Después de una semana de historias de Aiden y las fotografías de Aiden y Aiden, Aiden y Aiden, Shari me dice que tiene que regresar al trabajo. Lo dice cuando estamos cenando, pizza con tomate pero sin aceitunas.
A Shari no le gusta mucho cocinas y además, Aiden ama la pizza, odia las aceitunas. Yo también siento lo mismo con respecto a ambas y estoy tan desesperada porque algo, cualquier cosa tenga sentido, que se sienta real, que me haga creer que soy alguien, que soy yo y no sólo un signo de interrogación, que sonrío y Shari me devuelve la sonrisa. Es tan fácil hacerla feliz.
-Así que, tenemos opciones -dice Shari-. Puedes intentar volver a la escuela, o puedo... bueno, hay un grupo de doctores en el hospital universitario, y estarían interesados en verte.
-¿Todo el tiempo? ¿En lugar de ir a la escuela?
Shari mira su pedazo de pizza.
-Es un laboratorio de neurología, y están muy interesados en intentar conseguir una subvención para estudiar como funciona la memoria y... piensan que podrías serles útil. Que podrían ayudarte a recordar quién eres.
Siento que me relajo, un esfuerzo inconsciente que mi cuerpo parece saber cómo hacer aunque mi mente esté corriendo y me siento de cualquier forma excepto relajada. No sé nada sobre mí, pero mi cuerpo sabe cosas. Es bueno simular. Para sonreír y lucir tranquila.
-¿Ayudarme cómo?
-Bueno, habría que hacer exámenes -dice Shari- Si estás interesada, arreglaré las cosas para que vayamos y hablemos con ellos.
Exámenes. Recuerdo eso, recuerdo a los doctores y sus máquinas y sus agujas pinchándome, examinándome, sacándome sangre y diciendo que todo estará bien, estarás bien, como si no saber quién demonios soy fuera una raspadura.
Como si quisiera que me fuera porque no pueden arreglarme. Ni siquiera pudieron encontrar en qué parte las cosas habían salido mal. Miraron cada pedacito de mi y todo lo que pudieron concluir fue lo que yo había sabido desde el momento en que me desperté.
No conozco este lugar. No me conozco.
No creo que pueda conocerme.
La Aiden que soy no es la Aiden que se supone que sea.
Simplemente no sé por qué estoy aquí. Por qué soy ella.
-La escuela -digo-. Iré a la escuela.
-Bien -dice Shari, y me sonríe-. Sé que el hospital fue... fue difícil para mí verte así y no... no quiero que eso suceda de nuevo. Y creo que volver a la normalidad será positivo. Te ayudará. Además Abigail, Violet y Alaska te han llamado, así que sé que quieren verte.
-¿Quiénes?
Parpadea, luego dice:
-Tus amigas. -Poniendo su porción de pizza en el plato y luego alejándolo.
Le toma un momento hablar de nuevo y cuando lo hace, su voz es muy suave. Muy ansiosa. Muy nerviosa.
-Aiden tú... ¿Ya recuerdas algo?
No conozco a Shari, pero el anhelo por su hija me ataca, se desliza por debajo de la preocupación que la recubre.
-Las aceitunas -digo, y sonríe amplia y brillantemente, como si todo fuera normal, pero esa noche, mientras me siento en el piso de la habitación de Aiden, despierta una vez más y mirando la oscuridad, la oigo llorar.
Me muevo hacia la ventana y empujo la cortina a un lado. Más allá del ancho brillo de las luces callejeras, las estrellas brillan débilmente, pequeños borrones de luz. Veo las tres marías y trazo su línea recta sobre el vidrio con un dedo.
Oigo a Shari levantarse. La escucho salir de la cama, caminar suavemente hacia el pasillo. Me meto de vuelta en la cama de Aiden, cubriéndome con las mantas y cierro los ojos cuando la puerta se abre y ella me mira.
Baja las escaleras y camina alrededor por un rato, sus pisadas yendo desde la cocina hacia la puerta principal, la puerta por la que salí esa primera noche, y regresé de nuevo. Luego hay silencio, seguido de un débil sonido de golpeteo. Está al teléfono. Shari siempre golpetea una lapicera contra algo cuando está al teléfono.
No la recuerdo, pero estoy comenzando a conocerla. Hay una extraña clase de consuelo en eso.
Con quién sea que esté hablando debe haberla molestado porque su voz se eleva a un nivel que puedo oír y dice:
-No me dijiste que sería así. Dijiste que ella estaría... ¿Hola? ¡¿Hola?! ¡Santo Dios!
Luego, llora.
Escucho. Como la chica del sueño. Sus lágrimas suenan como yo, perdidas y asustadas, y me levando y bajo las escaleras, voy hacia ella.
-Aide, cariño -dice, viéndome y limpiándose los ojos-. ¿Qué estás haciendo levantada?
Miro el teléfono, luego a ella. Su mirada se aleja de la mía, nerviosa.
Todos tenemos secretos.
Me pregunto cuáles son los de Shari.

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Retentiva
Fiksi RemajaAiden lucha por atravesar la niebla de amnesia con la que despierta mientras cumple con la rutina de la vida de en la escuela secundaria. Pero los recuerdos que surgen tienen un lugar en un mundo muy diferente, donde ella y sus amigos de rostros fam...