Julie y el ladrón del rayo [libro 1]

8. Anuncio quién es mi progenitor

Los demás días tuve que acostumbrarme de la rutina en el campamento. Cada vez sentía el impulso de que me devolvieran mi memoria, porque cada vez me sentía mal de que Percy me contara recuerdos de nuestra niñez y no poder recordar. Ya casi no me dolía el estómago, Quirón ayudó a que bajara el dolor, con algo llamado meditación que no sé que tenga que ver, pero funciona.

Todas las noches me escabullo de la cabaña para ir al lago y estar con Luke, quién cada vez que lo veo las mariposas revolotean en mí.

En fin, todas las mañana recibía clases de griego antiguo con Annabeth. Me resultaba más sencillo leer en griego que en inglés, y de vez en cuando hablamos de arquitectura, al parecer a ella le fascina.

El resto del día Percy y yo probabamos actividades al aire libre. Quirón nos enseñó tiro con arco, no fui bastante mala, de hecho a todas les daba en el centro, Quirón me animaba en que tal vez fuera hija de Apolo. Pero aún tenía mis dudas.

Después tuvimos carreras con algunas ninfas del bosque. Eran demasiado rápidas que me costaba trabajo alcanzarlas, pero si era veloz. Tal vez mi mente me engañaba, porque de repente, sentía que me estrellaba con un árbol y de repente aparecía más adelante sin ningún rasguño. Nadie lo notó al parecer.

Después lucha libre, ése si que era mi fuerte. A todos lograba vencer en luchas, y más de una vez volví a darle una paliza a Clarisse. Lo único que no podía era la canoa, Percy lo dominaba a la perfección, pero yo no podía con el equilibrio.

Cada noche cenabamos con los de la cabaña 11 y siempre estaba allí Luke para sentirme nerviosa.
Siempre me susurraba que me vería en el lago para conversar. Me contaba algunas anécdotas de cuando era niño y cuando estaba con Annabeth y otra chica llamada Thalia, siempre que la nombraba parecía más serio, tal vez era alguna novia en particular, y sentía solo un poco de celos. Yo no podía contarle anécdotas por la tonta amnesia.

Un día martes, Percy y yo tuvimos nuestra primera lección de combate con espada. Los de la cabaña 11 se reunieron en el ruedo donde Luke nos instruiría.
Comenzamos con los tajos y estocadas básicas, practicando con muñecos de paja y armadura griega. Algunas espadas eran o muy pesadas o muy livianas, pero me las arreglaba para poder combatir, era buena, lo admito, tanto que Luke quiso darme la oportunidad de combatir de espada a espada con él.

Después empezamos con parejas. Fui la única que no tuvo pareja, Luke prometió estar primero con Percy después conmigo.

Luke le mostró los ataques, las paradas y los bloqueos de escudo. Cada instante le daba una paliza a Percy, me daba risa y pena, pero más que nada pena. Tal vez cuando me tocara combatir con Luke le diera una que otra paliza.

Percy se acercó todo sudoroso y cansado. Luke señaló que me acercara. Lo hice, por instinto puse la punta de la espada en el suelo, mientras lo rodeaba.

–¿Esgrima? Muy bien –sonrió malicioso.

Yo comencé el ataque, bloqueaba cada uno de sus golpes, le pegué con el mango de la espada en la cabeza, se agachó para tomar un poco de aliento, pero no podía parar, la adrenalina me controlaba, le di una patada en el estómago, haciéndolo caer de culo. Me acerqué apuntandolo con mi espada en su cuello. Pronto me di cuenta lo que hice. El quedó pasmado, pero después me sonrió.

–¡Así me gustas! –dijo orgulloso. Me congelé con esa declaración—. Serás una buena oponente. Se nota que tuviste entrenamiento desde niña.

Los de la cabaña 11 quedaron pasmados, me sonrojé.
Se puso de pie y rodeo con su brazo mis hombros. Nos dejó tomar agua, reparé en que estaba bañada en sudor, mi cabello negro estaba empapado, no lo había sujetado con una liga o goma, me gustaba llevarlo suelto.
Luke se echó el agua agua fría sobre la cabeza.
Bebí un poco de agua, sentí como volvía a hidratarme.