Lo primero que reaccioné en hacer fue cubrir mi rostro, y agachar la cabeza. Unas lágrimas comenzaron a brotar por mi rostro mientras Maggie tomaba mis hombros con firmeza, intentando contenerme.
— No puedo creer que se lo hayan callado tanto tiempo. — comenzó Maggie enfurecida, y estaba segura que continuaría pero la interrumpí.
— En pocas palabras, quienes creí mis padres toda mi vida, son mis tíos, mis hermanos resultan ser mis primos, soy una maldita huérfana que lo único que tiene de familia directa es una hermana en alguna parte del mundo y nadie sabe quién mierda es. — les dije enfurecida.
— ¿Tiene una hermana? ¿Había más en la historia? — dijo Lucas apenas entraba al lado de mi abuela. — Mejor no digan nada, me voy a dormir. — dijo y se fue dando zancadas.
— Por lo menos sé que sigues siendo mi abuela verdadera. — dije aun enfadada y mirando a mi abuela.
— Sabes que si a mí me correspondiese, te lo hubiera dicho antes. — me dijo con una mirada triste.
— Oh, y ahora resulta que quienes creí que eran mi familia materna son solo los parientes de mi tía, genial. ¿Qué sucedió con la familia de mi padre?
— Era hijo único. Vivía en Uruguay con sus padres, hasta que ellos murieron y él se vino a Argentina. Por lo que él nos decía, había quedado solo. No tenía relación con las personas que quedaban vivas en su familia, me refiero a tíos o primos, así que nunca los buscamos. Él no quería saber nada de ellos. — respondió ese señor que me había mentido toda mi vida.
— Genial. — murmuré sarcásticamente.
— Hicimos lo mejor que pudimos para que tuvieras una vida normal, Lexi. — dijo el y yo solo pude reir
— ¿Qué tiene de normal toda esta mierda? Mis putos tíos me criaron en un puto y retorcido nido de mentiras, perdón si no puedo ver lo normal de toda esta mierda.
— ¡Alexia, cuida tus palabras jovencita! — dijo esa extraña mujer levantándose de la mesa enfurecida.
— No eres nadie para decirme un comino — chillé. — Me odiaste toda tu puta vida, nunca supe el por qué hasta ahora. Me odiabas porque no era tu hija, porque solo sabes ser una perra egoísta conmigo. — me dio una cachetada fuerte en la mejilla que solo hizo que más lágrimas se soltaran por mi rostro.
— ¿Pero qué mierda? — chilló Maggie a punto de levantarse de su asiento, cuando la detuve.
— No te atrevas a dirigirme la palabra nunca más. — respondí mirándola con desagrado y una tranquilidad increíble.
Me levanté, y sin mirar atrás, me dirigí a mi habitación caminando tranquilamente mientras acariciaba mi mejilla enrojecida. No era la primera vez que ella me lo hacía, pero sí que sería la última.
Sin molestarme en siquiera encender la luz o en ponerme mi pijama, me recosté en mi cama dejándome hundir en las emociones.
Las lágrimas caían desconsoladamente por mi rostro, empapando la almohada. Lloraba por esa mamá y papá que nunca había conocido y que nunca lo haría, por su amor perdido, por la frustración de ni siquiera poder recordarlos ni un poco. Lloraba por esa hermana que nunca había conocido y por todas las cosas que no habíamos hecho; por haber vivido una mentira toda mi vida, por haber llamado papá, mamá y hermanos a personas que no lo eran. Mi corazón se había partido en mil pedazos. Sentía como me hundía en un enorme pozo y comenzaba a ahogarme y no podía nadar, no podía salir de él, solo seguir hundiéndome.
Sentía que no tenía a nadie, que nadie me apreciaba realmente y que no aportaba mucho en la vida. Pensé que realmente era una molestia, inservible. ¿Valía mi vida algo? ¿Debería estar viva? ¿Qué hubiera sucedido si yo hubiera viajado en ese auto también?
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Tu Ángel
Genç KurguLexi llevaba una vida normal hasta que le anuncian que se mudaría a Los Ángeles con toda su familia. No tenía buena disposición, pero cuando conoce a Noah todo cambia. Noah tiene el corazón completamente roto por el amor de su vida, su ángel pero a...