Capítulo 15.

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Un mes había pasado sin verla.
Y todo el tiempo que llevaba lejos de mí, pareció llevarse consigo mis recuerdos.
Si, desde que no la veía, no recordé nada. No vinieron más recuerdos de cartas a mi cabeza.

Me di cuenta de que sólo recordaba cuando ella estaba cerca.

Solo me crucé con ella un par de veces en el instituto, pero no me miraba, hacia cómo si no existiera.

No entendía el por qué de su distanciamiento, yo creía que era mi amiga y que iba a ayudarme.
Y si era por lo de Rosalie, tampoco tenía que enfadarse, no éramos nada.

Ese día me senté en la mecedora que había en la parte trasera de mi jardín. No sabia que hacer, solo me tumbe en ella y miré las nubes.
Miré su color blanco e intenté buscar formas, pero solo veía el rostro de Samira en cada nube que se ponía delante.

Y sentí que me pesaban los ojos y me quedaba dormido poco a poco.

—Creo que es hora de despertarse. —Había oscurecido, alguien tocaba mi cara para despertarme.

—¿Como has entrado? —le pregunté.

—Tu madre me abrió la puerta y me dijo que estabas aquí.

Samira me miraba sonriente, ella siempre sonreía, aunque estuviese mal.

—Vamonos, aqui ya hace frío. —le dije a Samira, que asintió.

Subimos a mi cuarto, me senté en la cama y me hice un gesto para que se sentara. Me quedé mirándola, esperando que dijera algo, pero no, solo me miraba.
Le pregunté el motivo de no haberla visto en tanto tiempo. Ella miró al suelo, buscando una explicación para darme.

—Es que... —empezó —solo me molestó la situación, porque ella... ella me hizo daño en un pasado y no quería volver a sentir lo mismo ya sabes... y ver que habías estado con ella otra vez,.me dolió un poquito. Pero lo siento, sé que solo somos amigos y no debería molestarme eso, pero lo siento.

—En realidad lo entiendo...

—Y ya sabes, estuvimos esa noche tu y yo juntos... y te portaste tan bien conmigo... ¿Sabes qué? Yo creía que solo querias hacerlo conmigo, como muchas veces, que solo querías eso y ya está. Pero no, en lugar de eso, dormiste abrazado a mí sin siquiera tocarme. Me ofreciste tu ducha sin entrar a mirarme y me quité la camiseta delante tuya y no se te salieron los ojos de las órbitas. Creo que me dieron ganas de comerte a besos.

—Creo que te he hechado de menos. —le dije, y era verdad, la había hechado de menos. Ella solo me abrazó.

Atentamente, Jared. [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora