Ni tú, ni nadie.

90 9 4
                                    

Estaba nerviosa, eran solo las nueve y media de la noche, mis manos sudaban de lo nerviosa que estaba. Ahora me preguntaba el por qué había aceptado a hacer esto esta noche, en este momento de mi vida.

Me miré una vez más al espejo, tenía suerte de traer un vestido fácil de poner y quitar, jamás pensé que lo usaría para esto, pero al parecer sí.

Mi cabeza daba vueltas, no podía estar tranquila, me sentía ansiosa y angustiada. Y no dejaba de ver el reloj y consecutivamente la puerta. Suspiré profundo y me volví a acomodar el cabello. Estaba sentada sin poder hacer nada más. No podía estar quieta en mi lugar, me mecía de un lado a otro.

Poco a poco pasaron los minutos y fui apagando poco a poco las luces. Y llegó un momento donde al mirar el reloj me percaté de que eran las diez cuarenta y cinco de la noche. Él no llegaría.

Me aliviané, sentí que ya no tenía ese peso gigante encima. Suspiré profundo y me fui a acortar con todo y el vestido, total estaba cómodo.

Y minutos más tarde empecé a escuchar que alguien tocaba mi puerta. Me levanté de volada y todo el pánico que había dejado de sentir, volvió de golpe. Sentía un gran nudo en todo el estómago, me acerqué a la puerta y la abrí dejando entrar a un desesperado Nat.

Inmediatamente me atacó, besándome apasionadamente, coloco sus manos sobre mi espalda y cabello, y las movía ansiosas. Mis manos solo se quedaron sobre su pecho, mientras él iba avanzando hacia atrás, dirigiéndome a la cama.

-¡Dios! Zoe, estoy tan caliente. Llevo tanto tiempo esperando esto.- dijo entré un momento en el que nos separamos para recuperar aire.

-Nat, vas muy rá...- me interrumpió, colocando una de mis manos sobre un gran bulto. Haciendo me soltar un gran grito ahogado.

-¿Ves cómo me tienes?- contestó.- ¡Hagamos lo ahora!- dijo aventándome bruscamente sobre la cama.

Yo estaba asustada. Jamás había visto a Nat de esa manera, estaba actuando como todo un animal, dejándose controlar solo por su deseo. Mi corazón saltaba de tanto nerviosismo que sentía, mis manos temblaban y empecé a alarmarme cuando él comenzó a subir el vestido, recorriendo mis piernas.

-Nat, vas muy rápido.- intenté detenerlo. Pero él ignoró lo que dije, empezó a besarme el cuello y fue bajando hasta llegar a mi pecho, con una mano intentó quitarme la parte de arriba que parecía estorbar mientras que la otra acariciaba mi muslo salvajemente.

Llegó un punto, donde entendí que no eran los nervios del momento, simplemente no quería hacerlo. No estaba lista, y él estaba apresurando todo. Y así no es como quiero que suceda.

-Basta, Nat no quiero hacerlo.- finalicé.

-Vamos Zoe, ¿Quieres volver a ver cómo estoy?- pregunto con una voz totalmente ronca.

-No, no quiero. No quiero comprobar nada y no quiero hacerlo hoy.- dije relajándome un poco más. – Aún no estoy lista.

-¡Pero no puedes dejarme así!- dijo molestó, levantándose furico.- ¿Crees que está bien dejar a un hombre en estas condiciones? ¡Eso no!- dijo pegándose a mi. Estampando sus labios bruscamente y abriendo con ambas manos mis piernas. Una de sus manos se acercó a su pantalón y empezó a desabrochar.

-¡NAT YA BASTA!- grité totalmente asustada, mi pecho subía y bajaba del pánico y una lagrimas empezaron a brotar de mis ojos.

No pasaron ni 5 segundos cuando la puerta se abrió, dejando entrar a un Ross enojado.

-¡ELLA TE DIJO QUE YA BASTA!- gritó este, tomando a Nat del brazo aventándolo lejos de mí.

-¡Debí quedarme con Alex! ¡Ella jamás me ha dejado así!- gritó de repente Nat.

LA APUESTA (Ross Lynch) [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora