Mis brazos comienzan a doler. Caminar con una chica en los brazos no es nada fácil. Giro en la esquina. El sol empieza a tomar intensidad, yo comienzo a sudar. El esfuerzo que hago, provoca que la hemorragia en mi ceja vuelva, el sudor y la sangre se mezclan, haciéndome cosquillas en la cara.
Tendré que buscar un lugar para dejar a Aira e ir en busca de ayuda.
Un hotel de cinco pisos con puertas de vidrio está en frente mío. Dejo cuidadosamente a Aira en el suelo, alejada de la puerta, tomo una roca que está en la carretera y la lanzo contra la puerta de cristal con todas mis fuerzas, apenas se estrella, pero no se rompe. Tomo nuevamente la roca, esta vez la lanzo con el doble de fuerza, el cristal se rompe en miles de pedazos. Levanto a Aira del suelo y entramos al hotel. Lo primero que veo es un gran escritorio ubicado del lado izquierdo de la entrada, sobre él, hay dos computadoras delgadas y varios cuadernos y carpetas. Las paredes son de un color amarillo pastel, con franjas color café a la mitad. Macetas grandes con plantas frondosas decoran las esquinas. Comienzo a buscar alguna habitación donde pueda dejar a Aira. El primer piso, al parecer, no tiene ninguna habitación, hay varias puertas, pero cuando las abro solo encuentro artículos de limpieza, muchas cobijas, almohadas y lavadoras. Las habitaciones deben estar en el segundo piso, subo con cuidado las escaleras, aún con Aira en mis brazos, al llegar al segundo piso, me dirijo a la puerta más cercana, intento jalar la perilla, pero la puerta no se abre, que tonto soy, al lado derecho de la perilla hay un pequeño aparato, ahí se debe deslizar la tarjeta para abrir la puerta ¿por qué no se me pensé en eso antes de subir a este segundo piso?
Dejo a Aira por enésima vez en el suelo, bajo las escaleras con calma, no quiero tener más accidentes. Escucho un ruido proveniente de la entrada del hotel, algo o alguien está pisando los vidrios rotos, busco a mi alrededor algo con qué defenderme en caso de que sea necesario, lo único que encuentro, es una cadena larga y delgada de la que colgaba una maceta pequeña, la quito con cuidado de la pared y sigo bajando las escaleras.
Pego mi cuerpo a la pared sin hacer ruido, enredo la cadena de metal en mi mano, dejando aproximadamente medio metro colgando. Asomo mi cabeza lentamente para observar de dónde surge el ruido, un hombre alto, con chamarra negra y la capucha puesta está entrando al hotel. Oculto mi cabeza de inmediato. Siento como mis dedos presionan con más fuerza la cadena. Mi corazón comienza a latir más rápido. Estoy a punto de salir al ataque, cuando de pronto, el extraño habla.— ¿Hola? – pregunta – ¿hay alguien aquí?
Un momento, esa voz me suena familiar, muy familiar, en un par de segundos lo recuerdo, ¡es la voz de mi amigo Elton!
— ¿Elton? – pregunto, saliendo temeroso de mi escondite.
— ¿Cole? – pregunta sorprendido.
— Amigo, ¿qué haces aquí?, estuve a punto de matarte con mi arma – le digo, enseñándole la cadena que traigo en la mano.
Ríe sarcásticamente y se quita la capucha de la cabeza, dejando a la vista su rostro y su despeinada cabellera oscura.
— ¿En serio crees que podrías dañar a alguien con eso? – señala mi cadena, él sigue riendo con las manos sobre su estómago.
— Usándola con la suficiente fuerza, te podría haber roto los dientes.
— Tienes toda la razón, "Señor Dios de las armas" – su tono de voz se hace agudo y finge tenerme miedo, cubriéndose la cara con sus fornidos brazos –. ¡Por favor no me hagas daño, no volveré a asustarte de esta manera!
— Déjate de tonterías y dime qué haces aquí – le exijo.
— La verdadera pregunta es ¿qué haces tú aquí y por qué tienes sangre en la mitad de la cara?

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Las Armas de Dios
Science-Fiction¿Recuerdas haber tenido un "día perfecto"? Yo casi lo olvido. Todo inició un día hermoso, lleno de sol y aire fresco, entré a mi casa y cuando salí al jardín, el cielo se oscureció en un par de segundos, la tormenta se desató, y desde entonces, nad...