capítulo 8

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Despierto. Aún estoy en el hospital. Aún en un mundo donde todo es un espacio en blanco.

Pero existe una razón para el vacío, a pesar de mi confusión.

Tengo amnesia.

No tengo retentiva.

Me he olvidado de mí misma. Los médicos creen que podría haber sufrido una infección en mi corteza cerebral, y que eso es lo que hizo que mi memoria desapareciera.

No hubo rastro de una infección en ninguno de los exámenes dicen, pero soy joven y saludable y probablemente la combatí sin sentirme mal nunca. Sólo perdí mi memoria en su lugar.

No veo a la enfermera de cabello gris de nuevo, pero ella tiene razón, tengo que irme a casa.

Más o menos.

Me dan el alta del hospital, me dicen que por eso de que soy joven y sana, tengo suerte. Me dicen.

-Aiden, eres una chica afortunada; las cosas podrían haber sido tremendamente peores; recordarás todo otra vez, estarás bien, pero necesitas tiempo y ayuda. No dejes que los demás fuercen tu recuperación. CUídate.

Eso se repite una y otra vez, una red de palabras, hasta que me encuentro fuera del hospital, dentro de un coche que no conozco, negro en el exterior, gris en el interior; una madre desconocida, la mamá de Aiden, preguntándome si estoy hambrienta o si necesito algo mientras conducimos por calles que no recuerdo para volver a una casa que solo reconozco porque me desperté en ella a pesar de que pensé que estaba soñando.

Pero no era así.

Era real.

Es donde se supone que debo estar.

RetentivaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora