VII. Noah

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Desde que había visto a Lexi besar a ese hombre que sentía que todo en mi vida se había ido a la mierda. Primero Nina, ahora ella. Simplemente no podía soportarlo. Estaba cansado de equivocarme, de fallar, de hacer las cosas mal.

Cuando volví de Argentina, simplemente me había dedicado al trabajo, a mis fans, a la música. Estar concentrado me había servido muchísimo para distraerme. Ni siquiera quería pensar en Lexi en los brazos de otro, era yo quien debía abrazarla y besarla, la simple imagen de otro hombre a su lado me repugnaba.

Era domingo en la mañana, recién volvía de correr. La noche anterior había soñado con Lexi, pero había sido una pesadilla, la veía con otro hombre, caminando de la mano. Cuando me desperté, sabía que tenía que ejercitarme para distraerme.

Cuando estaba por entrar a casa, logré ver a la madre de Lexi bajando del auto por entrar a casa.

— Buenos días. — le dije con una sonrisa.

— Hola Noah, buenos días. — me sonrió ella. — ¿Cómo estás?

— Muy bien, ¿usted?

— Bien, un poco apresurada, comprando cosas para el viaje de Lexi y eso.

— ¿Qué viaje? — dije un poco pasmado.

— Ah, bueno, es que hoy se va a Nueva York, tiene la audición para Juilliard muy pronto.

— ¿Está aquí?

— Si, perdón, pensé que lo sabías, pero ella ya está en el aeropuerto. Lo que le compré era para enviárselo luego.

— Envíele mis saludos cuando sepa de ella. — dije con la sonrisa más falsa del mundo intentando sonar despreocupado.

— Seguro.Nos vemos en el almuerzo. — me dijo ella y entró a su casa.

Yo no lo pensé dos veces, tomé las llaves del auto y me dirigí al aeropuerto directamente. ¿Hace cuánto estaba aquí y yo ni siquiera lo sabía? No me importaba nada, ni siquiera quería pensar lo que sucedería. Solo sabía que quería verla.

Estacioné el auto al llegar y corrí a buscar el vuelo que salía a Nueva York. Encontré a Maggie luego de un rato.

— ¿Dónde está? — dije sin vacilar.

— El vuelo está despegando, Noah.

— ¡Mierda! — grité y me eché a correr. Vi a lo lejos a una mujer, era la que recibía los pasajes.

— Disculpe, ¿pueden detener solo unos segundos el avión a Nueva York? Es de extrema importancia.

— Lo siento señor, el vuelo ya salió.

No había nada que pudiera hacer. Había llegado demasiado tarde, de nuevo. Me acerqué a Maggie caminando lentamente, ella me había estado observando todo el rato.

— Hola — me dijo y me dio mirada de perrito, de seguro tendría una cara miserable.

— ¿Hace cuánto que está en Los Ángeles?

— Una semana.

— ¿No podías siquiera darme un indicio de que estaba aquí?

— Lo siento Noah, pero ella iba a matarme. Tengo que dejar de interferir en sus decisiones. Cuando sea el momento ella verá sus errores y actuará de acuerdo a ello.

— ¿Es por su novio, no? — solté de repente, y la imagen de ella y ese tipo aparecieron en mi mente.

— ¿Qué novio?

Tu ÁngelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora