Capítulo Tres: Noah

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Desperté un poco agitado y nervioso.
¿Qué clase de sueño era ese?
Debía confesar que ya hace un año que no soñaba con Nina. Antes tampoco lo había hecho muchas veces, y la mayoría de las veces que soñaba con ella eran cuando estaba muy triste extrañandola o cuando ocurría un evento muy importante para mí. Recuerdo que la última vez que había soñado con ella fue en su cumpleaños.  Estaba muy triste y no había dejado de pensar en ella, en que tal vez si no fuera por mi ella estaría viva, de como luciría para su cumpleaños número 17, o de lo lindo que sería pasarlo con ella y organizarselo y  hasta había pensado como sería.
Esa noche soñé con ella en un hermoso vestido blanco, soplando las velas de una torta enorme y diciendome con una gran sonrisa lo mucho que apreciaba que pensara en ella y que le organizara esa fiesta.
A veces siento que sigue siendo mi novia, y que tenemos una relación a distancia, una en la que no podemos tocarnos ni vernos físicamente,  pero podemos sentirnos. A veces siento que ella sigue comunicándose conmigo en sueños y que sigue conmigo como mi angel protector.
Cuando pasaron meses sin soñarla pensé que ya lo había superado,  y es por eso que ahora me sorprende tanto soñarla.  ¿Qué se supone que eso significa?
Ni siquiera sabía a que no debía rendirme. No lograba comprender.
Intenté tranquilizarme y me volví a dormir.
Al otro día desperté y bajé a desayunar. De repente recordé que habia una hermosa sala con un piano y me entraron muchas ganas de componer una nueva canción.
Al terminar el desayuno me dirigí en dirección a la sala. Cuando estaba cerca comencé a escuchar una canción que me dio escalofríos.  Una canción que me recordaba a aquella noche y a su vez cantada por una voz increíblemente angelical.
En ese momento al escucharla sentí como si Nina me la cantara para mí. El flashback volvió como un golpe profundo.
"Vamos, déjame llevarte a casa" me decía Leo y yo solo lo seguí en silencio.
"Gracias, Leo. No sé que haría sin típ en este momento" Quise responder, pero las palabras no salían de mi boca, me sentía vacío.  Ya nisiquiera lágrimas podían salir de mis ojos, ya no podía sentir nada, no me quedaba nada.
No supe cuando llegué a su auto, ni cuando me subí, ni me senté. No pensaba, no reaccionaba. Todo lo que hacía lo hacía por mera inercia.  Sólo sé que cuando Leo se subió y encendió la radio, esa canción estaba sonando. Pude sentir como si ella me la cantara, como si ella me la susurrara al oído.
" No llores esta noche, te sigo amando cariño,  no llores esta noche que hay un cielo allá arriba. Dame un susurro, dame una mirada, dame un beso antes de decirme adiós. No lo tomes difícil ahora, y por favor no lo tomes a mal, porque yo seguiré pensando en ti y en los momentos que tuvimos.  Y por favor recuerda que nunca mentí,  por favor recuerda ahora cómo me sentí por dentro. Tienes que hacer tu propio camino. Estarás bien ahora, y te sentirás mejor mañana"
Y ahora la escuchaba cantada por una voz angelical que me dio escalofríos.  Era perfecta.  Comencé a caminar mucho mas ansioso para ver a esa persona.
Y la ví.
"Lexi, no puede ser" susurré para mis adentros.
Esto no podía ser mas que una maldita coincidencia, el destino me estaba jugando una broma pesada o algo así.
Me quedé hasta que terminó la canción sientiendo como revivía el pasado más y más.
- Demonios, si que sabes cantar.- dije cuando ella hubo terminado y pegó un salto.- no intentaba asustarte, lo siento.  -comencé a decir pero ella ya se había levantado de la silla y había recogido las partituras que tenia en el piano.
- Gracias, de todas formas ya me iba- repitió y noté que estaba avergonzada.
- Una voz como la tuya no debería avergonzarte.
- ¿Cómo sabes que estoy avergonzada?
- Tus mejillas. - dije con una sonrisa irónica.
- Bueno, es que no suelo cantar en frente de nadie.
- Pues deberías,  seguramente te harías famosa. - admití.
- No intento ser grosera, pero no estoy interesada en esa mierda de la fama, ni mucho menos en convertirme en otra estrellita más sin cerebro.
Eso me dejó sin palabras.  Acababa de criticar prácticamente mi vida. Me odiaría si supiera quien soy.
-Claro, tienes razón.- murmuré.
- Ahora si me retiro, un gusto verte, Noah.-dijo comenzando a caminar a la salida.
- Espera,  ¿cuánto tiempo te quedas?
- Hasta fin de mes.- respondió ella.
- ¿Crees que tal vez podríamos salir por acá?.- dije comenzando a sentirme nervioso.
- Seguro- respondió ella con una sonrisa.
- Está bien, me das tu número y te mando un mensaje.
Ella estiró su mano exigiendo mi celular y yo se lo entregué.  Al mismo tiempo que ella me entregó el suyo. Comencé a escribir mi nombre y luego mi numero y nos lo devolvimos. Ella me sonrió y se despidió.
"Alexia Colombo" leí y pensé que era el nombre más bonito que había leído.
Me volteé y me dirigí al piano.  Comencé a cantar Yesterday de los Beatles.
Cuando terminé,  escuché esa dulce voz.
- No soy la única que podría ser famosa con su voz.- dijo guiñándome un ojo y riendo. Luego dio media vuelta y se marchó,  sin que siquiera me diera tiempo a decir nada.
Mierda. Le había mentido. No sólo soy cantante, también soy famoso.  Y ella creía que ni siquiera me gustaban las estrellas. ¡Mierda!.

Al salir de allí, me dirigí a mi habitación para terminar de guardar mis cosas. Solo podía pensar en una sola cosa: Lexi. En algún momento tendría que explicarle que soy famoso, aunque no tenía muy en claro cómo, ni cuando.

Mientras terminaba de acomodar, entró Leo en su traje de baño.

-          No puedo creer que tuviste sexo en la misma habitación que estaba, ¡al lado, Leo, al lado! ¿acaso no te da vergüenza?

-          No seas tan maricón. – me dijo riéndose- fue solo una puta más para mi colección, nada importante.

-          Es cansador escucharte hablar de mujeres como si fueran trofeos ¿sabes?

-          Como sea. Me tengo que tomar un baño para poder regresar a casa. –dijo caminando hacia el baño.

-          No lo hagas nunca más, no de esa forma, o juro que la próxima vez, no llegarás a meter ese amiguito en ningún lado sin que antes lo interrumpa.

-          ¡Maldita sea! Que pesado eres. –dijo cerrando la puerta del baño e ignorando mi advertencia completamente.

Si, a Leo le habían roto el corazón de una manera irreparable. Desde aquella vez, el solo podía ver a las mujeres como objetos. Pero  no se justificaba. Leo era un total cerdo.

Tomé mi maleta y bajé a recepción. Mi buen humor se había transformado a uno de perros por la estupidez de mi hermano. No sé porque quería seguir viviendo con mi familia, tenía el dinero para comprarme una mansión para mí solo si es que lo deseaba, pero para mis padres “solo tenía dieciocho años” o no querían que me descontrolara y se me subiera la fama a la cabeza, tenían que vigilarme, por el lema “sexo, droga y alcohol” íntimamente relacionado a famosos. Cumpliría 21 y me iría de esa casa, al fin de al cabo, soy el que trae la mayoría de los ingresos.

Logré ver a mamá y papá que me sonrieron y me saludaron mientras me acercaba.

-          Ya está todo listo para  volver, la casa quedó perfecta. ¿Dónde está Leo? – me dijo papá

-          Bañandose, supongo que bajará en unos momentos – contesté algo cortante.

-          ¿Pasó algo? – dijo mamá

-          Nada, solo no estoy de muy buen humor, supongo que estoy cansado. Iré afuera a tomar algo de aire- dije esquivándolos ingeniosamente.

Salí y me puse mis auriculares mientras esperaba. Al cabo de cinco minutos noté que papá, mamá y Leo salían. La limosina nos esperaba en la entrada, un chico se bajó y nos guardó los bolsos y subimos. Al fin volvía a casa.

Cuando llegamos me dediqué a reacomodar mi ropa, cuando un mensaje me llegó.

“Cariño,¿ nos vemos hoy?”

“Estoy cansado Chloe, tal vez mañana, lo siento”

Chloe. Mi amiga de siempre. Nos habíamos besado estos últimos meses, pero no creí que significara nada hasta que empezó a decirme “amor”, “cariño”, “bebé”. Ahora estaba atascado en una relación en la que no quería estar y no sabía cómo salir para no herirla. Cuando nos besábamos siempre pensé que era sin sentimientos por parte de los dos, puesto que siempre habíamos sido amigos. Y me aterrorizaba perderla, arruinarlo todo. Así que mantenía la relación.

Realmente no estaba cansado, solo no tenía ganas de verla, ni de besarla. Y mucho menos ahora, que había visto prácticamente a la reencarnación de Nina, como si fuera un castigo del cielo para mí. Y si los Dioses mitológicos existieran, estoy seguro de que me estarían castigando en este preciso momento, porque no puedo dejar de pensar en Lexi ni un maldito momento. No puedo dejar de escuchar su voz en mis oídos, o de reproducir su sonrisa en mi mente.

“Solo te gusta porque se parece a Nina”

Me repetí a mí mismo, pero la verdad tenía dudas, porque podía haber similitudes, pero me atraía de una forma inexplicable. Quería acariciarle la piel, sentir sus labios.

Lo que quedó del día lo pasé en cama, descansando, pensando en ella. Cuando en la noche no pude resistir mucho más.

“Por alguna razón no puedo dejar de pensarte”

Enviar.  Espero no arrepentirme de esto.

Muchas gracias a todos los que leen, la seguiré en cuanto pueda. Ayudas muchísimo con tus votos y tus comentarios :)

Tu ÁngelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora