---Capítulo 13---
“Claro que no funciona si somos tres mitades,
Cuando hay más de dos personas siempre hay más de dos verdades”
Caramelos de Cianuro
CATHERINE
La mañana siguiente a la fiesta me desperté en una cama mucho más grande que la mía. Parpadée varias veces antes de darme cuenta de que no estaba en mi casa. Poco a poco, los recuerdos de lo que había pasado la noche anterior empezaron a regresar a mi cabeza. El hotel, la fiesta, los tragos, Harry... No pude evitar cerrar los ojos y frotar el puente de mi nariz. ¿Qué hiciste, Catherine?
Podría atribuirle mi locura de ayer a los tragos, como lo hace todo el mundo, pero ni siquiera había tomado más de uno. Tampoco voy a decir que me dejé llevar por el momento, como si fuese una adolescente. Lo hice porque quise y porque sí y punto. Y porque él llevaba toda la noche provocándome con su mirada, su cabello, su voz ronca y sensual y su... Negué con la cabeza repetidas veces para dejar de pensar en eso.
Me quité las sábanas para levantarme y me di cuenta de que había dormido desnuda. Bien, Catherine. Busqué por el piso alguna prenda y lo que encontré fue una camisa de Harry; mi ropa se había quedado en la sala. Me estiré para agarrarla y me fijé que había una nota en la mesita de noche:
“¡Siento haberte dejado sola! Tuve que irme temprano a una revisión de guión. Te dejé desayuno en la cocina. Aquí te dejo mi número 349-176-357-4, llámame cuando quieras ;-).
P.D.: Cualquier cosa, Louis te va a estar vigilando”
¿Louis? ¿Quién demonios es...? En ese momento, escuché un maullido detrás de mí; había un gato blanco con manchas negras en la almohada. Curioso, no vi a ningún gato anoche, aunque en realidad no tuve mucho tiempo de detallar el apartamento. De todas formas, con la luz del día podía ver más detalles de los que habría podido ver anoche; era un apartamento bastante amplio, con muy buena iluminación. Tenía las paredes blancas y el piso era de granito negro. Los muebles también eran negros. No había muchas cosas adornando las paredes, pero sí tenía guindados todos los pósters de las películas que había hecho en la pared del pasillo y un gran televisor de plasma en la sala. Era bastante elegante y ordenado para ser el apartamento de un hombre.
Fui a la cocina y vi que había una bandeja tapada en el mesón. Un hombre que sabe cocinar… interesante. Había preparado huevos revueltos con salchichas y pan tostado. Se notaba que no hacía tanto tiempo que lo había hecho porque todavía estaba algo tibio. Tomé el vaso que estaba al lado de la bandeja y busqué algo de tomar en la nevera. Logré encontrar jugo de manzana detrás de unas latas de cerveza. Busqué mi cartera y puse a cargar mi teléfono mientras comía, quería irme lo más rápido posible de aquel lugar; me sentía como una intrusa y quería llegar a casa antes de que Miranda se despertara y se diera cuenta que no había llegado anoche. Iba a ser un poco incómodo tener que explicarle que me acosté con Harry. Aunque no voy a negar que la pasé de maravilla...
Cuando terminé de comer, busqué mi ropa en la sala y me la puse. Hice la cama, lavé los trastos y dejé el lugar lo más acomodado que pude. Antes de irme, me arreglé un poco el cabello; no iba a salir dejando a la vista tanta evidencia. Después, tomé mis cosas y me fui.
En el taxi camino a casa, me acordé de lo que decía la nota y me sentí indignada. ¿Cómo se le ocurre pensar que me iba a robar algo? Bueno, tener a una extraña metida en su lujoso apartamento sin ningún tipo de vigilancia sí es motivo para causar sospechas, pero ¡yo no soy así! Debí haberme traído aunque sea una cucharilla, para que aprenda. Que ni sueñe que lo voy a llamar o le voy a escribir.