Busco, busco, busco pero no encuentro forma. No encuentro momento, no encuentro con quien. No me siento bien con nadie. No quiero molestar. Cada uno tiene sus propios problemas.
¿Para qué quiero hablar con alguien?
Digan lo que me digan, la herida va a seguir abierta, sangrando, doliendo y yo.... Yo voy a seguir llorando.
Las lágrimas caen en mi mejilla y ya no sé que más hacer.
Necesito espacio, tiempo, alejarme y alejar a todos. No quiero estar sola para estar triste, muy por el contrario, yo sé recomponerme mejor en soledad.
¿Quien dicta que querer estar sólo demuestra depresión? Me gusta pasar tiempo conmigo misma. Me gusta escucharme, leerme y analizarme. Sé que todavía hay muchísimas cosas de mi por arreglar, para mejorar para poder ser una mejor persona, no me creo la dueña de la verdad, ni de la belleza. Simplemente no creo estar muy lejos de ser quien quiero ser.
Hay tantas injusticias en mi misma que aparecen por las noches como pesadillas, pero que se apegan y se vuelven amigas. De esas amigas que es mejor perderlas que encontrarlas. De esas amigas que no vale la pena tener. Por suerte al salir el sol, esas amigas desaparecen, se hacen polvo. Y me olvido por un rato de mis monstruos y aprendo a sonreír cada día. Y cada día a enamorarme un poco más de una parte nueva de mi misma.
Dejame decirte que aunque ya no estes conmigo que aunque ni te acuerdes de leerme. Yo me acuerdo de escribirte cada noche una canción de cuna. Hoy se trató de mi, ayer de vos, mañana no lo sé. Te dejo todo esto por acá, quizás un día el destino quiera que lo leas. Y ojalá así sea. Te amo aún.
