V - New perspective

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---Capítulo 5---

Stop there and let me correct it

I wanna live a life from a new perspective”

Panic! At the disco

Minutos después de que se llevaron a James los escuché hablar. Estaban nerviosos, de verdad parecía que la policía o el gobierno vendrían y los atraparían. O tal vez no, pero por mi salud mental lo mejor sería pensar que eso era lo que estaba pasando.  

No dormí en lo que quedaba de noche. Sentía que en cualquier momento iban a venir por mí y hacerme daño. Estaba aterrada. No podía dejar de pensar en todas las conversaciones que había tenido con James, en nuestros juegos para mantenernos entretenidos, en cómo lo habían golpeado la otra vez. No dejé de pensar en James. Pensé en todo y caí en cuenta de que ahora estaba sola. Completamente sola. El peso del silencio cayó sobre mí, me sentí tan desprotegida, tan vulnerable. De un momento a otro y sin darme cuenta, las lágrimas empezaron a rodar sobre mis mejillas sin control. Intentaba calmarme, pero no podía, las lágrimas eran más fuertes que yo. Lloré por horas, hasta quedarme dormida.

Ver el plato de “comida” junto a la puerta cuando me desperté me dijo que el cansancio me había hecho dormir casi todo el día. Me acerqué y comprobé que era una ración aún más mísera que la de ayer.  No quería comer, pero en ese momento sólo podía estar segura de una cosa; si no vienen a buscarme dentro de unos días, terminaré muriendo de hambreo a causa de alguna infección. Posiblemente mi estómago no resistiría por más tiempo.

Aquella soledad era agobiante. Prefería escuchar a los secuestradores gritándose en árabe a este silencio. Me zumbaban los oídos y sentía que me iba a explotar la cabeza. No entendía lo que pasaba: de un día para otro estaban más silenciosos, irritables, con cara de preocupación. Me preocupaba que decidieran deshacerse de todos los que quedábamos allí -si es que todavía quedaba alguien aparte de mí.

Dos días pasaron, y como supuse, la comida dejó de llegar. Ahora sólo hacían una visita diaria. Por una parte, era mejor para mí no tener que ver sus caras, pero por otro lado me daba miedo que se olvidaran de que estaba ahí y me dejaran morir. Aunque igual podían matarme de cualquier otra forma. Mis nervios estaban vueltos un desastre, me la pasaba tirada cerca de la rendija llorando. Incluso llegué a pensar que me iba a secar por dentro de tanto llorar.  

El tercer día deseé con todas mis fuerzas no haber pedido que se olvidaran de mí. Desde la mañana los había escuchado con su algarabía de antes, suponía que estaban jugando cartas otra vez o que estaban bebiendo. Se notaban un poco menos preocupados, y eso no me gustaba. Quizás estaban celebrando su victoria; el gobierno había pagado y ellos habían logrado engañarlos para obtener lo que querían y salirse con la suya. Si eso era así, ¿qué iba a pasar ahora conmigo? ¿Estarían vivos los demás?

No pude seguir haciéndome más preguntas porque, de un momento a otro, la puerta se abrió, pero esta vez completamente. Me espanté; esto nunca había pasado. Ni siquiera los escuché venir, y creía estar ya acostumbrada a sus pasos.

Eran dos de ellos, me miraron por un momento y luego uno de ellos miró por encima de su hombro haciéndole una pregunta -o no, ni siquiera sé si el tono para preguntar es el mismo en árabe- a otro de ellos.

-¿Q-qué quieren? -aunque sabía que no me entenderían, quise saber.

-¿Es ella? -Se escuchó a lo lejos; era el tipo que hablaba inglés. El que le habló al principio le respondió algo que por supuesto no entendí. -Tráiganla.

Los dos sujetos que habían abierto la puerta me tomaron por los brazos, me arrastraron hasta el tipo y me dejaron caer de bruces en la mesa que tenía al frente. Era la primera vez que salía de ese lugar -aunque siendo sincera no sabía qué preferir- y por primera vez pude ver todo. Había seis pocilgas contando la mía, dos por cada lado de la habitación, dejando libre el que les servía de salida. Dos de ellas estaban abiertas, y había sangre dentro. Aquel sitio era horrible; no tenía ventanas, olía a orina seca y alcohol, las paredes estaban sucias; quería salir corriendo, pero el miedo me tenía paralizada.  Eso, y el hecho de que había dos sujetos armados cada uno con una AK-47 en la puerta principal.

Not every cloud brings rain (One Direction)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora