, tenía que dormir para ir al trabajo, aunque sabía perfectamente que las pesadillas no me dejarían.

Sequé mi cuerpo suavemente, casi recordando su mano recorriendo mi escote, mi abdomen... Por último, sequé mis extremidades una por una y me detuve en mi muñeca izquierda: Tenía dos moretones muy redondos que no pasaban desapercibidos. Parecían un par de dedos que acorralaban a mi extremidad.

DesobedienteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora