capitulo 19

194 4 0
                                    

Me miro en una fotografía que cuelga sobre una cama. Es una fotografía de cómo era yo. Y casi no me reconozco. Es como si estuviera soñando, pero tengo los ojos bien abiertos.
Estoy de pie, desnuda. Dos conchas de berberechos cubren mis pezones, y una de ostra cubre mi sexo. En el cielo, cúmulos ruedan sobre  mi cabeza como olas. Las olas ruedan sobre mi cabeza como dunas desplazándose a merced del viento.
Camino por una playa. Las conchas crujen bajo mis pies. Por mucho cuidado que ponga, por mucha suavidad con que pise, crujen y se rompen. Bajo la mirada y veo que no son conchas sino huesos. Camino por una playa de huesos. Noto el aire salado en la lengua. Siento los afilados bordes de los huesos bajo mis pies, clavándose en la carne. La playa es irregular, y yo me siento inestable sobre mis pies, como  salvando  adoquines rotos con tacones de   aguja.
Camino hasta que llego a un paseo marítimo entarimado repleto de parejas jóvenes que resplandecen de amor. Todos avanzan en una dirección, y yo camino en la contraria. Camino desnuda entre ellos. Todos me miran fijamente al pasar por mi lado, y yo me siento expuesta. Pero mantengo la cabeza alta y sigo caminando.
Camino hacia el final del paseo, donde, tras la barandilla, hay una hilera de hombres desnudos con máscaras de carnaval, tirando de sus erecciones. Están esperando a que llegue yo. Y yo no  quiero defraudarlos.  Me pongo a cuatro patas, levanto el culo y lo contoneo, como si estuviera husmeando el aire, para hacerles saber que estoy lista.
El primero se acerca. Coloca las manos en mis caderas, se agacha hasta mi nivel  y hunde su polla en mi coño, hasta  el  fondo, y luego  se retira y noto la punta de su polla  rondando  mi  agujero,  preparándose  para volver a hundirse dentro de mí. Empieza a follarme con embestidas largas y duras. Sus pelotas chocan contra mi clítoris, y siento tanto placer que jadeo y araño el  suelo.
Jack camina por el paseo del brazo de Anna. No me   ve. Me

pasa de largo, pasa de largo a los hombres que se acarician  la  polla  esperando su turno para follarme. Se detiene a unos seis metros y se apoya   de espaldas en la barandilla, con los codos colgando por el borde. Anna se arrodilla delante de él y le baja la cremallera de los  pantalones, mete  la mano y le saca el pene. Lo sujeta rodeándolo con los dedos y alargando el pulgar hacia  el glande, tal  como lo sujetaría yo, lame toda el asta, tal como  la lamería yo, posa los labios sobre el glande y lentamente se lo mete en la boca. Anna está chupando la polla de Jack tal como la chuparía yo. Miro la polla de Jack en la boca de Anna e imagino que es la polla que tengo en el coño.
Y quiero que Jack me mire y me vea siendo follada así, a cuatro patas, por el desconocido de la  máscara  de  carnaval.  Quiero  que Jack sepa que lo estoy imaginando dentro de mí. Como los hombres de mis sueños, quiero que me acepte como soy. Para que podamos estar juntos.

Me despierto sobresaltada, como de una pesadilla horrible. Jack está a mi lado en la cama, dormido, y lo rodeo con mis brazos, le oigo agitarse levemente, y siento el calor de su cuerpo filtrándose en el mío. Me siento segura, confortada y deseada. Pero quiero    más.
Paso mis manos por su pecho, las bajo hacia su vientre y deslizo los dedos entre su vello púbico,  alargando  el  dedo  corazón  hasta que acaricia la base de su pene. Lo acaricio suavemente hasta que noto que empieza a endurecerse, luego bajo la mano un poco más y agarro su polla, carnosa, gruesa y semidura. Acaricio la base con el pulgar  y  aprieto  los dedos alrededor del asta. Noto cómo él se envara bajo mis manos, su polla está erecta, erguida y lista para la acción. Lo suelto para lamerme la mano, me la mojo bien con saliva y vuelvo a rodearle el asta con ella. Mientras la deslizo arriba y abajo y le lubrico con mi saliva, le oigo gemir, pasando del sueño al sopor.
Quiero la polla de Jack dentro de mí. La quiero con tanto anhelo que no me importa si él está consciente o no. Subo una  pierna sobre  su cuerpo, siento su polla rozar mi muslo, lo coloco de espaldas y monto a horcajadas sobre él. Poso una mano en su pecho para estabilizarme, bajo la mirada y veo que entreabre los ojos justo a tiempo para verme llevar una mano atrás y agarrar su polla para ensartármela. Me  deslizo hacia  atrás  y bajo lentamente. Él deja escapar un leve gemido somnoliento y  satisfecho.

Mi coño se abre para recibirlo, más húmedo con cada centímetro que entra.
Ahora él está consciente y dentro de mí. Empieza a rotar las caderas lentamente. Su polla se restriega en mi interior. Y yo sigo su ritmo, montándolo, rotando mis caderas  en perfecta sintonía con  las  suyas, como  si  fuéramos  dos  piezas  de un engranaje. Me inclino hacia delante sobre él,   y él se mueve conmigo, flexionando las  rodillas  y  arqueando  la  espalda para penetrarme más. Me mantengo firme para sentir su polla deslizándose dentro y fuera de mi coño caliente y húmedo.
Digo:
—Fóllame, Jack. Fóllame más duro.
Y lo hace, me embiste dos veces para demostrarme su potencia, y adopta después un ritmo más empático. Quiere complacerme. Dejo escapar un largo gemido de satisfacción, jadeo su nombre sin aliento y hundo la cabeza en la almohada, asfixiando su cara con mis tetas. Introduzco los dedos entre su pelo, tiro de su cabeza contra mi pecho y siento en él su respiración caliente mientras su boca busca el pezón.
Mi pecho está en su boca. Lo succiona, y noto cómo el pezón se hincha y se endurece mientras él lo estimula con la lengua, lo estira con los labios y lo muerde suavemente, tira de él y lo alarga con los dientes.
Sus manos agarran mis pechos y los estrujan entre sí para poder lamerlos, chuparlos y morderlos, primero uno, después el otro, y luego los dos a la vez. Ahora que me ha saboreado se está volviendo insaciable. Está devorando mis tetas con la boca y su polla me martillea.
Me yergo, pongo una mano sobre su pecho y me oprimo con fuerza sobre su polla porque quiero sentirle muy dentro cuando me corra.
Me aprieto contra él hasta que está totalmente dentro de mí, y siento sus pelotas apretadas contra mis nalgas. Oigo cómo se le acelera la respiración, le oigo gemir y sé que él también está cerca. De modo que me aprieto aún más y muevo las caderas en círculo, despacio. Y él se mueve conmigo, respira conmigo y gime conmigo. Los dos estamos a punto, y quiero llevarle ahí. Siento que me corro y quiero que lo sepa.
—Me corro, Jack, me corro, me corro.
Y apenas consigo pronunciar las palabras antes de llegar  al
clímax.
Me agito y me contorsiono sobre él mientras el orgasmo   me
recorre, mi pelvis moviéndose  en rápidas,  breves  y  poderosas sacudidas  a lo largo de su asta. Y también es demasiado para él. Deja escapar un  largo

gemido mientras se corre dentro de mí. Puedo sentir su polla crispándose dentro de mí mientras me llena con su leche. Puedo sentirlo palpitar mientras su cuerpo se relaja. Y me derrumbo sobre él, noto cómo su pecho se eleva para encontrarse con el mío, y los dos jadeamos intentando recuperar el aliento.
Ruedo hacia un lado y me tiendo de costado. Él  hace lo mismo  y se coloca de cara a mí. Lo aprieto contra mi pecho. Y yacemos ahí, exhaustos. Escucho su respiración, noto cómo se vuelve más lenta y  cambia de tono, y sé que se ha dormido.

Estoy tumbada en la cama, pensando dónde he estado, qué he visto y cómo me he vuelto así. Y caigo en la cuenta de algo que siempre he sabido pero que también he dado por hecho:
La mitad del sexo es ensoñación.

LA SOCIEDAD JULIETTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora