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- ¡Mesero, traigame una copa más!

- ¿Segura? Ya van tres.

- Sólo dame lo que te pedí, quiero embriagarme para olvidar mis penas. Además está es la única forma de hablar contigo.

- Entiendo, pero no se por que insistes en que te de refresco en una copa de cristal.

- Me siento elegante ¿Si?

- A la orden, señorita.

Esta había sido la primera vez que hablaba con él algo que no tuviera que ver con mi comida. Es extraño.

Además mi estúpido mejor amigo había parado de hablarme. Le pedí que me repitiera lo que había dicho el día que vinimos aquí pero me ignoró. Niñita. He estado enojada desde entonces, y triste también.

El mesero se acercó con mi copa, y una galleta, como no.

- Su... Trago o lo que sea ¿Desea algo más, bella dama?

- No te dejaré propina.

- Me retiro al carajo, entonces.

Se fue y abrí la porquería esta.

"Ríete, ríete hasta que te comience a doler"

Y me reí.

Todo por una galletaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora