22. Sharkboy y Lavagirl

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Percy estaba afuera, rodeado de casi todos los campistas, me abrí paso, empujando a todo el mundo. Lo envolví en un fuerte abrazo.

Casi lo asfixiaba, pero él no se quejó, Travis y Connor Stoll, de la cabaña de Hermes se nos acercaron.

—Así que Sharkboy y Lavagirl llegaron con vida —dijo Travis a modo de juego.

—Nunca creímos que morirían —convinó Connor.

En fin, nos organizaron un festival en nuestro honor, a cada uno se le entregó una Corona de laurel, y después dirigimos una prospección hasta la hoguera. Donde deberíamos quemar nuestro sudarios. Como yo no tenía cabaña, yo no tenía uno. El de Amnabeth era hermoso sin duda, de seda gris con lechuzas de plata bordadas. Percy era el único en su cabaña, así que los de Ares se ofrecieron hacerle su sudario. Mala idea.

La cabaña de Apolo dirigía un coro, mientras nos pasábamos sándwiches de malvavisco, chocolate y galleta. Percy se sentó con los de Hermes, Annabeth con los de su cabaña, Grover admiraba su licencia de buscador. Y yo, estaba sentada en el rincón más lejano y oscuro. No quería estar a lado de Luke, no por el momento.

El discurso de Dioniso estuvo más o menos... bien.

—Si, si, vale, así que el mocoso no ha acabado matándose, y ahora se lo tendrá aún más merecido. Bien, pues hurra. Más anuncios: este sábado no habrá regatas de canoas...

Antes de marcharme, Percy me contó que mamá estaba bien, que había regresado sana y segura, y sin recordar lo que pasó después del Minotauro.
Tendría que saldar cuentas con ella después.

Estuve a punto de marcharme del Campamento, pero... ¿A dónde iría? No quiero vivir con Angelique y mucho menos quiero regresar al inframundo.

—Juliette, no te vayas. —era la voz de Quirón.

—Soy Julieta —traté de sonar calmada—Descubrí que mi nombre es Julieta.

—Muy bien... Julieta. Puedes quedarte en la Casa Grande si no te sientes segura en la Cabaña 11. No importa que no tengas cabaña, serás siempre bienvenida.

—Gracias, Quirón.

Así que fui a la Casa Grande y descansé en una de las habitaciones.

***
El 4 de Julio el campamento se reunió junto a la playa para ver los fuegos artificiales organizados por la cabaña 9.

Annabeth, Percy y yo extendimos la manta de picnic para sentarnos, entonces apareció Grover para despedirse. Los cuernos le habían crecido, se veía muchísimo mayor.

—Me voy —dijo—. Solo he venido para decir... Bueno, ya Sabéis.

Annabeth lo abrazó, al igual que yo.

—Cuídate, chico cabra —le dije.

Percy le preguntó que a dónde iría a buscar primero para buscar al dios Pan.

—Es... ya sabes, un secreto —contestó—. Ojalá pudierais venir conmigo, chicos, pero los humanos y Pan...

—Lo entendemos —le aseguró Annabeth—. ¿llevas suficientes latas para el camino?

—¿Y te acuerdas de las melodías para la flauta?

—Jo, Annabeth —protestó—. Pareces tan controladores como mamá cabra.

Se colocó su mochila en el hombro.

—Bueno —dijo—, deseadme suerte.

Nos abrazó de nuevo a mí y a Annabeth, le dio una palmada a Percy y se alejó.

Julie y el ladrón del rayo  [libro 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora