6. Pateo el trasero de Clarisse

2.8K 246 15
                                    

Cuando Percy me ayudó a levantarme me dieron de beber algo llamado Néctar, me dio el sabor a brownies, y después comencé a sentirme mejor. Mi herida en la frente estaba desapareciendo.

Quirón nos dio un paseo por el lugar. Pasamos por el campo de voleibol y algunos chicos susurraron cosas sobre Percy y su cuerno.
Casi todos los campistas parecían mayores que yo, incluso los sátiros parecíamos más grandes que Grover.

Miré una casa, era muy grande, tenía cuatro plantas, color azul cielo con madera blanca. Tenía una veleta con forma de águila que había en el tejado.

—¿Qué hay ahí arriba? —preguntó Percy, miré hacía arriba, no había nada.

—Sólo un desván.

—¿Vive alguien ahí?

—No —respondió—. Nadie.

Volví a mirar hacia arriba y algo movió la cortina.

—Vamos, Juliette y Percy —nos urgió Quirón—. Hay mucho que ver.

Caminamos por campos donde los campistas recogían fresas mientras un sátiro tocaba una melodía en una flauta de junco.
Quirón nos contó que el campamento producía una buena cosecha que exportaba a los restaurantes neoyorquinos y al monte Olimpo.

—Cubre nuestros gastos —aclaró—. Y las fresas casi no dan trabajo.

También nos dijo que el señor D producía ese efecto en las plantas fruticolas, se volvían locas cuando estaba cerca. Funcionaba mejor con los viñedos, pero le habían prohibido cultivarlos, así que plantaba fresas.

—Grover no tendrá problemas, ¿verdad? —Percy le preguntó a Quirón—. Quiero decir... ha sido un buen protector. De verdad.

Quirón suspiró. Dobló su chaqueta de tweed y la apoyó sobre su lomo.

—Grover tiene grandes sueños, Percy. Quizá incluso más grandes de lo que sería razonable. Pero, para alcanzar su objetivo, antes tiene que demostrar un gran valor y no fracasar como guardián, encontrar un nuevo campista y traerlo sano y salvo a la colina mestiza.

—¡Pero si eso ya lo ha hecho!

—Estoy de acuerdo contigo —convino Quirón—, más no me corresponde a mí tomar la decisión. Dioniso y el Consejo de los Sabios Ungulados deben juzgarlo. Me temo que podrían no ver este encargo como logro. Después de todo, Grover los perdió en Nueva York. Juliette perdió la memoria. Y está también el desafortunado... destino de tu madre. Por no mencionar que Grover estaba inconsciente cuando lo arrastraste al interior de nuestra propiedad. El consejo podría poner en duda que eso demostrara valor por parte de Grover.

No recordaba nada, no podía acordarme de ésos acontecimientos, pero si sabía que Grover es buen sátiro.

—Le darán una segunda oportunidad, ¿no?

Quirón se estremeció.

—Me temo que ésta era su segunda oportunidad, chicos. El consejo tampoco es que se muriera de ganas de dársela, después de lo que pasó la primera vez, hace cinco años. El Olimpo lo sabe, le aconsejé que esperara antes de volver a intentarlo. Aún es pequeño...

—¿Cuántos años tiene?

—Bueno, veintiocho.

—¿Qué? —reí histérica—. ¿Es una broma?

—¿Y está en sexto?

—Los sátiros tardan el doble de tiempo en madurar que los humanos. Grover a sido el equivalente a un estudiante de secundaria durante los últimos seis años.

Julie y el ladrón del rayo  [libro 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora