21. Enamorada x2

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Desperté en una camilla, estaba en una cabaña.
Frente a mí se hallaba Grover y Annabeth.

Me paré alarmada.

—¿Y Percy? ¿Dónde está Percy?

—Es mejor que estés recostada, Julie —sugirió Grover.

—¿Dónde está Percy? —grité.

—El está en el Olimpo —dijo Annabeth—. Aún no regresa. No nos dejó acompañarlo.

Dejé caer mi cabeza en la almohada. Me cubrí el rostro para que no me vieran llorar.

—Lo importante, es que no fuiste al Olimpo. Llegaste aquí a salvo —siguió Annabeth.

—No tengo muchas fuerzas —dije—. Realicé dos viajes de sombras continuos.

—¿Dos?

—Hades me dijo dónde se encontraba mi madre —admití, derramé un par de lagrimas—. Y fui a verla, a enfrentarla. Agoté mis energías, y si le sucede algo a Percy no podré ayudarlo.

—No es tu culpa. Necesitabas ver a tu madre —comentó Grover—. Recuperarás tus fuerzas y verás que Percy regresará.

—Silena está afuera —Annabeth se sentó en la camilla—. Es la primera vez que veo preocuparse por alguien que no es ella.

Fruncí el ceño, Silena nunca había demostrado ser tan Barbie frente a mí.

Salí de la camilla, con mis amigos protestando, me tambaleé mientras corría, la visualicé debajo de un árbol mirando el lago.

Me senté a su lado.

—¡Julie! ¿Estás bien? —pareció alarmada.

—Si, claro —dije asintiendo.

—Estas muy pálida —confesó—. Tienes ojeras y los ojos rojos. Es mejor que regreses a la Casa Grande.

—No, estoy bien, lo prometo.

—Bueno...

Se veía tan linda, con el cabello largo y castaño, y esos ojos azules que le resaltan mucho. Aún estando en la sombra se veía fantástica. Me tomó de las manos.

Sentí mi rostro arder.

—Silena yo... —comencé, pero llegó Luke y me sonrió.

—¿Por qué se toman de las manos?

Me sonrojévtodavía más, y Silena le sonrió, yo solo traté de buscar una roca en la cual esconderme.

—¿Podemos hablar, Julie? —me preguntó. Asentí.

Me puse de pie y me tambaleé un poco, Luke me sostuvo.

Nos condujo hasta la entrada al bosque. Nos sentamos en una roca.

—Tenemos que irnos del Campamento.

Al principio creí que era una broma. Pero su rostro no mostró ningún signo.

—¿Por qué?

—Todo cambiará cuando llegue Percy —dijo—. Y será peligroso. Estarás más a salvo conmigo.

Negué frenéticamente con la cabeza.

—Lo siento, Luke. No puedo dejar a mis amigos aquí.

Frunció el ceño. Aún así se veía guapo.

—¿Qué sucederá cuando llegue Percy?

Silencio.

Duramos varios minutos así. Se rehusaba a contestarme.

—Dime, Luke.

De puso de pie y avanzó unos pasos.

—Solo avísame cuando cambies de opinión.

Y se echó correr.

Toqueteé mi dije. ¿Qué sería ese peligro que pasará? Pero jamás cambiaré de opinión, no puedo abandonar a Percy y a mis amigos aquí si sucede algo.



Grover y Annabeth me encontraron. Tuvimos una pequeña pelea con regresar a la Casa Grande y descansar.
Al final, me arrastraron hasta allí.

No sabía si sería buena idea comentarles lo que me dijo Luke. Creerían que él sabe algo y lo culparán.

Me recostaron en la camilla y me dieron ambrosía y néctar, ambas sabían a galletas de chispas de chocolate de mamá.

Mamá...

¿Hades la habrá liberado?

Solo es cuestión de espera. Rezo por qué Percy llegué pronto.

Después de estar mucho tiempo en silencio, y Annabeth y Grover sin marcharse, me dormí.


Tuve un sueño donde Percy estaba en el Olimpo, no lograba escucharlo. Parecía como si les explicara algo.

Después se disolvió en otro sueño. Era Angelique, en el camerino donde la había dejado. Seguía en el suelo y llorando con las manos en el rostro.
De la oscuridad apareció Hades.

—Angelique —le llamó Hades.

Angelique se sorprendió por la voz tan fría y cortante, se puso de pie y se arrinconó en la pared.

—¿Qué haces tú aquí? —su voz estaba ronca.

—Julieta vino a verte.

—Vaya, la noticia se expandió. Ahora todo el mundo lo sabrá —dijo sarcástica.

Al parecer Hades no se molestó con aquello. Como si ya estuviera acostumbrado a tratarla.

—Solo digo que no interfieras en sus decisiones, ella sabrá qué hacer. Y es mejor que no te la lleves a vivir contigo.

Entrelazó sus manos detrás de su espalda.

—P-pero... yo soy su madre.

—Ella no lo considera así —Hades comenzó a pasearse por el camerino—. Espero que no hagas que cambie de opinión, ya que eres buena en eso; tendrás dificultades al vivir con ella, Julieta atraerá monstruos. Y yo no lo impediré.

Hades desapareció. Y Angelique se echó a llorar, ahora sí me daba lastima verla llorar, era injusto verla así. No tenía por qué sufrir.
Sé que me abandonó, pero yo fui feliz a lado de Sally, aunque no tuviéramos mucho dinero, nunca me faltó nada.

El sueño se disolvió.

Me desperté toda agitada y sudorosa. Grover entró a la habitación, apresurado, con sus cuartos traseros peludos al descubierto.
Sus ojos estaban iluminados.

—Llegó —fue todo lo que dijo para echarme a correr. Esta vez ya descansada.

Julie y el ladrón del rayo  [libro 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora