Julie y el ladrón del rayo [libro 1]

2. Calcetines para pie grande.

El resto del curso, todos decían que la profera Dodds nunca existió y si eran alucinaciones mías, que la profesora Kerr (una rubia muy alegre, que nunca la había visto) era la profesora desde Navidad. No lo entiendo, mi mente me está jugando una broma, pero Percy cree lo mismo. No hemos hablado del "accidente en el museo", y no quiero tocar ése tema.

El clima empeoró, me ponía de malas en la escuela, me peleaba a cada instante con Boboniña, hasta que le dejé un buen moratón en la cara y ya no sería bienvenida el siguiente año en Yancy, mis notas siguieron siendo Sufiecientes, pero siempre me rondaba en la mente lo que Brunner nos dijo, tengo que ser mejor, más que los demás. Pero no podía, los dolores de estómago no reducieron, ni con los tés especiales de Brunner.

Extrañaba estar con mi madre y Percy, aunque siempre estaba la molestia de mi padrastro Gabe Ugliano.

Se acercaba la semana de exámenes, estudié para todas, me era muy difícil leer tanto tiempo por mi dislexia, pero trataba de lograrlo y aprobar.

Como Percy no era nada bueno en la escuela le comenté que le ayudaría con el examen final que teníamos está tarde.
No me permitían ir al edificio de los chicos, así que me escabullí, llevando mi Guía Cambridge de mitología griega.

Antes de llegar a la habitación de mi hermano, el venía hacía mi dirección, me encontraba a un metro de la oficina del señor Brunner, era lo única que tenía la luz encendida. Ambos escuchamos antes de entrar la voz de Grover.

—...preocupado por Percy y Julie, señor.

Nos miramos fijamente, no movimos ningún músculo.
Pegamos la oreja en la puerta para escuchar la conversación.

—...solo este verano —decía Grover—. Quiero decir, ¡hay una benévola en la escuela! Ahora que lo sabemos seguro, y ellos lo saben también...

—Si los presionamos tan sólo empeoraremos las cosas —respondió Brunner—. Necesitamos que el chico madure más, pero me preocupa su hermana, es muy inteligente y creo que sospecha algo.

—Pero puede que no tengan tiempo. La fecha límite del solsticio de verano...

—Tendremos que resolverlo sin Percy o Juliette. Déjalos que disfruten de su ignorancia mientras puedan.

—Señor, ellos la vieron...

—Fue producto de su imaginación —insistió Brunner—. La niebla sobre los estudiantes y el personal será suficiente para convencerlos.

—Señor, yo... no puedo volver a fracasar en mis obligaciones —Grover parecía emocionado—. Usted sabe lo que significaría.

—No has fallado, Grover —repuso Brunner con amabilidad—. Yo tendría que haberme dado cuenta de qué era. Ahora preocupémonos sólo por mantener a Percy y Juliette con vida hasta el próximo otoño...

A Percy se le cayó el libro de mitología al piso. Brunner se interrumpió de golpe y se quedó callado.
Mi hermano recogió su libro y retrocedimos por el pasillo. Una sombra cruzó el cristal iluminado de la puerta del despacho, la sombra era algo mucho más alto que Brunner en su silla de ruedas, con algo en la mano que parecía un arco.

Abrí la puerta y jale a Percy adentro, le tapé la boca para que no emitiera algún sonido. Al cabo de unos segundos sé escuchó una suave caminata de cascos, seguido de un animal olisqueando, justo delante de la puerta. Una silueta grande y oscura se detuvo un momento delante del cristal, y prosiguió.

—Nada —murmuró Brunner—. Mis nervios no son los que eran desde el solsticio de invierno.

—Los míos tampoco... —repuso Grover—. Pero habría jurado...