14.
Tras el mal rato (bueno, había sido mal rato por el llanto de Stiles, no porque hubiera sido algo malo) en la ducha, pudieron terminar de asearse y ponerse ropa más cómoda para estar por casa. El castaño llevaba pegado a su espalda desde que salieron del baño, y fueron hacia la cocina como bien pudieron.
—Cariño, ¿sabes que hubiéramos bajado mucho más rápido sin que te hubieras agarrado a mí como un koala? —preguntó Derek con una risa.
—Lo sé —murmuró frotando la cara contra su espalda—, pero no estoy dispuesto a soltarte. —El moreno puso los ojos en blanco y cogió la lista de teléfonos de comida a domicilio. La puso sobre la encimera y Stiles asomó la cabeza por encima del hombro. Derek le pasó el brazo por la nuca para colocarlo a su lado, algo que el castaño aceptó a regañadientes—. ¿Qué te apetece?
—Hace poco Alan y yo comimos chino... así que en realidad o pedimos del japonés o una pizza.
—Me apetece pizza.
—Adjudicado para el hombre sexy con barba —comentó con una risa y marcando el número en el teléfono de la cocina.
Mientras hablaba con el chico del establecimiento, su mano no dejaba de juguetear con la de Derek, que sonreía de medio lado sin dejar de mirar a Stiles. Había echado de menos tantas cosas que ni siquiera le había dado tiempo de compartir con Stiles que hasta dolían. Aquello de pedir comida a domicilio no lo habían hecho hacía nueve años, pero ahora se sentía tan natural que era hasta molesto que hubieran tenido que esperar tanto para tener algo así.
—¿En qué piensas? —preguntó el castaño colgando y dándole un pequeño beso—. Cuando estás frunciendo el ceño así es porque un tema te hace darle vueltas a la cabeza, ¿qué pasa?
—Verás... —Soltó un sonoro suspiro y acercó más el cuerpo de Stiles al suyo. Él estaba sentado en una banqueta de la cocina y el otro había acabado estando de pie entre sus piernas—. Necesito dejar esto. —Ante la cara de susto de su novio, levantó ambas manos—. ¡No lo nuestro! Dios mío, eres tan idiota... hablo de vivir separados. No puedo soportarlo más. Quiero tener estas cosas todos los días, no sólo los fines de semana.
—¿Qué te crees, que yo no? Me cortaría una mano si con eso te tuviera durmiendo conmigo todos los días... —Le cogió la cara con las manos y le dio un beso suave en los labios—. He de confesar que cada vez que vuelves a tu casa me quiero morir de envidia, porque no veo justo que tengas que ir a un sitio donde eres odiado y que lo único que te mantiene allí es Claudia. No me malinterpretes, pero ojalá pudieras salir de allí y traértela contigo, y no volver a tener razones que te vinculen con esa gente. Porque te quiero. Joder, te amo Derek, y cada segundo que paso sin ti me duele, y se me hace un mundo esperar hasta el viernes. Quiero darte un beso de buenos días y arrebullarme en la cama porque no quiera salir de allí porque estás tú conmigo. Ésa es la vida que siempre he soñado y siempre has sido tú el que ha estado en mi imaginación. Bueno y un columpio en el jardín, pero eso que lo ponga otro.
Derek rio con aquello último, porque sabía que si no la tensión tendría que salir por alguna parte. Él también ansiaba una vida con Stiles. Y con Claudia. Quería tener familia, pero no quería que fuera con Allison, el que debía estar a su lado tenía que ser Stiles. Enterró la cara en el hombro de su novio y respiró unas cuantas veces para tranquilizarse.
—No tengo prisa, Derek. No creas que te lo estoy diciendo para que te agobies y acabes dejándolo todo corriendo y sacrifiques mucho más de lo que ya harías por mí. Te lo digo porque siempre eres tú el que me dice estas cosas y yo no sé expresarme como tú —bromeó—, y tú tienes más que perder que yo. Aunque nunca me volverás a perder a mí. Te lo prometo, de verdad. Dejarte fue lo más idiota que he hecho nunca, y sabes que he cometido estupideces a montones.
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Titan #2: Until then
Storie d'amore▶Parte 2 de 2 finalizada◀ Ganadora de #NCAWARDS de la categoría Favorita de los fans (¡Gracias!) Nueve años han pasado, y Stiles Stilinski se debe enfrentar a su pasado. Tiene que vivir en una casa donde sufrió las mayores pesadillas que un niño pod...