Prologo

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18 de noviembre del 2016.

11:48hrs.

Llegué al salón de aquella grandísima casa corriendo. Era tarde, por lo menos en el sentido a la hora que habíamos acordado en llegar y culpaba infinitamente al tráfico de Londres por mí tardanza. Detuve mi apresurado paso al acercarme a aquel gran par de puertas de roble oscuro y respire lento y profundo, tratando de regular mi agitada y arrítmica respiración.

― ¡Por dios! ― expresó con demasiado alivio el chico castaño de ojos color zafiro. ―Creí que no llegarías.

―Estoy aquí― alcé la vista, viéndolo acercarse con una gran y sincera sonrisa en el rostro, la misma causando que unas pequeñas arrugas se instalaran en los costados de sus ojos, haciéndolo ver adorable. ―Sólo fue un pequeñísimo contratiempo― moví la mano restándole importancia.

―Pero estas aquí― mencionó el rizado, llegando de repente, con aquella típica sonrisa acompañada de dos adorables hoyuelos. ―Eso es lo importante.

Sonreí, sin poder evitarlo, dándoles la razón a aquellos dos chicos. ―Lo sé― comenté recobrando mi postura totalmente erguida. ―Lo sé― repetí, avanzando tranquilamente al sofá negro que tenían en medio de aquel alboroto que yo misma había planeado.

― ¿Estas nerviosa? ―preguntó el rubio de ojos celestes, aquel chico con el que últimamente pasaba la mayor parte de mí tiempo.

¿Qué si estaba nerviosa? ¡Bah, por dios! ¡Que todo es de muchos colores! ¡SARCASMO! no estaba lista, no estoy lista. No estoy lista, principalmente porque no todos los días ando por allí revelando secretos a miles de millones de personas de todo el mundo, no lo hacía.

―Lo estoy.

―Trata de no estarlo― comentó el castaño de ojos color café, situándose justamente frente a mí regalándome una sonrisa totalmente reconfortante. ―recuerda el motivo por el cual estás haciendo todo esto― aconsejó antes de comenzar a caminar hacia uno de los tres camarógrafos que habíamos contratado.

Asentí dándole la razón a sus palabras aun sabiendo completamente que no me vería.

― ¡Un minuto para comenzar a transmitir! ― gritó alguien dentro de la habitación, logrando ponerme un poco nerviosa puesto que mis manos comenzaron a sudar.

Me acomode en el gran sofá hasta que llegue a sentirme un poco más cómoda. Limpie mis manos, que aparentemente comenzaban a sudarme demasiado, en mis pantalones negros y fije mi vista completamente en aquellas cinco personas que habían logrado sus metas y sueños durante todo este tiempo.

― ¡Cinco!

Escuché el inicio de aquella cuenta regresiva.

― ¡Cuatro!

Pase ambas manos por mi cabello, gracias a los nervios.

― ¡Tres!

¡Mierda, ¿qué tenía que decir?!

― ¡Dos!

"Recuerda el motivo por el cual estás haciendo esto"

― ¡Acción!

Lo hago por ellos...

―Bueno― suspiré mirando directamente a la cámara que se encontraba frente a mí ―Soy Julianna― sonreí nerviosa ―y... no sé exactamente como comenzar ― bufé. Y miré a los chicos, a la razón primordial por la cual hacia esto. Me detuve en sus manos, en aquel par de manos entrelazadas, juntando al ancla con la soga, embonando ambas perfectamente bien. Mentiría si decía que no sonreí al ver aquella imagen ante mis ojos, dándome la confianza que necesitaba. ―Supongo... que comenzaré por el inicio de este pequeño, pero, gran secreto.

Y lo sabía. Lo hacía por ellos, por el amor que emanaba él uno hacia él otro. Por lo bien que se acoplaban juntos, por todo lo que habían pasado durante todo este tiempo; reprimiendo sentimientos, ocultándose de la sociedad, guardando su amor solo para ellos y nadie más, siendo manejados y obligados a actuar.

Porque sabía algo que el mundo debía saber.

Porque... Larry Stylinson es real.

Eso era toda la verdad.

Juls - L.S ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora