Capitulo 3

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Las vacaciones han terminado al fin, las clases han comenzado y debo decir que jamás había estado tan feliz de entrar. Mañana es el día que había estado esperando con ansias, al fin podre entrar legalmente a las clases de Tom. Estoy eligiendo la ropa que utilizare mañana, son las doce de la noche y aun no me decido. Pienso en la primera vez que fui a la clase del profesor Hiddleston, no dejó de mirarme y que hablar de la segunda vez que estuve cerca de él, me sonrió con dulzura, mi corazón se acelera cuando recuerdo todo. No sé que pasara mañana, me pregunto si me recuerda, ya van tres meses desde la última vez que lo vi en el ascensor, tal vez no me recuerda, me siento totalmente triste cuando pienso en eso. Tengo mi vestuario elegido, lo dejo sobre mi silla de escritorio y me acuesto imaginando que podría pasar, sin darme cuenta me quedo profundamente dormida.

Estoy en un lugar extraño no sé cómo explicarlo, alguien me toma la mano, me doy vuelta y creo verlo a él entre la oscuridad de la noche, sus ojos, su sonrisa, Tom me abraza antes que pueda reaccionar, siento que estamos esperando algo pero no sé que es, de repente escucho que alguien dice mi nombre desde la lejanía, alguien me llama, me aferro al cuerpo de Tom, no quiero separarme de él, pero la familiar voz femenina que suena desde la lejanía se hace cada vez más fuerte, Tom me susurra al oído que no me preocupe, me suelta y despierto.

-Leonora, faltan veinte minutos para que comience tu clase y aun estas aquí. – Me dice Antonella.

-¡QUÉ! – Grito y salgo con desesperación de la cama.

Me levanto y tomo lo primero que encuentro para vestirme, con los nervios olvido la ropa que tanto trabajo me costo elegir. Corro lo más rápido que puedo para llegar al paradero, por suerte alcanzo a tomar el auto bus que me deja fuera de la universidad, estoy muy agitada y cada tantos segundos miro mi celular para ver cuánto tiempo tengo para llegar. Al fin llego, al entrar a la universidad miro la hora por enésima vez, tengo cinco minutos para llegar. Subo por las escaleras de emergencia lo más rápido que puedo, mi corazón late con fuerza trato de calmarme para que no me dé un ataque. Voy caminando por el pasillo del quinto piso, tengo dos minutos para llegar, me alivia saber que ya voy cerca de la sala 515. Cuando voy a entrar a la sala me encuentro con el profesor Hiddleston quien se disponía a cerrar la puerta, siento como mi corazón se detiene por un milisegundo.

-Llegó justo, entre. – Me dice el profesor con el ceño fruncido mientras tiene la mano en la perilla de la puerta.

Cuando lo veo con el entrecejo fruncido y lo escucho hablarme así siento que mi corazón se parte en dos. Al entrar a la sala escucho mi nombre, levanto la cabeza y veo a Alan quien me tenía guardado un puesto que por casualidad o no, es el mismo en donde me senté el año pasado cuando en esta misma sala, vine a esta misma clase. Le sonrió y camino rápido para tomar el lugar.

Tom comienza la clase sin perder tiempo en detalles. Él... él no me mira, me siento triste. Debo aterrizar en la dolorosa realidad, jamás podre tener nada con él. Con dolor toco la flecha que me clavó Tom, debo arrancarla de mi corazón, trato de hacerlo pero no soy tan valiente para soportar el dolor, aun que si lo pienso bien, aun cuando arranque la flecha quedara una gran herida en mí, que tampoco me dejara olvidarlo. Tom decide hacer un receso, la desesperante primera parte de la clase termina al fin, lo miro pero él me ignora, se concentra seriamente en dos chicas que coquetamente le hacen preguntas.

-Leonora, ¿Estás bien? – Me pregunta Alan.

-Sí. – Respondo dándole una sonrisa falsa.

Alan me devuelve la sonrisa y comienza a hablar con ánimo de sus vacaciones con otras compañeras y creo que conmigo, la verdad no lo sé, solo escucho su voz, no tomo atención a lo que dice. Miro a Tom y veo que las chicas salen, él se acomoda en su asiento y comienza a leer un libro.

-Leonora. – Me distrae Alan. – ¿Verdad que mis padres me quieren?

-Sí. – Respondo su pregunta.

-Mentira. – Dice Juliana. – A ti no te quieren.

-Qué feo le estás diciendo mentirosa a Leonora. – Dice Alan.

-Yo no le dije mentirosa. – Chilla Juliana.

Suspiro y comienzo a rallar mi cuaderno mientras escucho la ridícula discusión de Juliana y Alan. De repente me siento observada, levanto mi cabeza y mi mirada se cruza con la de Tom, él con rapidez deja de mirarme y comienza a ojear con nerviosismo el libro que está leyendo. Bajo la mirada y muerdo mi labio para que no se note que sonrío de felicidad. Tom me estaba mirando y cuando lo descubrí se puso nervioso, siento que la dolorosa flecha se clava mucho más profundo en mi corazón. Mi estado de ánimo pasa de la desesperanza a la felicidad máxima.

La clase ha terminado. Tom no me volvió a mirar, pero con su reacción cuando lo descubrí mirándome no puedo pedir nada más. Acompaño a los chicos con los que hablo hasta la biblioteca a pedir él libro que necesitaremos para la próxima clase, al hacerlo nos vamos a la fotocopiadora, luego de unos 15 ó tal vez 20 minutos al fin recibimos nuestras copias de uno de los capítulos del libro. Guardo la copia y me despido de los chicos.

Marcho con una ligera felicidad en dirección a la parada de auto bus. A lo lejos creo ver venir el auto bus que necesito, suspiro y me doy vuelta para ver si hay alguien detrás de mí, al hacerlo veo a Tom, me giro con rapidez para esconderme de su mirada. Detengo el auto bus y me subo con rapidez, no hay ningún asiento disponible así que tendré que irme de pie. Camino por el pasillo del auto bus para llegar al final de este, mi corazón late con fuerza cuando veo que Tom se para junto a mí. Trato de mostrarme desinteresada de que esté a mi lado, pero no puedo. Miro a Tom de reojo y veo como trata de guardar una carpeta en su mochila pero el movimiento del auto bus y la chaqueta que lleva en sus brazos le dificultan la tarea.

-¿Lo ayudo? – Pregunto inconscientemente.

-Por favor. – Dice con suavidad.

Tom con una dulce sonrisa me entrega su chaqueta para que la sostenga, tengo que contener mis emociones. Él logra guardar lo que quería y con dolor le entrego su chaqueta.

-Gracias. – Dice con su sensual voz mientras mira por la ventana.

Nos quedamos callados, no tengo el valor para preguntarle nada, me siento frustrada por no poder entablar un tema de conversación, esta es una oportunidad que no se volverá a repetir. Antes que se me ocurra que preguntar, Tom me hace una pregunta, es así como comenzamos a platicar. Ambos somos foráneos que dejaron a su familia y toda su vida atrás para seguir sus sueños en una ciudad distinta, y por esas cosas de la vida, vivimos muy cerca el uno del otro. Luego de 15 minutos de viaje llegamos a nuestro destino, nos bajamos juntos, mientras esperamos que el semáforo nos de permiso para cruzar la calle, Tom apunta el edificio en donde vive, con facilidad lo distingo, luego yo le apunto el cerro lleno de casas en donde se encuentra la pequeña morada que arriendo con Antonella y un amigo llamado Oliver.

-¿Después de mi clase estas libre? – Me pregunta mientras cruzamos la calle.

-Sí. – Le respondo mirando al suelo.

-Mañana me comprare un automóvil nuevo y ya que vivimos cerca, te podrías venir conmigo en mi vehículo, así te ahorras el dinero del auto bus. – Lo miro impresionada por su petición.

-Me encantaría. – Le digo sonriéndole. – Muchas gracias.

Nos despedimos de la mano, y es así como emprendemos caminos separados, Tom marcha hacia la derecha y yo a la izquierda, me giro para mirarlo, al hacerlo nuestras miradas se vuelven a cruzar, Tom me sonríe y se gira para seguir con su camino. No puedo despegar la felicidad de mi rostro, Tom también se giró para mirarme, la dolorosa flecha esta vez logra atravesar definitivamente mi corazón, mi felicidad desaparece al pensar que ahora será más doloroso arrancar esa flecha si entre Tom y yo no pasa nada, suspiro y sigo mi camino pensando en que lo más probable es que jamás tengamos algo.

Escondiéndome de su mirada (Tom Hiddleston Fanfiction)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora