capitulo 13

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13

En mis sueños, soy más valiente. En mis sueños, reproduzco de nuevo lo que pasó en la Fábrica de Follar. Y no salgo huyendo. Me quedo exactamente donde estoy, clavada en el sitio, con el culo encajado contra la repisa, envolviéndole la cintura con mis piernas, y dejo que me la meta.

Dejo que me la meta mientras los otros esperan su turno. Los veo escupirse en las manos y acariciarse la polla, mirándome, a punto de correrse, cada vez más cerca.

Y me siento como una azafata de la Fórmula 1, en los boxes, rodeada de mecánicos desnudos de cintura para arriba manoseando unas llaves inglesas que relucen con el brillo del aceite. El rugido de las revoluciones del motor me retumba en los oídos. Estoy medio mareada y embriagada por el humo. Estoy lista para que la lujuria me consuma por completo.

Y enseguida deciden todos a una, como una bandada de aves, que no quieren esperar más, y avanzan hacia mí a la vez, abatiéndose en picado a mi alrededor. Una barrera de hombres, enloquecidos, imparables, todos reclamando atención. Picoteándome con la punta del pajarito. De repente tengo más pollas de las que puedo manejar, más de las que sé siquiera cómo manejar. Y estoy abrumada, pero muy, muy cachonda.

Esta es la conclusión a la que he llegado: En mis sueños, me parezco más a Anna. Dispuesta.

Me gustaría ser más como Anna. Voraz.

Y a partir de ese momento decido que voy a ser más como


Anna.



Libre.

Dos días más tarde, Jack vuelve a casa a recoger un par de


mudas limpias. Lleva fuera muy poco tiempo pero ya tengo la sensación de que todo ha cambiado y que un extraño ha entrado en el apartamento. Es un bloque de hielo. No sé cómo derretirlo. Y mantengo las distancias porque no quiero que se enfade conmigo. Entra y sale en media hora.

Apenas hablamos. O mejor dicho, él deja bien claro que no quiere hablar conmigo más que para decirme que se va inmediatamente de viaje una semana entera, a la otra punta del estado para ayudar a montar un importante mitin en la gira electoral de Bob. Una ciudad de mala muerte donde la pobreza es la norma, la inscripción en el censo electoral es baja y Bob necesita que se corra la voz para hacerse con el máximo de votos posibles. Un lugar que tiene que incluir por narices en su gira para demostrar que se preocupa. La ironía está en que es precisamente la clase de lugar que un político solo visita cuando lo que le preocupa es conseguir tu voto. Y no volverás a verlo hasta la próxima vez que se presente a la reelección. Y en mi opinión, Bob no es muy distinto.

LA SOCIEDAD JULIETTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora