Julie y el ladrón del rayo [libro 1]

3. Grover tiene cuartos traseros peludos.

Plantamos a Grover cuando llegamos a la central de autobuses, no fue mi idea, fue la de Percy.

Fue algo maleducado, pero nos miraba como si fueramos unos fantasmas y murmuraba "¿porqué siempre pasa lo mismo?" Y "¿porqué siempre tiene que ser en sexto?".
Tuvo que ir al baño y los esperaríamos, pero cogimos nuestras maletas, nos escabullimos y tomamos el primer taxi hacia al norte de la ciudad.

—Al East, calle Ciento cuatro con la Primera —dijo Percy al conductor.

Mi madre (Sally Jackson) es la persona más dulce en el mundo. Sus padres murieron en un accidente aéreo cuando tenía cinco años, y la crió un tío que no se preocupaba demasiado por ella. Quería ser novelista, así que pasó todo el instituto trabajando y ahorrando dinero para ir a una universidad con buenos cursos de escritura. Entonces su tío enfermó de cáncer, por lo que tuvo que dejar el instituto el último año para cuidarlo. Cuando murió, se quedó sin dinero, sin familia y sin estudios.

El único buen momento que pasó fue cuando conoció al padre de Percy.
A mi madre no le gusta hablar de él ni de mi verdadera madre, no tenía ni una foto de ambos. La ponía triste si sacábamos el  tema.

Solo sé que mi verdadera madre y mi padre no se casaron, pero cuando supo algo de él, la horrorizo y me abandonó con Sally, no quería una hija con un tipo como mi padre. Ambos desaparecieron de mi vida, mamá me contó que mi padre me vio cuando nací, pero no lo recuerdo.

Mi madre trabajaba en empleos irregulares, asistía a clases nocturnas para conseguir su título del instituto y nos crió sola. Con mi carga innecesaria, pudo haberme dejado en un orfanato, pero como era buena de corazón, me adoptó como su hija.
Después se casó con Gabe Ugliano, era y es un cretino de primera, cuando eramos pequeños, Percy le apodó Gabe el Apestoso.

Entramos en nuestro pequeño apartamento, teniendo la esperanza que estuviera mi madre. Pero nos encontrarnos con Gabe, jugando póquer con sus amigos.

Sin levantar la mirada dijo: —Con que ya están aquí, ¿eh, chavales?

—¿Dónde está mi madre?

—Trabajando —contestó—. ¿Tienes suelto?

Me sacaba de quicio ése hombre. Lo único bueno fue que él me enseñó póquer y apostar, a mi madre no le agradó tanto la idea al parecer.
Gabe trabajaba en el Electronics Mega-Mart de Queens, pero se la pasaba en la casa la mayor parte del tiempo. Se gastaba el dinero en cervezas y cigarros.

—No tengo suelto —contestó Percy.

Arqueó una ceja.

–Han venido en taxi desde la terminal de autobuses —dijo—. Probablemente han pagado con un billete de veinte y les habrán devuelto seis o siete pavos. ¿Tengo razón, Eddie?.

Eddie era el portero del edificio, nos volteó a ver.

—Venga, Gabe —le dijo—. Los chicos acaban de llegar.

—¿Tengo razón o no? —repitió Gabe.

Eddie frunció el entrecejo. Los otros dos tipos se pedorrearon.

—Estupendo —le dijo Percy. Sacó unos dolares del bolsillo, lo miré mal pero los lanzó encima de la mesa
—Espero que pierdas.

—Claro que lo hará —dije—. Voy a apostar...

—¡Ha llegado tu boletín de notas, cráneo privilegiado! —exclamó y se volteó mi hermano— ¡Yo no iría por ahí dándome tantos aires!

Fruncí el entrecejo y Percy cerró la puerta con un estruendo. Dejé mi maleta en el suelo y me senté en una silla.