Cuando ella se volteó lo único que pude pensar era en lo confundido que me sentía. El parecido era increíble, desconcertante. Noté que Leo me estaba hablando después de que gopeara mi brazo.
- ¿Me estás siquiera escuchando, imbécil? - me dijo bastante molesto
- ¿Qué decías, perdón? - contesté distraídamente
- Tengo una cita. Con esa chica, es muy linda, ¿no?
- No lo sé, no me fijé. - miré en otra dirección.
- Claro, porque estabas muy embobado con la chica que la acompañaba.
- ¿No lo notaste? - pregunté sorprendido
- ¿Que te comportabas como un absoluto baboso? Sí, por supuesto que lo noté.
- No.- contesté frustrado- Es que...-dudé, no me atrevía aún a nombrar a Nina en voz alta- ¿sabes qué? Mejor olvídalo. Me voy, necesito una ducha.
Cuando por fin me encontré solo en la ducha, con el agua caliente cayendo agradablemente por mi cabello y mi espalda, dejé que unas cuantas lágrimas se soltaran prácticamente por sí solas.
Muchos recuerdos vinieron a mi mente.
“Nina se fue, Noah”- decía mi papá por teléfono.
Mi corazón se había quebrado en mil pedazos. Tiré el teléfono a cualquier parte y corrí sin parar. El cielo estaba cada vez más oscuro y sabía que la tormenta aparecería en cualquier momento. El viento era muy fuerte y los relámpagos aumentaban. Con cada paso podía sentir los latidos de mi corazón acelerarse, podía sentir mi respiración agitada, pero solo podía correr y correr. Al pasar el rato, la lluvia comenzó a caer, pero no podía sentirla, mi mente estaba en otro mundo. Mis lágrimas habían comenzado a caer hacia ya unos minutos, pero poco a poco se convirtieron en llantos de súplica, en llantos de desconsuelo. Llegué a la playa y me tiré en la arena, debía haber pasado ya de la medianoche en ese momento y yo no podía pensar en otra cosa que no fuera en Nina, en mi mente solo podía aparecer una palabra y esa era Nina. Todos los recuerdos, las sonrisas, los besos, los abrazos, todos los hermosos momentos que pasaba a su lado, su perfume, su compañía, todo de ella, sus ojos, ¿no los volvería a ver nunca más? El agua me empapaba pero no sentía frío, sentía un vacio en mí. ¿Por qué será que siempre llueve cuando hay malas noticias? Y esa lluvia era en un sentido muy figurado, a veces podía haber un ardiente sol allí afuera, pero dentro siempre se desataba la tormenta. Pensé y me di cuenta que podrían aparecer en cualquier momento los fotógrafos, los reporteros. Las noticias corren demasiado rápido aquí y no deseaba tener que hablar. Como un ángel caído del cielo, apareció Leo a salvarme.
“Todo va a estar bien- dijo abrazándome- no llores más”
Lamentablemente sus palabras lo que menos hicieron fue ayudarme, me hicieron llorar aun más, sentía un nudo en la garganta que debía dejarlo salir.
“¿¡Por qué te fuiste Nina!?”- grité lo más fuerte que pude y esa fue la última vez que la nombre en voz alta, justo cuando la tormenta aumentaba y mi hermano me abrazaba llorando también.
Siempre se quedó en mis pensamientos, nunca la saqué de mí, aunque todos crean que ya lo he superado hay noches que sigo llorándola, que sigo extrañándola, recordando sus besos, sus abrazos, su sonrisa. ¿Será porque ella es la única mujer que formará parte de mi vida? ¿Será porque ella fue y es mi amor verdadero, mi otra mitad? Y hoy la había visto, un ángel me había aparecido. En mi mente estaba Lexi o Nina, no podía decidir cuál de las dos era, no me decidía en quien pensar, estaba completamente confundido. Pero pensando en Lexi, sé que no la veré nunca más, se escapara de mis brazos así como pasó con Nina y yo la recordaré por siempre, pero para ella seguramente formaré parte del pasado.
Me pregunté que pensaría Nina si estuviera en este momento a mi lado. Seguramente me diría algo como: "Y estás llorando otra vez, niñito?" en un tono muy burlón. Y yo le diría "Sí, Nina, los hombres también lloramos." y luego ella me abrazaría y se quedaría a mi lado hasta que me sintiera mejor.
Mi mayor miedo es el olvido. Tengo miedo de empezar a olvidar su perfume, su sonrisa, o hasta su rostro, porque sé que con los años eso irá desapareciendo, y lo único que me quedarán serán viejas fotos y el imaginarme como habría lucido ella teniendo 30 años, o como sería caminar a su lado siendo ancianos. Pero eso nunca lo sabré, todo el placer y la intriga que nos causaba imaginar un futuro juntos había desaparecido. Al final solo quedaría el olvido y no quería, le tenía terror a ello, no quería olvidarla, no podía permitirlo. Aunque ya habían pasado tres años desde su partida, yo aún sentía su perfume impregnado en mi alma, su sonrisa y sus ojos prendidos de mi ser.
Definitivamente la amaría hasta que mi corazón dejara de latir, hasta mi último respiro. Esté o no esté a mi lado.
Cuando salí de la ducha y me cambié lo unico que pude hacer fue salir al balcón y mirar hacia el cielo que empezaba a oscurecer y repetir para mis adentros con lágrimas aún corriendo por mis ojos.
"Si, Nina, los hombres también lloramos." y agregué " Y mucho más cuando se trata de quienes amamos, de quienes perdimos y de quienes no queremos olvidar."
No me di cuenta de la hora que se había hecho, hasta que noté que el sol se había ocultado completamente.
- ¿Qué carajo estás haciendo?- dijo Leo apareciendo repentinamente.
- ¿Por qué el ochenta por ciento de las palabras que dices deben ser insultos?
- Porque no puedo perder mi reputación de chico malo - respondió sarcásticamente- y a tí, ¿por qué te gusta tanto responder con preguntas?
- No lo sé. No lo noto.- respondí seco.
- ¿Me vas a decir que te pasa?
- No me pasa nada, idiota.
- Si fueras mujer diría que estás en tu período. No estoy de humor para tus tonteras, mr. sexy tiene una cita.
Dicho esto se fue y yo lo seguí con la mirada. Se puso a hacer un extraño baile con su trasero mientras tomaba una toalla y se dirigía al baño. Yo solo pude reír para mis adentros. Leo estaba definitivamente loco.
Tenía razón, por alguna razón siempre que lloraba o me sentía mal terminaba teniendo un humor de perros. Odiaba estar triste y odiaba también estar de mal humor. Definitivamente estoy loco también yo.
Entré a la habitación y me recosté en mi cama. Mañana ya podíamos volver a casa al fin.
A mis padres se les había ocurrido fumigar la casa este fin de semana y habíamos venido a este hotel por el fin de semana.
Odiaba este tipo de cosas, no tenía privacidad. Mis fans se querían colar en el hotel todo el tiempo, al igual que los fotógrafos. No es para malinterpretar, amo a mis fans, sin ellos mi música no sería nada, pero a veces solo necesito estar solo.
No sé cuanto tiempo pasó, creo que me dormí profundamente hasta que el ruido de unas fuertes risas me despertaron.
- ¿No nos verá tu hermano? - susurró la chica con una risueña voz que delataba su estado de ebriedad. Seguramente sería la amiga de Lexi.
- Está dormido, no te preocupes. -repuso él con voz un poco arrastrada, estaba ebrio también.
Sentí como unos pasos se aproximaban hasta la cama en frente de la mía y entendí lo que pasaba.
Leo sí que se había sobrepasado esta vez. Ese maldito degenerado me las tendría que pagar. ¿Cómo se atrevía a tener sexo en la misma habitación donde estoy yo?. Sentí ruidos y supe que todo había comenzado. ¡Genial!. Y justo tenía que despertarme para este momento.
Cuando los gemidos comenzaron supe que sería imposible dormir. Pasó tal vez una hora cuando noté que ella se levantaba de la cama y se iba.
Al fin podría dormir.
Cuando me dispuse a dormir nuevamente me puse a pensar en Lexi. Me iría mañana en la tarde y no la vería nunca más. Ni siquiera sabía su nombre completo, o su número, o de dónde era.
Eso me frustró demasiado. Había tenido la oportunidad de acercarme a Nina nuevamente y ahora se escapaba por mis dedos.
Pensando todo eso me quedé dormido.
Me encontré a mi mismo frente a un cajón blanco. Uno que conocía demasiado bien.
"Nina" repetí para mis adentros, cuando vi a su madre.
- Esto es tu culpa.- me dijo acercándose a mi con una voz amarga.
- No es mi culpa, no diga eso por favor.-dije con lágrimas amenazando con salir amargamente.
De repente, me encontré en un escenario completamente negro. Un vacío.
Mi corazon latía acelerado. Y la escuché, como un susurro directo en mi oido.
"No te rindas, mi amor. Siempre te acompaño, siempre te protejo. Se feliz."
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Tu Ángel
Roman pour AdolescentsLexi llevaba una vida normal hasta que le anuncian que se mudaría a Los Ángeles con toda su familia. No tenía buena disposición, pero cuando conoce a Noah todo cambia. Noah tiene el corazón completamente roto por el amor de su vida, su ángel pero a...