Capítulo VII El amor es un arma de doble filo.

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Bueno, este capítulo la verdad es que es algo que se sale fuera de lo personal, poco a poco os daréis cuenta. Como siempre os dejo un trozo de mi en cada vídeo, canciones que me gustan, que escuchaba por aquel entonces, como sea agradecer siempre las visitas y comentarios que hacéis en cada capítulo, como hemos llegado a las 600 lecturas. Paraos a pensar por un momento en la cantidad de gente que es eso, nunca pensaba que fuera a llegar a tanto sinceramente, pues eso, que miles de gracias por los votos también, y que sin vosotros pues no me estaría divirtiendo tanto escribir como lo hace actualmente, abrazos de oso y empiezo esta historia.

Como había contado en el capítulo anterior había tenido una noche mágica, especial con Umbreon, estaba totalmente enamorado, hasta las trancas, mi vida solo giraba a su alrededor, y sí, empezamos una relación a distancia, se podría asemejar a cuando florece un rosal, todo es bonito, hermoso desde fuera pero lo que no sabes es que las raíces por dentro se pudren y poco a poco, ese rosal empieza a hundirse en una espiral de sufrimiento, llanto por las noches y desesperación por no poder obtener a la persona que quieres, entiendo que ahora mismo no entendáis nada pero mientras vais leyendo los trapos sucios de mi vida iréis entendiendo todo.

Finales de agosto llegó, primero de bachillerato reclamaba la atención de mis padres, no la mía, así que hice los exámenes de recuperación lo mejor que pude, aprobé dos, me quedó matemáticas y física con química, un absoluto asco. Se podría decir que mi encierro iba a ser eterno en eso que llaman "Infierno" perdón, quise decir instituto. Todo se hacia soportable gracias a las interminables horas que me pasaba hablando con Umbreon, en clase, en casa, en la piscina ( Antes de que la cerraran porque ya era mediados de septiembre ) pero claro, las relaciones a distancia son algo duro, sabes que tienes a tu media naranja ahí, solo para ti pero nunca tienes tiempo para poder saborearla, olerla, acariciarla, es algo que jode muchísimo. Era algo que al Juan del pasado le tenía atormentado, no poder compartir nada de su vida con la otra persona que tanto le gusta, incluso ahora mismo escribiendo esto lloro, porque es algo tan doloroso de recordar que preferiría enterrarlo y no hablar de ello nunca más.

Como ves que pasan los meses, llega octubre y no tienes dinero, ni tiempo para ver a Umbreon, como os queréis de verdad y el destino se ríe en vuestra propia cara sin un ápice de piedad, no os deja nada, mientras a vuestro alrededor veis a esas parejas populares, que no se quieren fingiendo un amor que es tan irreal como los dibujos animados, como ellos tienen la suerte de poder besarse, comerse si les apetece y tú, pobre y jodido tú, tienes que aguantarte en tu propia vida, el amor era un arma de doble filo que yo estaba experimentando de una manera cruel, no es como lo dictaban las historias que estaba acostumbrado a leer, la vida real es más injusta de lo que narran esos escritores expertos, eso era contra lo que yo no podía competir.

La verdad, cada día era como una puñalada en mi cuerpo, me sentía feliz de poder hablar con Umbreon, pero en ciertos momentos, sobretodo por las noches no me compensaba ¿Sabéis la cantidad de veces que llegué a llorar por no poder abrazarlo? Solo eso, pues así me sentía. Llegó noviembre, y yo sentía que nuestra relación estaba caliente, nunca se había enfríado a pesar de todo lo que os he contado. Aclaro que siempre he sido una persona reservada que ha preferido que los demás fueran felices aunque fuera a costa de su felicidad, Umbreon no tenía ni idea de lo que estaba pasando, siempre he supuesto que el también estaría así pero "Ojos que no ven, corazón que no siente", tenía la oportunidad perfecta, noviembre había llegado y con el un puente que jamás olvidaré. Mis padres se iban con unos amigos a otra ciudad a un spa, sólo serían tres días tiempo suficiente para poder ver a mi Umbreon, sentirlo entre mis brazos, sanar las heridas que habían dejado todos los días que habían pasado desde la última vez que mordi sus labios.

Llegó el ansiado día, tomé un autobús lo más decidido posible y tras una mañana y parte de la tarde sentado ahí dentro soportando viejas cotorras que no callan, olores desagradables de gente que a mi parecer no sabe que existe la ducha y demás obstáculos llegué, ahí estaba él tan radiante como lo recordaba, mis nervios aumentaron por segundos, mi corazón estaba vivo de nuevo, sentía que el amor me volvía a sonreír que esto era real que me lo había ganado, bajé corriendo y lo abracé, he de confesar que lloré necesitaba hacerlo, cuando llegamos a su portal concretamente al ascensor lo besé con pasión, e incluso furia por todo lo que me había hecho pasar a pesar de que él no tenía la culpa. Una vez en su casa cenamos y nos acostamos en el sofá a jugar a la play, no me pude reír más en mi vida, estaba feliz, me sentía en el cielo y tenía ganas de follarmelo, sé que suena algo brusco pero todos tenemos necesidades sexuales y no es nada mala admitirlo, al menos yo lo veo así, el problema era que el aún no se había operado, no tenía fecha aún así que sólo me conformé con devorarlo, centímetro a centímetro de su cuerpo, no dejé nada sin lamer o morder, creo que notó mis ansias o ganas por hacerlo, a fin de cuentas me daba igual. Esa noche dormimos juntos, uno abrazado al otro, en perfecta armonía como si sus brazos hubieran sido hechos para rodearme, podía escuchar su respiración tranquila y su aroma, ese delicioso olor que tanto había añorado.

Pasaron esos dos días por Madrid entre besos, caricias y bromas, todo parecía perfecto, bueno, no lo parecía es que lo era, nada podía estropear ese momento. El momento más temido había llegado, tenía que volver a casa y mis ojos podían ver de nuevo la realidad tal como es, una jodida y triste mentira, el amor sólo es una anestesia que no dura para siempre, mis ojos comenzaron a derramar lágrimas mientras lo veía quedarse atrás, maldiciendo mi vida por no poder quedarme para siempre con él. Y es que en las relaciones a distancia se sufre, no puedes compartir tu tiempo con esa persona, momentos, vivencias o experiencias, le prometes tu vida pero realmente esto son palabras vacías, por mucho que quieras él no comparte nada contigo, nunca está cuando lo necesitas, en forma física me refiero, para darte un abrazo o decirte que todo está bien, y sí, seamos hombres o mujeres todos necesitamos de ese pilar fundamental que rige nuestras vidas para que nuestra casa no se caiga, y yo por ahora no lo tenía.

Las rosas de mi rosal poco a poco se iban marchitando, estaban siendo ahogadas por mis propias lágrimas que no cesaban en mis ojos, la vida en ese momento me parecía una jodida mierda. Lo que pasó después es algo que bueno, dará un giro inesperado.

Al Desnudo [Wattys2016]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora