Capítulo Veinticuatro: Lexi.

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"Esto no puede ser, por favor, tiene que ser mentira" Me repetí a mí misma.
¿Tenía una tía por parte de mi papá? Toda mi vida había creído que papá era hijo único. Nadie nunca me había hablado de alguna tía, y todas las que tenía eran por parte de mi mamá. Al ser la familia de papá solo él y mi abuela, ellos habían adquirido tan buena relación con mi familia materna, que prácticamente eran parte de ella.
Si papá tuvo una hermana, ¿por qué nunca nadie habló de ello?
De repente vino a mí un recuerdo.
"Tu padre te va a matar. Eso era de su hermana. Era su más preciado tesoro, y ahora los has roto. Espero que se dé cuenta ahora que cuando decidimos tenerte fue un error"
Ese día que sin la intención de hacerlo rompí un jarrón en casa, mamá me había dicho esas palabras. Estaba siendo un poco exagerada en ese momento, pero sin querer había nombrado a esta hermana de papá. Eso quiere decir que todo esto es real. No puede ser un error.
Pero si papá tiene una hermana, ¿qué es lo que le ha sucedido?
En mi mente solo podían caber dos posibilidades. O tal vez haya cometido un error muy grave que a mi abuela y hasta mi mismo padre les avergüence, o que ella haya muerto. Pero, ¿por qué ocultarlo?
Todo esto se sumaba a los misterios que iban apareciendo en mi vida. Al tema de mi posible adopción. Y era demasiado interesante como para ignorarlo. Tenía que averiguar sobre mi tía, saber quién era ella. Si mi tía murió, eso podría significar que mi mamá tal vez me odia porque por alguna razón ella me culpa por su muerte. Tal vez no sea adoptada y mamá solo me odia porque de alguna forma me cree culpable. Esa podría ser una razón, y era motivo más que suficiente para saber más sobre mi tía.

Decidí que no podía volver a preguntárselo a mi abuela, ya que al hacer preguntas anteriormente, ella se había puesto muy nerviosa, y estaba decidida a no hablar de ello. Debía investigar por mis propios medios, encontrar la forma de resolverlo.
Al estar todo el ático limpio, decidí bajar para avisarle a mi abuela. La busqué por la casa, hasta que la encontré en la cocina.
- Ya está todo listo. -le dije con una sonrisa.
- Muchas gracias, querida. - me respondió dulcemente. - ¿Encontraste algo interesante?
¿Qué? ¿Lo había hecho a propósito? Temprano había notado que sí que ocultaba algo, pero no podía o no debía decírmelo, ahora todo tenía cada vez más sentido.
- Vi algunas fotos muy viejas, el abuelo y tu quedaban muy bonitos juntos. - dije siguiéndole el juego y ella me dio una pequeña sonrisa a la vez que se sonrojaba un poco.
Era evidente que mi abuela no iba a decirme nada, pero que de alguna forma quería ayudarme.
- Setenta años y todavía me sonrojo ante su recuerdo - admitió y yo solo pude sonreír melancólicamente.
Sería hermoso si mi abuela estuviera compartiendo su madurez con mi abuelo, se notaba que ella lo había amado muchísimo. De pequeña siempre había aspirado a amar a alguien como ella había amado a mi abuelo. Y por las historias que ella me contaba, también ser correspondida como ella lo había sido.
- ¿Vas a cenar? Planeo hacer algo liviano. - me dijo.
- No Abu, muchas gracias. Sinceramente estoy agotada luego de la limpieza, y me gustaría irme a la cama.
- Está bien mi niña. Pero mañana doble ración de comida, estas muy delgada.
Yo solo reí y me acerqué a darle un gran abrazo. Para ella siempre estaba delgada, y en mi niñez había sido todo lo contrario a delgada, pero se supone que así es como deben ser las abuelas.
- Está bien. - dije todavía en sus brazos. - Me voy a la cama ahora, hasta mañana Abu.
- Que descanses, pequeña.
Al despedirme de mi abuela me dirigí a mi habitación. No había sido una mentira que estaba agotada. Pero el agotamiento había sido más mental que físico. Había recibido muchas noticias por un día. Tenía una tía, mi abuela acababa de confirmármelo prácticamente y darme a entender que eso estaba relacionado a mi adopción, a tal vez yo había llegado a entender eso. Y luego estaba Martin y su gran confesión, sumado al darme cuenta que ya es hora de dejar ir a Noah. Al llegar a mi habitación, me puse mi pijama y me quité todo el maquillaje que llevaba del día y me acosté rápidamente en mi cama. Tomé mis audífonos y puse en mi celular una lista de reproducción con música lenta y algo deprimente. Apagué las luces y cerré mis ojos, con la intención de tener una charla profunda con mi almohada y resolver todos los asuntos que aparecieron en mi vida el día de hoy.
Definitivamente tenía que averiguar más sobre mi tía, cómo era su nombre, quién era y que había sucedido con ella. Pero, ¿por dónde empezar? Eso era algo que lo tenía que pensar mucho más a fondo. ¿Dónde podría averiguar su nombre si nadie en mi familia parecía dispuesto a ayudarme?
Luego mis pensamientos se fueron hacia Noah. Lo había perdido. Mi corazón escocía de solo pensarlo. Podía imaginarme que estaba hecho mil pedazos y que nunca se repararía.
No iba a olvidarlo nunca. Él había sido mi primer amor, y tampoco creía poder superarlo. Me imaginaba a mí misma, muchos años después y sin aun poder superarlo. Él me había marcado, me había arruinado para siempre. No podría tener nunca una buena relación con nadie más.
Al aceptar esto, supe que o debía estar sola por siempre, o más bien, vivir con un dolor así siempre y tratar de seguir con mi vida, por más que nunca nadie ocupara el lugar que él ocupó en mí.
¿Será que es eso lo que Noah estuvo haciendo conmigo? Tal vez el nunca dejó de amar a Nina, y tal vez nunca lo hará, nunca la superará, pero tiene que vivir con ello por el resto de su vida. Tal vez me eligió a mí para hacer su dolor un poco más soportable. No me ama, no me amó. Sólo me eligió para tener esa compañía que todo ser humano necesita, ese tipo de amor que ni un amigo ni la familia pueden llenar, solo ese alguien especial. Tal vez él había intentado que yo sea ese alguien especial.
En ese momento vino Martin a mi mente. Yo necesitaba seguir con mi vida, y a pesar de que nunca superaría a Noah, estaba cansada de sentirme sola, cansada de no recibir ese afecto que muchos necesitamos. Tener ese alguien que te envíe un mensaje cada noche recordándote lo mucho que te ama, que se interese por ti, y a la vez interesarte por él. Necesitaba sentirme querida y apreciada por una vez en mi vida. Necesitaba estar contenida. Y realmente solo podía pensar en Martin para que cubriera ese puesto. No porque lo viera como algo más que un amigo, sino porque él me amaba, y tenía mucho miedo a perderlo si le dijera que no es correspondido. Y sinceramente no estaba ni dispuesta ni lista para perder a alguien más en mi vida. No podría soportarlo. La mera idea de perder a mi mejor amigo me parecía insoportable. Tal vez si iniciaba una relación con él, me podría enamorar con el tiempo.
Decidí que necesitaba hablar con él. Decirle como me sentía. Y el tomaría una decisión. Comencé a escribirle un mensaje.
"Hola. Perdón por como reaccioné hoy, el problema es que me tomó por sorpresa y no supe cómo actuar. Tuve la oportunidad de pensar en ello y me gustaría que nos veamos para hablarlo, ¿qué dices?"
"Está bien, Lexi, lo entiendo. No es que me haya esperado que reacciones diferente. Es más, había pensado que reaccionarías peor. El hecho es que necesitaba que lo escuches salir de mi boca, necesitaba decirlo. ¿Dónde quieres que nos veamos?"
"¿Te parece si vamos a la cafetería de la esquina de mi abuela mañana por la tarde?"
"Está bien. Paso a buscarte a las seis."

Tu ÁngelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora